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Israel agita el avispero con un cierre inédito de la Explanada de las Mezquitas

  • Netanyahu prohíbe por vez primera en 40 años el acceso de los fieles al tercer lugar sagrado del islam por el tiroteo a un ultra judío Hoy se reabre parcialmente por la presión de EEUU

El Gobierno de Israel cerró ayer la Explanada de las Mezquitas tras el intento de asesinato del líder del movimiento nacionalista religioso Fieles del Monte del Templo, el rabino Yehuda Glick, a manos de un palestino del este de Jerusalén.

Estados Unidos reclamó al Gobierno de Benjamin Netanyahu que todos los fieles tuvieran acceso a la mezquita de Al-Aqsa, en Jerusalén, y pidió moderación ante la escalada de tensión que produjo el cierre del tercer lugar sagrado del Islam junto a La Meca y Medina, una "declaración de guerra contra los palestinos, musulmanes y el mundo árabe" para el presidente palestino, Abu Mazen, según expuso su portavoz, Nabil Abu Rudeina, una clausura sin precedentes desde la Guerra de los Seis Días de 1967.

La decisión de cerrarla fue adoptada después de que la noche del miércoles un pistolero palestino tratara de asesinar a tiros en la parte oriental de la ciudad al rabino Yehuda Glick, líder de una organización ultranacionalista y mesiánica que promueve la colonización de Jerusalén y el cambio del status quo en la citada explanada, donde se prohíbe a los judíos rezos de ningún tipo. Según la versión oficial, Mutanaz Hijazi, un ex convicto de 32 años miembro del grupo radical palestino Yihad Islámica, se acercó al religioso a la salida de una conferencia en el centro Menachen Begin, en Jerusalén Este, y tras preguntarle por su nombre le descerrajó tres tiros. Hijazi, que trabajaba en el restaurante del centro, fue abatido en la mañana de ayer por la Policía israelí en el barrio árabe de Abu Tor, donde al parecer se resistió a ser detenido.

Las autoridades israelíes adujeron "razones de seguridad" para cerrar por completo la explanada tanto a los musulmanes como a los turistas. Esto último no ocurría desde que a finales de septiembre de 2000 entró en la explanada el entonces líder de la derecha y luego primer ministro israelí, Ariel Sharon, acto que se considera el detonante de la segunda Intifada.

La medida fue condenada tanto por el jeque a cargo de la gestión del recinto, Azam Tamimi, como por el Gobierno de Jordania, que ejerce allí la autoridad desde los acuerdos de paz firmados en 1994 entre Israel y Jordania.

"Es la primera vez que el santuario está cerrado para los que rezan. No podemos entender esta escalada de las autoridades israelíes contra nuestros lugares sagrados. Es un paso muy peligroso que sólo añade gasolina a la pira que ha comenzado a arder en la ciudad vieja", afirmó.

En la misma línea, el ministro jordano de Asuntos Islámicos, Hayel Daud, aseguró que supone una "escalada peligrosa y un inaceptable estado de terrorismo porque implica que los fieles musulmanes tienen prohibido entrar en el santuario".

Una advertencia que fue obviada por ministros y líderes de la derecha ultranacionalista judía, que pidieron a Netanyahu que cambie el estatus de la explanada en respuesta al intento de asesinato de Glick.

Naftali Bennet, ministro de Economía y líder ultranacionalista y pro colono, aseguró que el ataque sufrido por Glick "ha cruzado con sangre una línea roja".

Moshe Feiglin, diputado del ala más extremista del gobernante Likud, se unió a la petición de acceso libre al recinto sagrado.

Netanyahu, que se apoya en estos grupos para gobernar, pidió a la comunidad internacional que olvide su "hipocresía" hacia Jerusalén y al presidente de la Autoridad Nacional Palestina le acusó de provocar.

El portavoz del Departamento de Estado de EEUU, Jennifer Psaki, afirmó que la mezquita "debería ser reabierta a todos los fieles musulmanes".

La presión surtió efecto y hoy será reabierta salvo para los menores de 50 años.

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