DOS mismos nombres se sentaron el pasado viernes frente al nutrido grupo de aficionados que la tertulia taurina Tendido 12 puso en suerte hacia los conferenciantes. Uno, protagonista joven, haciendo ya historia y camino en la empresa. El otro, veterano ya, un personaje con muchas cosas que contar sobre esa aventura de recuperar una plaza derruida en pleno centro de la ciudad para convertirla en la principal referencia taurina de esta ciudad después de que se hayan cumplido este pasado julio los treinta años desde su reinauguración.

Dos Pereda en la lid de dejarse entrevistar por quien había adquirido el compromiso de hacerlo, que no fue otro que Javier García Baquero, compañero en esos vericuetos de la crítica taurina, a quien le dejaron en suerte la noche esas escuetas y precisas palabras del presidente de la entidad taurina para agradecer la presencia de todos y, especialmente, de los protagonistas de la mesa a quienes iba dedicado ese homenaje de la peña. Seguramente por muchas cosas. Especialmente por aquella que propició el que ese grupo de aficionados capitaneados por las figuras de Matías Vizcaíno y de Curro Medrano, se trasladaran ya de forma definitiva hasta ese enclave de la bodeguita de la plaza de toros de La Merced. El que hasta ese momento había sido un rincón personal del neófito empresario de entonces, empezaba a convertirse en uno de los rincones más taurinos de la ciudad.

Tuvo también la noche el testimonio del pasodoble en los sones que puso la banda de música Virgen de Consolación. Ella fue la primera referencia para que José Luis Pereda reflejara una de sus convicciones respecto al espectáculo taurino: "Siempre he pensado que la música en los toros es un elemento tremendamente importante para modular la respuesta del público enun determinado momento de la lidia. Hoy todo ha cambiado demasiado respecto a papel del empresario taurino. Tendremos que buscar nuevas ideas si queremos que esto vaya para adelante".

Sirvió el deseo de los aficionados de Tendido 12 para que José Luis Pereda desgranara todo ese enorme caudal de vivencias que le proporcionan una excelente atalaya desde la que visualizar y opinar sobre el panorama taurino de una Huelva a la que en 1984 le surge, redimida del olvido, una vieja plaza. "Aquella fue mi plaza, hasta que llegó un tiempo en que me sucedieron gentes en ese cometido. Desde ese momento, yo tuve claro que tan solo era el capitán de una nave donde todos los que han tenido la responsabilidad de dirigirla, saben que es la afición de Huelva la que va ahí montada".

Con su hijo José Luis sentado a su vera, Pereda argumentó que siempre la había gustado ceder con tiempo el paso a los que vienen por detrás, aludiendo a ese cese como empresario hace ya unos quince años, o el que acaba de hacer con la ganadería en favor de su hijo.

Sería éste quien reconociese que la tarea no es fácil, porque "inevitablemente hay un sello de enorme personalidad implícita en cualquier negocio de mi padre, un hombre listo y tremendamente constante en su forma de hacer las cosas en cualquier negocio. Quizás, la palabra que más me marca en estos momentos es responsabilidad. Responsabilidad para todo, para ejercer como ganadero, para afrontar los aciertos y los tropiezos, y responsabilidad para aplicar a la ganadería los criterios que yo esté convencido de que la pueden mejorar. Cuando me toque rendir cuentas lo haré, pero si ahora tengo la oportunidad de ser ganadero a mis treinta años, lo voy a ser".

Muchas cosas en la mochila del personaje. Mucha ilusión en la del nuevo eslabón, y justicia en el acto de una peña que ha sabido ser consecuente con quien en un momento de su historia echó ese cable necesario.

El acto se abrochó con la entrega de sendos reconocimientos a los dos protagonistas de la noche y una copa de vino español en la propia sede de la entidad.