Toros

El adiós de Manzanares en 'su' plaza de Sevilla

  • El diestro se despidió del toreo a los 53 años en la Maestranza, su coso predilecto.

José María Manzanares, cuando contaba ya 53 años, se despidió del toreo tras 35 años de alternativa en su plaza predilecta, Sevilla, el 1 de mayo de 2006. En la Maestranza había debutado en 1972. El maestro alicantino, aunque sin trofeos, fue sacado a hombros por la Puerta del Príncipe por varios matadores de toros, incluido su hijo, en un hecho insólito, ya que se necesitan tres orejas para atravesar la mítica Puerta. El público, su público durante tantos años, permitió y aplaudió este gesto como reconocimiento a su trayectoria en la plaza de toros de Sevilla

La historia sucedió así:

Cuando Manzanares hijo cortó la coleta a su padre, Juan José Padilla, que junto a Adolfo Suárez Illana y sus esposas veían la corrida en la fila 3 del tendido 5, sacó el móvil. Dio la coincidencia que estaban precisamente detrás de mí y escuché una primera conversación:

-Barrera -se dirigía al matador de toros Antonio Barrera y actual apoderado de Morante- dile a Morante, que lo tienes al lado, que a ese pedazo de torero lo tenemos que sacar a hombros por la Puerta del Príncipe. Miré hacia Barrera, que comenzó a moverse, y cerca de él vislumbré un sombrero blanco, llamativo, que tapaba a Morante. El inquieto Padilla volvió a hacer otra llamada cuando la plaza, puesta en pie, tributaba una ovación clamorosa a Manzanares.

-¡Barrera...! Avisa a Rivera, avisa a todos los del callejón -se encontraban Francisco Rivera Ordóñez, Espartaco, Curro Vázquez, El Cid... ¡Pero, ¿me oyes, Barrera?! ¡Sí, que se encargue Rivera de avisar a los del callejón! Yo me llevaré a Ponce y a Litri, que los tengo debajo de mí -estaban situados en el mismo tendido en contrabarrera-.

Escucho a Padilla decirle a sus acompañantes, cuando el público corea oles a Cayetano en el último astado:

-¡Qué pena! No me estoy enterando bien de la faena. Última llamada de Padilla.

-¡Barrera, todos atentos! Antes de que caiga el toro, quiero que todos estéis ahí ¿Me oyes? Todos. Voy para abajo.

Padilla pide disculpas a varios espectadores situados delante de él y de un salto se sitúa en el pasillo. Se lo comenta a Ponce y Litri, que asienten con la cabeza. Y en menos de un minuto asoman por el callejón el propio Padilla, Morante, con su sombrero blanco, Antonio Barrera... y comienzan a unirse el resto de toreros.

Será Padilla el primero que haga de capitalista, llevando sobre sus hombros al maestro Manzanares. Luego, por turnos, lo izarán otros. Por último, ante la resistencia de la autoridad para abrir la Puerta del Príncipe, Morante, como un mascarón de proa, ataca las tablas... Y alguien abre el portón. Como en una gigantesca ola, Manzanares, como una nave legendaria, es llevado por una oleada de toreros de paisano. La estampa, que rezuma torería, es la estampa del toreo. El público, en pie, se rompe las manos y alguien grita:

-”¡Viva el toreo!”.

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