Cultura

Málaga: los mapas y el territorio

  • La UNIA reúne en su sede del Edificio Mena una colección de cartografías históricas de la ciudad

Convertidos hoy en fenómenos digitales para la localización (y, de paso, la vigilancia) inmediata, los mapas conservan en su evolución la verdadera identidad de las ciudades, la composición de sus hechuras, sus aspiraciones y, sobre todo, la influencia del tiempo en sus dimensiones: por eso, la observación cronológica de los mapas de una urbe permite contemplarla como si de un ser vivo se tratase, si bien en gran medida su crecimiento sigue una dirección contraria a la que impone la naturaleza, reflejándose así en un permanente rejuvenecimiento, gracias a la afinación de la disciplina cartográfica y su tecnología. Por su situación geográfica y su condición de enclave entre dos mundos, Málaga ha sido cartografiada a placer a lo largo de su historia, lo que abre el camino en el presente a una amplia retrospectiva de la imperecedera construcción de la polis. Y justo esto es lo que proponen la Universidad Internacional de Andalucía y el Centro de Estudios Andaluces con la exhibición Andalucía, la imagen cartográfica. Málaga, puerto, industria, turismo, que se inauguró hace unos días en la sala de exposiciones de la UNIA en el Edificio Mena (Plaza de la Legión Española, junto a la Iglesia de Santo Domingo), donde podrá verse hasta el 24 de noviembre: un recorrido por los mapas que en las últimas cinco centurias han permitido a Andalucía, y a Málaga en particular, reconocerse como tales. La concreción malagueña del proyecto reúne 34 mapas, 28 de ellos originales, en un marco temporal que abarca desde mediados del siglo XVI hasta la actualidad: toda una lección ilustrativa dispuesta para quien quiera conocer un poco más una ciudad cuya metamorfosis se revela asombrosa mucho antes de la llegada de los grandes museos y la peatonalización del centro.

El registro cartográfico de Málaga que recoge la exposición se distribuye en tres vértices bien definidos: la actividad portuaria, la industrial y la turística. Si bien el estudio del territorio que abarcaba la capital ya había sido una materia destacada en la Edad Media, dada la importancia del puerto nazarí de la Rayya musulmana, es a partir del siglo XVI cuando Málaga se convierte en objeto de una cartografía individualizada y pormenorizada a cuenta igualmente de su poderío náutico, si bien éste ya había decaído un tanto a costa del esplendor de los puertos de Sevilla y Cádiz. De este modo, lo primeros mapas de la muestra corresponden a los grabados de A. van den Wyngaerde y Joris Hoefnagel (cartógrafos también de otras ciudades andaluzas), que recrean una villa de apenas 15.000 habitantes, con un fondeadero de pequeñas ensenadas, un arenal que alcanzaba hasta las Atarazanas y un muelle aún incipiente. A partir de aquí, la exhibición hace referencia a las investigaciones de los historiadores y académicos malagueños Francisco Cabrera y Manuel Olmedo Checa, quienes subrayan la dotación del Muelle Viejo de levante desde 1588 con un refuerzo de sus defensas. Ya en el siglo XVIII Málaga es una ciudad de 60.000 habitantes que ha culminado notables reformas portuarias, defensivas y urbanas, en una fase trascendental dado el auge del comercio y las exportaciones (de productos como el vino y la pasa, principalmente): será entonces cuando Málaga quede incorporada al circuito comercial con las Indias, lo que se tradujo en una transformación urbana que consignó en 1791 el cartógrafo Joseph Carrión de la Mula en sus mapas realizados en tinta aguada.

En el XIX, Málaga transita de una definición portuaria a otra deudora de ésta pero bien visible en cuanto a sus propios efectos: la que le corresponde como ciudad industrial. Tras el esplendor regenerador del siglo anterior, la ciudad sufre una crisis aguda marcada a fuego por la epidemia de fiebre amarilla que diezmó la población entre 1803 y 1804, tal y como recogió el mapa de las epidemias de Onofre Rodríguez que acompañó la memoria del médico Juan Manuel de Aréjula. Fue el propio desarrollo industrial el que contribuyó a restablecer un tanto la demografía y la economía de Málaga, con la aparición de las primeras empresas textiles, además de ferreterías y otros comercios, especialmente a partir del segundo tercio. Ya en 1857 Málaga cuenta 95.000 habitantes, mientras la cartografía, cada vez más capaz y precisa, incorpora algo más tarde, en 1891, la apertura del casco urbano y la conexión del mismo con el acrecentado Puerto a través de la calle Marqués de Larios.

En el siglo XX, Málaga se convierte en destino turístico: ya desde los años 20, los mapas adquieren un valor promocional y divulgativo de los encantos de la Costa del Sol, en una tendencia que se conservará hasta el mismo siglo XXI. Pero también Málaga será cartografiada a cuenta de la parcelación estratégica del mundo durante la Guerra Fría, tanto por el Ejército Estadounidense (según revelan los mapas impresos en Washington en un temprano 1943) como por la Unión Soviética (con los mapas secretos de los años 70 y revelados recientemente). Málaga crece aún, en nuestros días, observada desde el cielo bajo renovados satélites.

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