Cultura

Torres-García se une a Pollock en el programa del Picasso para 2016

  • El museo abrirá en marzo otra muestra de sus fondos e inaugurará en octubre una exposición del uruguayo en colaboración con el MoMA

El contenido expositivo del Museo Picasso Málaga para el año que viene merece una atención especial por diversas razones. Ante todo, la pinacoteca del Palacio de Buenavista se dispone a clausurar el que va a ser su mejor año en cuanto a afluencia de visitantes, una circunstancia significativa en un curso marcado por la competencia con los nuevos museos que merece una respuesta en consecuencia. Por otra parte, el director artístico de la institución, José Lebrero, fue renovado en su cargo por el Consejo Ejecutivo el mes pasado por sólo un año, plazo breve a todas para luces para el desarrollo de una apuesta cultural óptima; sin embargo, aunque las actividades previstas para 2016 fueron diseñadas mucho antes de esta renovación, cabe evaluar la altura de las mismas de cara a la negociación que volverá a acontecer el próximo octubre en torno una posible reelección. Por último, la consejera andaluza de Cultura, Rosa Aguilar, anunció recientemente en Málaga que el Museo Picasso contará con un presupuesto mayor el año que viene; y, aunque no cuantificó el aumento, resultaba razonable preguntarse cómo iba a sacar partido el centro a tal partida. Finalmente, el mismo museo confirmó ayer que a la ya anunciada exposición del legendario Mural (1943) de Jackson Pollock, que podrá verse del 20 de abril al 11 de septiembre, se suma una exposición dedicada al artista uruguayo Joaquín Torres-García (1874-1949) que se inaugurará el 10 de octubre y que permanecerá abierta hasta el 5 de febrero de 2017. Además, la primera propuesta temporal del museo, una vez concluida la actual Registros alemanes, será una nueva revisión de los propios fondos picassianos de la pinacoteca, con una selección de obras poco conocidas del malagueño a visitar entre el 14 de marzo y el 11 de septiembre, por lo que coincidirá en el calendario con el Mural de Pollock.

El mismo José Lebrero ya había apuntado en su momento su intención de traer al Picasso la exposición de José Torres-García, titulada Un moderno en la Arcadia y armada en colaboración con el MoMA, donde puede verse actualmente. La muestra, comisariada en el museo neoyorquino por Luis Pérez-Oramas, recalará en la Fundación Telefónica en Madrid antes de su llegada a Málaga e incorpora así al catálogo del Museo Picasso una mirada concreta y ambiciosa a las vanguardias desarrolladas en el siglo XX en América Latina (lo que no deja de representar una deuda que seguía pendiente en la institución malagueña, ahora subsanada) de la mano de uno de sus protagonistas absolutos. Con este proyecto, la posibilidad de establecer un diálogo de influencias, referencias, magisterios, aprendizajes y motivos comunes (o dispares) entre Pablo Picasso y sus más destacados contemporáneos (un empeño que en el Mural de Pollock, picassiano confeso, se asoma a lecturas jugosamente prometedoras) alcanza así nuevas latitudes. En gran medida, las vanguardias de América Latina constituyen un corpus desconocido aún en gran parte en Europa. Y el discurso ilustrativo de Torres-García al respecto sirve, de entrada, una puerta de acceso a un mundo tan singular como conectado a las vanguardias europeas.

Fuentes del Museo Picasso apuntaron ayer que Un moderno en la Arcadia reúne una amplia mirada, a modo de retrospectiva, a la producción de Torres-García, desde finales del siglo XIX hasta la década de los 40, por lo que la identificación de los cruces de caminos con Picasso no será ni mucho menos un ejercicio rebuscado. La exposición presentará en Málaga pinturas, objetos, esculturas, un cuaderno de notas original y publicaciones poco conocidas de un artista "con una individualidad radical que elude cualquier clasificación y que abrió nuevas trayectorias de trabajo para el arte moderno a ambos lados del Atlántico. Creó un lenguaje artístico muy personal, conjugando los principios de la abstracción o del arte no representativo con formas arcaicas y esquemáticas del arte primitivo". Joaquín Torres-García desarrolló además "una base intelectual de su obra que difundió a través de escritos, talleres y enseñanzas. Su trabajo ha fascinado a generaciones de artistas, especialmente en las Américas, incluyendo a importantes artistas norteamericanos -desde Barnett Newman hasta Louise Bourgeois - y a incontables artistas latinoamericanos, lo que le hace merecedor de una nueva valoración crítica en la historia del arte occidental".

Si Pollock, Torres-García y Picasso constituyen un menú a la altura de lo que se espera del Museo Picasso para 2016, está por ver. Las actividades complementarias de cada muestra terminarán de conformar un órdago para hacer del arte, de nuevo, materia prima.

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