Málaga

Dependencia y sanidad

  • El aumento de la población mayor de 64 años, el descenso de la fecundidad, el freno de la inmigración y la reducción progresiva del saldo migratorio hacen que aumente la dependencia.

MÁLAGA es la provincia con mayor densidad de población de Andalucía y una de las mayores de España. Es la consecuencia de una dinámica demográfica particularmente intensa durante las últimas décadas, con crecimientos netos positivos en todos los años, salvo en 1998 y 2014, tanto en su componente natural como migratorio, aunque algunas cosas han cambiado de un tiempo a esta parte. Puede que la más significativa sea el aumento de la población dependiente (menos de 16 años y más de 64), cuyo acelerado crecimiento desde el inicio de la crisis ha llevado a sobrepasar en 2014 la barrera psicológica del 50% sobre el total de la población y a situarse en el 51,13% en 2015. A pesar de todo no es el más elevado de la historia reciente, ni muy diferente del de Andalucía e incluso inferior al del conjunto de España, pero las características más destacadas de su evolución reciente, la aceleración de los últimos años y el estrechamiento del componente juvenil frente al ensanchamiento del de mayor edad, aconsejan reflexionar sobre sus consecuencias.

A principios de los 80 el índice de dependencia en la provincia malagueña se situaba en 67,8%, inferior al promedio andaluz, pero superior en más de cuatro puntos al español, gracias a que el "baby boom" todavía se reflejaba en el componente juvenil de la dependencia en toda Andalucía. La tasa de fecundidad andaluza en 1976 era de 3,16 hijos por mujer entre 15 y 49 años, frente a 2,8 en España.

En Málaga era 3,02, pero al finalizar la década de los 80 ya se había reducido a la mitad y continuó descendiendo hasta el cambio de siglo, cuando los inmigrantes que comenzaban a instalarse en la provincia propiciaron una recuperación temporal que se mantuvo hasta 2008. Con la llegada de la crisis y la ausencia de oportunidades laborales no solamente se frena la inmigración laboral, sino que se produce el fenómeno inverso.

Los jóvenes malagueños, especialmente los más formados, comienzan a buscar en el exterior las oportunidades que aquí escasean, hasta el punto de llevar el saldo migratorio de 2013 a valores negativos por primera vez en décadas, mientras que la población residente se reducía en 31.000 personas en 2014. Lo que no ha llegado a detenerse es la llegada de inmigrantes no laborales, con edad media elevada, hasta el punto de que la sensación que se transmite desde el sector inmobiliario costasoleño es que su presencia se deja notar en las señales de recuperación que comenzaron a percibirse en 2015. El aumento de la población mayor de 64 años, el descenso de la fecundidad, el freno de la inmigración por motivos de trabajo y la reducción progresiva del saldo migratorio han provocado que el índice de dependencia provincial se haya incrementado en 5,6 puntos desde 2007, con una diferencia superior a un punto respecto del siguiente (Almería) y de 2,2 del conjunto de la comunidad.

Málaga es tierra de inmigrantes, el 15% de la población residente es extranjera, y lo va a seguir siendo en el futuro. La calidad y el coste de la vida continuarán atrayendo a europeos, lo que permite afirmar que, mientras no se aclare el panorama económico como para ofrecer expectativas laborales estables a los jóvenes, la tasa de dependencia va a continuar aumentando por el segmento de mayor de edad, con las consiguientes exigencias al sistema de bienestar. Entre ellas, la adaptación de la oferta de servicios de salud y educación, con una probable presión añadida al ya colapsado SAS. Según el sindicato Satse, Andalucía es la comunidad donde se cierran más camas durante el verano. Granada y Sevilla reducen su actividad debido a que un elevado porcentaje de la población se traslada a zonas costeras, pero en Málaga pasa lo contrario.

Quizás por ello en la provincia sólo se cierran 147 camas, pero si situamos este dato junto al del aumento que experimenta la población en estas fechas, la perspectiva para la atención en urgencias y listas de espera resulta de lo más preocupante. A margen de la presión propia de la temporada estival, conviene recordar que la dotación de personal sanitario por cama hospitalaria en Málaga (0,48 médicos y 0,75 enfermeros, dato de 2011) es muy inferior a la media andaluza (0,59 y 1,02) y española (0,58 y 1,04). Si a lo anterior se añaden las perspectivas derivadas de la explosión en el componente de mayor edad entre la población dependiente, entonces el panorama para la sanidad puede resultar más sombrío que en la actualidad.

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