El mejor del Málaga ayer fue el equipo entero. Por su esfuerzo, su sacrificio, las ganas de ganar. La entrega coral permitió seguir en pie en dos ocasiones, primero en el buen arranque de los gallegos, después en el arreón final lógico del Celta. Pero entre ellos hubo un capitán. Y fue de nuevo Ignacio Camacho, quien ejerció de líder en los momentos más apurados en la medular y se convirtió en la vértebra en torno a la que giraron sus compañeros. Su trabajo fue comparable a la genialidad de Samu en su gol, un perfecto salto con mejor ejecución.

Hubo muchísimos futbolistas que dieron un paso al frente. El más destacado, Angeleri, que completó un partido que no tuvo nada que ver con los precedentes. Muy bien colocado, estuvo atento para salir al corte y tuvo alguna que otra aparición providencial. También se destacó entre los demás, especialmente en la segunda mitad, Antunes, quien tuvo subidas muy vistosas en las que dejó detalles muy buenos para marcharse de cuantos le salían al paso. Kameni, sin hacer los espectaculares encuentros de las dos jornadas anteriores, volvió a mostrar seguridad, aunque en un par de intervenciones tuvo que detener en dos tiempos para conferir algo de misterio.

La nota negativa estuvo en la lesión de Weligton, quien trató de aguantar en el campo pero no le fue posible.