Si en toda carrera de fondo lo importante es llegar a la meta, aunque sea tres días después de que lo haya hecho el ganador, en lo que a festivales de música se refiere lo importante es que existan por mucho que el déficit reduzca los presupuestos, los músicos vayan a taquilla y la subida del IVA para los espectáculos amenace con reducir al mínimo cualquier asomo de programación. El Festival Internacional de Jazz de Málaga celebrará su vigésimo sexta edición del 6 al 10 de noviembre con cinco conciertos en el Teatro Cervantes a cargo de artistas correspondientes a la liga mundial (al menos, continental) y otros cuatro en el Teatro Echegaray a mano de bandas malagueñas dedicadas al género. Sin grandes nombres en el cartel, un presupuesto reducido a poco menos de 50.000 euros y los dedos cruzados para que se cubran gastos, el certamen permitirá al menos disfrutar del jazz en el primer escenario de la ciudad y su hermano pequeño. Dadas algunas recientes suspensiones del festival, el desfile de directores y programadores desde la salida de Javier Domínguez y un negro panorama que apuntaba a su eliminación, el mero regreso constituye de por sí una buena noticia.

El programa anunciado ayer para el Teatro Cervantes ofrece en su primera cita el plato más apetitoso del menú: el saxofonista estadounidense Kenny Garrett, que ya ha visitado en anteriores ocasiones el Cervantes y que actuó el año pasado en el Portón del Jazz de Alhaurín de la Torre, presentará el 6 de noviembre su último disco, Seeds from the underground, un proyecto que le devuelve al registro más acústico y tradicional del género y en el que, a través de temas propios, el músico homenajea a maestros como Roy Haynes y Keith Jarrett. El día 7, otro conocido de la afición malagueña, el pianista cubano Omar Sosa, presentará su nuevo proyecto facturado al alimón con el trompetista Paolo Fresu, Alma, un trabajo de carácter reflexivo (reúne únicamente a los dos instrumentistas en el escenario) que abre puertas al jazz latino con apuntes de free jazz y música electrónica. El día 8, un músico largamente acariciado por el festival malagueño, el saxofonista Bill Evans, presentará junto a la Soulgrass Band su último álbum, Dragonfly, un disco que, como indica el nombre de su nuevo grupo, se acerca a los aromas propios de Nueva Orleans (la formación incluye el banjo entre sus instrumentos), aunque también se asoma al rock con mayores dosis de groove. El día 9 llegará el turno de la cantante China Moses, hija de la gran Dee Dee Bridgewater, que hará gala de su estilo inspirado directamente en las divas de los años 50 junto al Raphaël Lemonnier Trío. Y el día 10, el veterano cantante italiano Gino Paoli, autor de verdaderos himnos de la música popular como Senza fine y Sapore di sale, presentará su proyecto Due come noi che..., en el que repasa sus grandes éxitos en clave de jazz junto al pianista Danilo Rea.

En cuanto al Teatro Echegaray, juventud y veteranía se dan la mano en el programa, que incluye en horario de nocturnidad y alevosía a Jazztease 5 (día 7), Susan Valery Quintet (día 8), La Insostenible Big Band (día 9) y el Javier Denis' Andalusí Trío (día 10). Los precios son de 20 euros para los conciertos del Cervantes (salvo el de Kenny Garrett, de 9 a 24 euros) y 10 los del Echegary. Y sí, claro, que suene el jazz.