Cultura

La pasión infinita de Concha Velasco

  • La actriz regresa a los escenarios con 'Olivia y Eugenio', obra que representará en la próxima edición del Festival de Teatro de Málaga

Concha Velasco ha regresado al teatro, un medio que es su "pasión" y su "gran amor" porque nunca la ha traicionado, con la obra Olivia y Eugenio, en un papel de una enferma de cáncer que plantea irse de este mundo junto con su hijo con síndrome de Down, ha explicado hoy la actriz. Tras su estreno en Zaragoza, la obra podrá verse en el Bellas Artes de Madrid a partir del 6 de noviembre y llegará al Teatro Cervantes, dentro del Festival de Teatro de Málaga, a comienzos de 2015.

"Nunca pensé que este personaje tuviera un paralelismo tan claro con mi vida", explicó Velasco sobre una obra escrita por Herbert Morote y dirigida por José Carlos Plaza, que le llegó cuando representaba el clásico Hécuba, que tuvo que suspender en abril pasado a causa de un cáncer del que está hoy curada. Con la salud recuperada, aunque con 12 kilos menos "y cuatro centímetros de altura que no sé dónde han ido a parar", la veterana actriz ha reconocido que también sigue trabajando porque lo necesita "para vivir, y es una maravilla poder hacerlo", aunque tiene claro que no lo hará indefinidamente. "Morir en el escenario es una falta de educación, eso de que el espectáculo debe continuar no es cierto, hay que saber suspender e irte a tu casa a morirte", subrayó la actriz, que en pocos días cumplirá 75 años, como ha recordado, y a quien los médicos solo le permiten trabajar por ahora en el programa de TVE Cine de barrio y en una función diaria en el teatro.

Velasco comparte escenario en Olivia y Eugenio con Hugo Aritmendiz y Rodrigo Raimondi, que alternativamente interpretan al hijo de la protagonista y quien la salva "de sí misma". Porque la obra comienza con un "puñetazo en la boca", cuando Olivia "aparece dispuesta a matarse y matar al hijo", aunque después el amor y el humor hacen que el espectáculo se transforme en un alegato "contra el mundo y contra la sociedad que nos rodea, hasta el punto de que el espectador a veces se siente aludido directamente", explicó la actriz. "Olivia ha cambiado mi manera de pensar", dijo Velasco, que se sigue definiendo como "una muchachita de Valladolid", pero que siempre ha encontrado en el teatro "el vehículo para hacer una crítica social y cultural".

También ha cambiado en lo personal, al contemplar "el auténtico amor" que rodea a las personas con síndrome de Down, "del que deberíamos aprender todos los padres",señaló la "madre postiza" de Hugo y Rodrigo. "Es una chica alegre y amable", dijo Hugo de Concha Velasco, mientras Rodrigo, hijo del tenor Ruggero Raimondi y bailarín de la compañía Danza Down, valoró "el gran apoyo" que les ha dado en los ensayos.

Un montaje en el que Plaza (el director que más veces ha dirigido a Velasco, desde la reciente Hécuba de Eurípides hasta el musical Hello, Dolly) ha asumido el reto de conseguir que "los conflictos estén en escena", partiendo de un texto que "prácticamente es un monólogo". Olivia y Ernesto es realidad un "cuento moral, de esperanza y amor, en el que la pureza se apodera de las malas circunstancias y en el que a través del personaje del hijo se representa lo que necesitaría este país, la bondad", añadió el director. Herbert Morote, que tiene un hijo de 45 años con síndrome de Down, agradeció la apuesta de las productoras Pentacion y Focus por una obra "arriesgada" y el trabajo de Velasco, entregada "como si fuese la primera vez".

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