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La química perdida

  • Los malos resultados merman la confianza en la plantilla y en la interacción con Plaza.

El Unicaja se desplazó directamente desde Estambul a Madrid para preparar el importante, adjetivo aparejado a cualquier partido de ACB de aquí al final de la temporada regular, encuentro de mañana ante el Fuenlabrada. El equipo que dejó fuera de la Copa al Unicaja, que multiplica por varios millones de euros su presupuesto. El equipo malagueño le ha dado marcha atrás al reloj y se encuentra en situaciones del primer lustro de esta década.

El Unicaja es ahora mismo un equipo que rebasa por poco el 50% de victorias (10-9 en ACB, 9-8 en Euroliga), que no ha llegado a adquirir el hábito de triunfo que sí consiguió en las dos temporadas anteriores, sobre todo en la ACB. Ha perdido cuatro partidos consecutivos en Euroliga, todos ellos por 10 puntos o más (15.7 de media). Ha caído derrotado ya en 11 encuentros por más de 10 puntos de los 38 oficiales que ha jugado. El año pasado perdió por dobles cifras 10 en 68, seis de ellos en el último mes y medio de competición, lo cual denota una falta de competitividad grave. Y entrados ya en febrero las tenues mejorías en ese apartado que se han querido ver acaban siendo desmentidas en el parqué por sus jugadores.

Definitivamente, no existe la química en la plantilla que sí había en año pasado. Se generó una corriente esperanzadora en verano con los fichajes y subió de fuerza con la semifinal de la Supercopa, en la que se arrasó al Madrid. Contextualmente fue una victoria de un equipo extramotivado con otro fundido física y mentalmente. Pero el primer título que no ganaba el club blanco en muchos meses. Y eso vestía. Los mensajes de Plaza y del club en las semanas previas le dieron prurito de torneo esencial. No se ganó, pero se ilusionó.

El Unicaja de febrero es peor que el de octubre o noviembre. Las lesiones han arrasado en el último mes. Quizá ha agravado el problema, pero negar que ya existía es absurdo. Y ahora hay demasiadas dudas. Es evidente que Plaza no cree ya en varios jugadores de la plantilla y el sentimiento es recíproco. Quizá Nedovic y Jackson son los que mejor lo ejemplifican. En Estambul los dos habían pasado ya por el banquillo antes del final del primer cuarto. No es casual la reclamación de Plaza de un escolta más. Smith era en el que aún confiaba. No lo hace en el francés y el serbio, cada uno con un carácter también especial, algo licencioso Jackson y taciturno Nedovic. Pero ambos han captado, con mensajes dentro y fuera de la pista, que la conexión con el técnico no es la ideal.

El problema se extiende a más jugadores. Suárez y Fran Vázquez fueron recuperados por Plaza para el más alto nivel después de temporadas bajísimas y la temporada de ambos es doliente, han vuelto al punto de partida de 2013. Se sabe que son jugadores implicados, pero no consiguen tirar del carro. Si el año pasado había química también fuera de la pista, era frecuente ver a varios jugadores de la plantilla juntos cenando o almorzando por Málaga o por la costa, es raro verlo este año. El récord de jugadores americanos en la historia del club, cinco, propicia que la plantilla se haya dividido más. No por malos rollos en ella, sino simples cuestiones de filosofías y caracteres distintos. Y cuando los resultados fallan el pegamento siempre es útil. Y si no hay pegamento la química se pierde. Ahora mismo no la hay en este Unicaja.

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