Pasarela

Identidades nacidas en el imaginario

  • Cantantes y actores cambian sus nombres y apellidos para desligarse de sus famosas familias o porque quieren que suenen con más gancho.

Hacerse un hueco en el mundo del teatro, del cine o la canción es más fácil si se tienen familiares directos que se dediquen a ello y sean reconocidos por su trabajo. Eso es lo que a priori parece, pero muchos artistas prefieren cambiar sus nombres y apellidos no solo para hacerlos más artísticos. Hay quienes lo hacen para desligarse de padres y hermanos para evitar comparaciones y comentarios sobre que si no hubiera sido por ser hijo de, hermano de o sobrino de no habría llegado tan lejos. Pioneras en esto fueron las actrices Emma Penella, Terele Pávez y Elisa Montés. El verdadero apellido de estas tres hermanas es Ruíz, pero todas rechazaron llevarlo por la mala relación que les unía a su padre. Y ya que estaban, cada una eligió uno para crearse identidades que no les relacionasen. Emma fue la que se quedó con el apellido materno, Terele rebuscó un poco más y optó por el segundo apellido de su abuela materna y más allá fue Elisa, que tomó su apellido de la célebre obra de su abuelo, el compositor Manuel Penella Moreno, El gato montés. Hermanos eran también los actores Carlos Larrañaga y Amparo Rivelles. La explicación es más sencilla que la anterior. Eran hijos de la misma madre pero de distinto padre. Tenían en común el segundo apellido, Ladrón de Guevara, pero prefirieron no hacer mucho alarde de su fraternidad. Los hijos de Carlos Larrañaga siguieron los pasos de su padre no solo en la elección de su profesión, también en lo de desmarcarse de sus hermanos por el apellido. Amparo Larrañaga y Luis Merlo son dos de los actores más reconocidos del teatro español. Siempre que hablan de sus padres y de sus hermanos lo hacen con adoración, pero mientras ella se quedó con el apellido paterno el prefirió poner en primer lugar el de su madre. Aún así era fácil reconocer de quienes eran hijos y por eso sus comienzos no fueron nada fáciles, aunque al final consiguieron el éxito. Un éxito que no ha llegado a conseguir María Esteve. La actriz es hija de Pepa Flores -Marisol- y el bailarín Antonio Gades. María no se cambió el apellido, fue su padre el que se cambió Esteve por Gades. Y ella en vez de hacer uso del artístico de su progenitor o alardear de que su madre había sido la niña prodigio del cine español quiso desvincularse. Pero el parecido físico con su famosa madre no lo podía cambiar y Marisol solo hubo una y a todo el mundo le cuesta ver un calco de la artista. Escuchar el nombre de la actriz Marina San José no hace que se le relacione con nadie del mundo artístico, pero sus progenitores son dos de los cantantes más queridos de la música española, Ana Belén, cuyo verdadero nombre es María del Pilar Cuesta y Víctor Manuel, que se apellida San José pero al que solo se le conoce por su nombre.

Como hiciera Ana Belén hay otros artistas que se cambian el nombre artístico simplemente porque el suyo no les parece lo suficientemente llamativo para abrirse camino en el mundo de la música o de la interpretación. La verdadera identidad de la cantante Pastora Soler es Pilar Sánchez y en su círculo más íntimo le llaman Pili. En el caso de Melendi el asturiano optó por darse a conocer por su apellido y no fue hasta que participó en el programa La Voz cuando muchos conocieron su nombre, Ramón. Si les dicen que Pablo Moreno es uno de los cantantes españoles con más éxito del momento seguro que no le ponen cara ni letra a sus canciones, pero cuando descubren que el apellido de su madre es Alborán todo el mundo sabe quién es. Lo mismo pasa con Sergio Dalma, en cuyo carnet de identidad pone Josep Sergi Capdevila y con Alejandro Sanz que pensó que ese apellido tenía mucho más gancho que el que realmente tiene, Sánchez, uno de los más comunes en España.

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