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Que no sea la última

  • El Unicaja abre la Euroliga en la pista del Cedevita de Repesa Teóricamente, es una de las salidas en las que se puede pescar Mentalización en la plantilla para hacer algo grande

Los viajes hay que disfrutarlos cada uno como si fuera el último que se realiza. Nunca se sabe qué suceso espera a la vuelta de la esquina, si un despdido en el trabajo o una enfermedad. Suena crudo, pero así es funciona. El Unicaja debe disfrutar esta apasionante Euroliga 2014/2015, la 15ª de su historia, la 14ª consecutiva, hasta el extremo, hasta la última gota. Como si fuera la primera. Es posible que si ello sucede no sea la última por más que la guillotina de Bertomeu penda. Es el mensaje que el propio Plaza admitía ayer que había intentado grabar en la cabeza de sus hombres. Hay que hacerlo del notable para arriba en la ACB y en la Euroliga para reclamar sobre la pista con méritos la pervivencia del punto más occidental de la competición. Sólo Tel Aviv y sus peculiaridades geopolíticas están más al sur. Aunque a Repesa, el técnico al que hoy se rinde visita, piensa que Málaga está muy lejos.

El Unicaja aterrizó ayer bien entrada la tarde en Zagreb, territorio sagrado en el mundillo de la canasta. Qué mejor escenario que el Drazen Petrovic Arena para estrenar esta nueva edición de la competición en la que no pocos jugadores deslizan un mensaje ambicioso: el Top 8. Para llegar a ese lugar hay que dar muchos pasos y todo empieza hoy en la pista del Cedevita de Repesa, que empezó a pie cambiado en la Liga Adriática con dos derrotas pero que en la última jornada le ganó por 20 puntos el Partizan. Se podría decir que el Cedevita es una pequeña selección croata sin sus jugadores más imporante. Sólo el bosnio Gordic rompe la uniformidad de la bandera ajedrezada en el casillero de la nacionalidad. Desde ya veteranos de los que se pensó que un día dominarían Europa como Roko Leni Ukic y Marko Tomas, cuya presencia es dudosa aunque Repesa juega al gato y al ratón, hasta prometedores miembros de la nueva hornada nacida ya después de la guerra que amenaza con dominar el baloncesto continental con Saric y Hezonja a la cabeza, pero que aún tiene que hornearse un poco más. Aquí brillan el pívot Marko Arapovic, el alero Lovro Mazalin y el ala-pívot Zganec. Entre medias, solventes internacionales croatas, como los ex ACB Mario Delas y Fran Pilepic, más Luka Babic.

La espina dorsal del Cedevita parece menos sólida que la del Unicaja, cuyo arranque ha sido muy prometedor, desde la prueba de fuego que fue el torneo de Estambul hasta los dos primeros encuentros oficiales, con el pico alto de la victoria en el Buesa Arena. La marcha de Dragic no ha traumatizado a la plantilla como en algún momento pudo temerse cuando se masticaba su marcha. El paso adelante de Toolson, la rápida integración de Jon Stefansson, que confiesa que se siente como si llevara toda su vida en Málaga con apenas dos semanas aquí, y la progresiva afinación de la metralleta de Kostas Vasileiadis contribuyen a paliar algunas de las características diferenciales que aportaba el nuevo jugador de los Phoenix Suns. Donde, por cierto, apenas juega cinco minutos por partido en la pretemporada.

El viaje comienza en Zagreb y ojalá acabara en el mes de mayo en Madrid, donde se juega la Final Four. Aunque es un objetivo que linda con la utopía, tras 10 ediciones consecutivas entre los 16 mejores de la competición, con sólo un avance hasta una casilla más avanzada, si hay una edición en la que Málaga debe reivindicarse en el mapa de la Euroliga es ésta. Aunque, como lamentaba Plaza, no se pueda ver en abierto para toda Andalucía, contemplar al Unicaja una temporada más en la Euroliga debe ser una fiesta que hay que cuidar para que dure el máximo tiempo posible. Que no sea la última.

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