Málaga, ayer y hoy

Un barrio surgido de su tradición pesquera

  • El Palo: la barriada protagonizó en el pasado algún intento de segregación de la capital pese a que apenas tenía 250 casas y 1.800 habitantes a mediados del siglo XIX.

Desde el siglo XIX a lo largo de las playas del litoral que se extendía al este de la ciudad, fueron surgiendo modestas viviendas como chozas, chabolas o pequeñas casillas de obra o madera, ubicadas al pie del rebalaje y ocupadas por familias relacionadas con la pesca que vivían en unas condiciones de enorme marginalidad.

El Palo era una de estas zonas donde la mayoría de sus habitantes vivían en esa época sin agua, electricidad, alcantarillado ni pavimento en sus calles. A principios de la pasada centuria, este barrio quedaba muy alejado del resto de la ciudad, como la primera población que se encontraba en el camino hacia la costa oriental. De hecho, según el historiador Víctor Heredia, "en el pasado protagonizó algún intento de segregación pese al corto número de vecinos".

A mediados del siglo XIX, El Palo contaba con 250 casas y más de 1.800 habitantes, disponía de una escuela de primeras letras y ni siquiera tenía parroquia propia. Sus vecinos trabajaban en las tareas agrícolas, especialmente en las viñas y huertas próximas, y en las faenas pesqueras, que capturaban, sobre todo, boquerones y sardinas. Hacia 1900 la población había ascendido a unos 4.500 habitantes.

El crecimiento urbanístico de esta barriada tuvo como hito más importante la construcción del Colegio de San Estanislao de Kostka, de la Compañía de Jesús, en 1882 a cargo de una sociedad en la que participaban las más poderosas familias de la ciudad. El funcionamiento de este centro educativo religioso, que Heredia aseguró que "rápidamente gozó de un gran prestigio en todo el país", influyó en el desarrollo inmobiliario de esta zona, especialmente hacia el Arroyo de Jaboneros y el mar.

Fua en 1896 cuando el Ayuntamiento de la capital encargó al arquitecto municipal Rivera el plano de atirantado de la barriada y en 1899 la Compañía Inglesa presentó los proyectos de alumbrado de las barriadas de Pedregalejo y El Palo. También en esa época se tendió la línea de tranvías que comunicaba el centro de la ciudad con el barrio a través de todo el litoral oriental

Muy cerca de las chabolas que ocupaban la zona, se ubicaba el cementerio de El Palo y que resulta que es el único que permanece activo en el casco urbano de la ciudad, convertido en una de las señas de identidad de esta barriada. Mantiene un especial encanto de necrópolis popular y antigua, de paredes encaladas y nichos cubiertos de flores.

Un camposanto ilustre

Entre las personas enterradas en el cementerio de El Palo se encuentran el alcalde Antonio Gutiérrez Mata, el poeta José María Souvirón, el empresario Manuel Martín Almendro, el político Pedro Temboury Villarejo o el denominado Rey de los gitanos, Rafael Cano Silva, que falleció en un accidente de tráfico en Brasil en 1974.

Los orígenes del cementerio

El primer camposanto del entonces alejado núcleo de El Palo estuvo cerca dela actual avenida de la Estación. A causa del crecimiento dela población, en 1865 un grupo de vecinos promovió la construcción de un nuevo cementerio mediante una iniciativa que fue aprobada por el Ayuntamiento. A continuación se adquirieron unos terrenos en la llamada Huerta del Saladero.

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