Unicaja

Nubes negras en el Carpena

  • Pasado el ecuador de la temporada, Plaza no ha conseguido tener al equipo en su mano

La temporada 2015/16 comenzó rebosante de ilusión para el Unicaja, con el viento favorable de la mejor campaña desde la década anterior y una sucesión de fichajes seleccionados para hacer crecer aún más al equipo. Y después de haber jugado tres semifinales de competiciones nacionales consecutivas y de encadenar una decena de presencias en el Top 16 de la Euroliga, el margen de mejora pasaba por pisar territorios no visitados desde 2009.

La realidad es que el Unicaja ha pasado el ecuador de la temporada y las nubes negras están encima del Carpena, con una vía de agua abierta que no se cierra. Es más, amenaza con hacerse más grande. El asunto es cómo reconducir la situación en mitad de una campaña. Se han gastado dos balas, obligadas ambas por la marcha de Germán y la lesión de Markovic, con los refuerzos de Nelson y Cooley. No han mejorado al equipo de ninguna forma. Otro relevo más en un equipo que carece de estabilidad no garantiza nada, pero el nivel de presión sigue subiendo. Sin Copa, con el Top 8 lejos tras las dos últimas derrotas caseras pese a que sólo se esté a una victoria del hipotético corte, la temporada se va quedando sin alicientes.

No se detectan líderes en este vestuario del Unicaja, siempre necesarios en situaciones de crisis como la actual. Si acaso, los que más arrojo y ganas están mostrando en las últimas semana son Alberto Díaz y Dani Díez. No se les puede pedir galones a chavales de 21 y 22 años. Kuzminskas genera en la pista con su talento, pero su carácter no es el de un referente. El estado de Suárez y Fran Vázquez, junto al lituano los dos jugadores que comenzaron la era Plaza, es chocante. En junio tenían nivel sobrado de selección española. De hecho, no estuvieron en el Eurobásket porque ellos mismos se descartaron de la carrera. Hoy parecen jugadores de serie B. Suárez no ha digerido bien el cambio a cuatro. De ser un tres con mucho impacto en el juego aunque no anotara mucho es un anodino ala-pívot. Se le ve enfadado consigo mismo y transmite frustración. Nadie duda de su implicación, no obstante. Preocupa más Fran Vázquez, engullido en una espiral negativa. Comete errores impropios, se le ve sin confianza para culminar jugadas sencillas para un jugador de su nivel. Y Plaza no sabe qué tecla tocar ya con él. Con los jugadores americanos, profesionales en el amplio sentido del término, para lo bueno y para lo malo, o el taciturno Nedovic no se pueden esperar lecciones de liderazgo en un momento en el que quema la bola y ofensivamente el equipo es un dolor.

No se puede personalizar, evidentemente, en una situación así. La responsabilidad es colectiva. Pero salen a flote todos los errores que en uno u otro sector se han cometido. El amplísimo crédito acumulado por Joan Plaza en sus dos grandes primeras en Málaga, en las que devolvió al equipo a su lugar natural, ha permitido que hasta ahora se haya contenido la indignación en el Carpena. Pero los pitos ante el Lokomotiv ponen una raya en el suelo. La paciencia, ya lo saben jugadores, técnicos y directivos, se ha acabado.

Si en las dos temporadas anteriores Plaza tenía al equipo en su mano y los jugadores le seguían hasta el fin del mundo, en esta ocasión no ha logrado esa reciprocidad. Algo que está en su debe porque la confección de la plantilla tiene su plácet. El equipo entrenó ayer por la tarde y hoy viajará hasta Tenerife vía Sevilla para jugar mañana ante el Iberostar. En principio, se desplaza Richard Hendrix, aunque lejos de su mejor estado. Los contratiempos físicos de las dos últimas semanas, también la lesión de larga duración de un jugador capital como Markovic, no se pueden obviar en el análisis de la situación. Pero cuando la estructura del equipo es sólida se soportan, como en las temporadas anteriores, los reveses. Otro síntoma de que un equipo que empezó la temporada soñando con la Supercopa y exigido para dar lo máximo no ha mejorado respecto a lo que era en octubre. De hecho, ha empeorado. Y cada vez tiene menos margen para reaccionar.

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