"Building bridges", construyendo puentes, es el lema de Eurovisión 2015. Pero aquí no sólo hay puentes, sino un tablero de ajedrez geopolítico que se entrelaza con lo artístico y lo mediático. El espectacular show que monta la UER es un escaparate de tendencias y alguna que otra extravagancia, con un pellizco de intrigas y simpatías nacionales: la salsa de este programa. Nuestra representante, Edurne, que partía ayer, y su canción, Amanecer, que había levantado esperanzas, tendrán que sorprender mucho en su actuación para mejorar las perspectivas de las casas de apuestas y de los propios eurofans, corriente subterránea que llevó en volandas el año pasado a la barbada Conchita Wurst hacia la victoria.

Más de 200 millones de espectadores seguirán el próximo sábado la gala eurovisiva en Viena, de los que unos 6 millones serán españoles. Y un puñado aún mayor serán australianos, que se levantarán temprano para seguir el espectáculo europeo que arranca a las nueve de la noche. El representante de Australia, Guy Sebastian, es el gran favorito junto al participante sueco, Mans Zelmërlov. La 2 ofrece antes, este martes a las nueve, la primera semifinal, donde participan tres países que sintonizan con las propuestas españolas: Albania, Grecia y Rumanía.

La puesta en escena de este año vuelve a ser rompedora, con un gran ojo en espiral luminoso centrando el escenario. En el pabellón Wiener Stadthalle habrá 16.000 espectadores. Además de Australia entre los 40 participantes regresan Chipre (que suele simpatizar con las canciones de TVE), Serbia y Chequia. Ucrania rehusó a participar y Turquía mantiene su protesta de no formar parte del grupo de países que van directamente a la final, el Big Five: España, Alemania, Reino Unido, Francia e Italia. Una ventaja que termina siendo un inconveniente, al llegar más desconocidos que los semifinalistas, y como volveremos a comprobar con Edurne.