Desde el Cervantes

La diosa del Carnaval

  • Tercera semifinal del Coac Málaga 2016.

La noche del martes fue fértil para las andanzas de las murgas. Las abanderadas del humor dieron la talla y mostraron sus credenciales para estar en el Cervantes el viernes. La noche de los cuchillos largos dictará sentencia. Entre tanto, estamos viviendo un auténtico carrusel de homenajes en esta edición del concurso. A las continuas menciones a los grupos o autores ausentes se unen los guiños que los grupos brindan a sus directores o autores. Fue el turno para Chema y Pedro Vera, quienes recibieron sentidas letras por parte de sus murgas.

Pero entre Dimitris, cuentacuentos, narcos de Carlinda o entrañables padres con sus hijos a cuestas -qué tesoro gozarán sus chiquillos el día de mañana cuando escuchen la última cuarteta de la murga de Pedro Vera-, una Diosa irrumpió en la noche como un huracán. Arrebatadora, cautivadora, desbordante. Una Diosa que resquebrajó todas las corazas de las emociones. Con un lazo por escudo, con un pañuelo rosa por tributo de guerra, con la prodigiosa pluma de Maxi por espada. Con el orgullo de ser mujer, sentirse hembra y proclamarse amante. Yo no soy objetivo: siento debilidad por la suma de voces femeninas entonando coplas. Y no soy objetivo: soy médico. Y nos obsequiaron con una letra que compila las sensaciones que nos llevamos a casa todos los días. Nos duele el dolor ajeno más que el propio. Pero si el teatro era un caldero en ebullición tras su primer pasodoble, en el segundo dieron un puñetazo en la mesa que les coloca en la pomada por entrar en la final. Fue una letra antológica contra el sexismo, orientado no desde un posicionamiento lastimero sino desde el coraje. Con su popurrí, despliegue de música y de canto como pocos en este concurso, se llevaron buena parte de la magia de la noche, dejando al público absorto con la belleza contenida en 30 minutos que acababa de sucederse ante sus ojos.

Una Diosa se posó sobre las tablas del Cervantes en la noche del martes y se vistió de amada invencible. Y a mí, paisano, me vencieron. 

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