Fernando Delgado. Escritor

"El que se sienta totalmente satisfecho de su obra poética es un desaprensivo"

  • El ciclo 'Letras capitales' recibe hoy al autor de 'La mirada del otro', que presenta su nuevo libro de poemas, 'Donde estuve', publicado por la Fundación José Manuel Lara en su serie Vandalia

Donde estuve es la nueva entrega poética de Fernando Delgado (Isla de Tenerife, 1947) tras Proceso de adivinaciones, Autobiografía del hijo, Presencias de ceniza y El pájaro escondido en un museo. Esta tarde (20:00) lo presenta en la sede del Centro Andaluz de las Letras (C/ Álamos, 24), en el marco del ciclo Letras capitales, acompañado por Julio Neira.

-¿Qué papel representa la memoria en su obra poética?

-En el caso de este libro es fundamental. Este libro iba a titularse Allí donde estuve pero le quité el allí porque podía parecer un libro de viajes. En realidad, lo que se produce a lo largo del libro es un viaje pero a través de la memoria. Un viaje desde la infancia, pasando por la adolescencia, la juventud y ya casi la vejez, hasta terminar en la muerte. No fue un proyecto de libro que surgiera de esta manera, pero, como pasa con la poesía, se van originando los poemas y luego ordenas y te encuentras con un resultado, en este caso un libro de memorias pero no anecdóticas sino una memoria de la intimidad y de la emoción. Aquí no sólo hago memoria de mí sino que espero la complicidad del lector para responder también a su propia memoria.

-¿Cómo ha evolucionado con el tiempo su voz poética?

-Diría que bien, pero sin estar satisfecho del todo, porque desde luego el que se sienta totalmente satisfecho de su obra poética es un desaprensivo. Es muy difícil conseguirlo. Yo soy un lector muy exigente de poesía y por lo tanto soy exigente conmigo mismo, y si respondiera a mi verdadera exigencia a lo mejor no publicaría nunca, porque nunca estoy plenamente satisfecho de lo que hago.

-¿La poesía es indisociable de la emoción?

-Para mí, sí. Lo que precisamente aporta la poesía es la emoción, la esencia de la literatura. Tú puedes leer una novela para entretenerte pero nunca se lee un libro de poemas como entretenimiento: esperas de él otro tipo de respuesta y yo creo también que te implicas en su lectura con una determinada disposición.

-El descubrimiento de nuevos paisajes se revela para usted como un motor poético importante.

-En realidad los escenarios son telones de fondo que dieron lugar a emociones concretas. A través de la memoria, la atmósfera de esos paisajes ha contribuido a las emociones que el poema pretende transmitir. En este sentido, los paisajes que más emociones me han ofrecido son los de Italia y los de Andalucía. Yo he vivido algún tiempo en Andalucía y me he sentido siempre muy próximo a ella: soy muy sensible a lo andaluz y he tenido muchas experiencias de vida que tienen que ver con Andalucía.

-Hay también algunos homenajes como el de Madrugada en Velintonia...

-Es fundamentalmente un homenaje a Vicente Aleixandre, como gran poeta que fue y por su capacidad para juntarnos a todos, poetas de distintas generaciones en una casa de todos. Hizo de aquella casa la casa de la amistad. Lo fue para muchos. Recordándolo ahora, ese poema me emociona especialmente.

-¿Cuáles son sus poetas de referencia?

-No puedo negar que Pablo García Baena, que tan ligado está a Málaga, es un gran poeta para mí, y que a través de él descubrí a Vicente Núñez. Mis poetas de referencia son Pedro Salinas, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, por supuesto Lorca, Claudio Rodríguez, Francisco Brines, Caballero Bonald...

-En el libro hay poemas bastante largos. Desde que el poema empieza a revelarse, ¿determina también su longitud?

-Yo soy amigo de los poemas cortos, les tengo miedo a los largos, pero me surgen así. También me produce un cierto desconcierto el exceso de brevedad, pero admiro más a los poetas de poema corto. Sin embargo, yo soy más de poema largo, igual que también creo que soy un poeta en cierto modo discursivo y me gustan más los de otra naturaleza. También soy más metafísico y me gustan los contemplativos.

-¿Corrige mucho?

-Muchísimo, hasta el punto de que se convierte en una especie de locura o de obsesión. Cuando voy a entregar el libro lo paso mal. Esto me pasa lo mismo con la poesía que con la novela, pero especialmente con la poesía. Es una labor de filigrana, de artesanía, de pulir, una tarea de limpieza, de precisión y rigor..., y nunca acabas. Es un poco desesperante.

-¿Cómo surgió el poema de homenaje a Paco de Lucía?

-En el libro tiene una gran presencia la música, incluso en algunos poemas pequeños hay una resonancia de flamenco, que me gusta mucho. Y cuando estaba acabándolo murió Paco de Lucía, a quien traté y con quien tuve una cierta amistad en la juventud. Escuché entonces unas declaraciones suyas en las que hablaba del silencio, de la necesidad que tenía de ausentarse de todo para meterse en el silencio, y esas manos empezaban a actuar en él... La emoción de sus propias palabras originó dos poemas, aunque finalmente los uní para hacer un poema con dos partes.

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