Pocas expresiones artísticas admiten tan variadas interpretaciones como el Carnaval . Cada cual lo entiende y siente a su manera, tan válida como otra. Es y debe ser la fiesta de la libertad. Para quien escribe, esta fiesta se escribe con c de compromiso. En el credo del Carnaval, ingrediente imprescindible se me antoja el compromiso calando los huesos de los versos. Quizá por ello, cuando una letra de David Santiago va a ser parida por las gargantas de su comparsa, mis oídos tiemblan y mis entendederas se hacen aguas. Delicia en estado puro. Coloradas se le pusieron las mejillas a Málaga cuando, en uno de sus pasodobles, Santiago mutó en letra de Carnaval un piropo sin mediar palabra mirando a los ojos. Pero como a las tablas uno debe subirse -o así lo entiendo yo- a cantar sus verdades desde el compromiso con su particular pizarra de Moisés, David arrojó sin miramientos su visión sobre la Iglesia en una letra que mantuvo en vilo al respetable hasta un remate sublime. La Bruja, con c de comparsón.

La noche se escribió con c de cuarteto. "Este cuarteto es un misterio" desplegó su particular museo cofrade. Un repertorio frenético, lleno de golpes de humor hasta el punto de coquetear con el filo de la navaja del tiempo en su actuación. El cuarteto honró la modalidad y ejemplificó la progresiva escalada que experimenta en el grueso del concurso. Y como esto también se escribe con c de conciencia, el Cervantes supo homenajear a Kike con el premio etéreo del aplauso sentido. Anunciada su retirada, su murga sorprendió con un pasodoble ignorado por el veterano carnavalero. La afición se puso en pie, aplaudió y vimos bailar chispas en sus ojos.

Qué sesión la del lunes, amigo. Cuando la blanca y verde ondeaba en el lomo de la comparsa de Almería y el ecuador del concurso nos pisaba los talones, tras una noche de emociones concatenadas sin descanso, supe que hoy, paisano, escribiría con c de "Carnaval , te quiero".