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Al menos 52 civiles muertos por el disparo de un cohete de la OTAN en Afganistán

  • Entre los fallecidos hay mujeres y niños. Karzai asegura que el ataque se llevó a cabo dentro de una operación contra la insurgencia el pasado viernes.

El presidente de Afganistán, Hamid Karzai, denunció este lunes que 52 civiles fallecieron hace tres días en un ataque con cohetes de la OTAN, los datos coinciden con la filtración de documentos confidenciales del Pentágono sobre el controvertido papel del espionaje paquistaní en esta guerra.

Karzai condenó el ataque con proyectiles y aseguró que el Consejo de Seguridad Nacional afgano dispone de información según la cual 52 civiles perdieron la vida la noche del día 23 en la aldea de Regi, en el distrito de Sangin de la conflictiva provincia sureña de Helmand. "El presidente dio el pésame a las familias de las víctimas por teléfono, dijo que las muertes de civiles son inaceptables y pidió a la OTAN que redoble sus esfuerzos para evitar bajas civiles", aseguró el Palacio Presidencial.

Una fuente de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) aseguró que las "investigaciones preliminares" que ha llevado a cabo la organización militar junto al gobernador de Helmand no ofrecen, hasta ahora, pruebas de que los cohetes fueran lanzados por la ISAF, aunque las pesquisas continúan.

Antes de la difusión del comunicado de Karzai, el portavoz adjunto del gobernador de esta provincia confirmó el ataque con proyectiles pero dijo desconocer la autoría y explicó que se había abierto una investigación. Los cohetes impactaron contra una vivienda donde se agolpaban "refugiados" que huían de "combates", según la fuente.

Un jefe tribal de Regi, el mulá Rabani, explicó que un grupo de talibanes irrumpió en el poblado el viernes por la mañana y advirtió a los lugareños de que iban a luchar contra las tropas extranjeras. "Estábamos todos asustados y nos reunimos en un gran complejo. Después un helicóptero vino y atacó varias casas. Se oyeron dos grandes explosiones. Luego vimos que el complejo había sido destruido y que unas 50 personas, entre ellas mujeres y niños, habían muerto", relató a Efe por teléfono el líder tribal. "Yo mismo enterré 30 cadáveres", amplió.

Un total de 1.074 civiles murieron en el primer semestre del año víctimas de la guerra afgana, un aumento del 1,3 por ciento respecto al mismo período del año anterior, según datos de la organización independiente Afghanistan Rights Monitor (ARM).

La ARM achaca a los insurgentes talibanes 661 de las muertes civiles del semestre y atribuye a la ISAF 210, una "reducción considerable" gracias a las "restricciones impuestas en el uso de bombardeos aéreos".

Fue el recientemente destituido general Stanley McChrystal, jefe de las tropas internacionales entre el verano de 2009 y de 2010, quien impuso estas normas para disminuir las víctimas civiles, algo que despertó elogios del Gobierno afgano y recelos entre una parte del contingente militar.

Pero los 90.000 documentos militares estadounidenses filtrados a la organización Wikileaks revelan abundantes casos de civiles fallecidos no sólo en bombardeos o redadas -las acciones militares extranjeras más criticadas-, sino muchos más de lo que se creía por disparos contra civiles desarmados, algo que la ISAF acostumbra a justificar como un protocolo para evitar atentados suicidas.

En su comunicado de denuncia, Karzai aprovechó para aludir a estos informes clasificados -que cubren el período 2004-2010- y sugerir que respaldan la teoría del Gobierno afgano de que "el centro del terrorismo no está en las aldeas afganas sino al otro lado de la frontera", en Pakistán.

El portavoz presidencial, Wahid Omar, profundizó sobre este aspecto en rueda de prensa y expresó el deseo de Karzai de que la filtración sirva para "concienciar aún más" a las potencias extranjeras no sólo sobre las consecuencias negativas de las muertes civiles, sino también sobre los refugios terroristas en Pakistán.

El material clasificado abunda sobre el controvertido papel del espionaje paquistaní (ISI) en la guerra afgana, como un supuesto apoyo logístico a la red Haqqani -a la que se ha acusado de algunos de los golpes terroristas más violentos en Afganistán- e incluso una presunta implicación del ISI en una trama para asesinar a Karzai.

En los círculos diplomáticos afganos, el ISI acostumbra a ser el blanco de muchas críticas, especialmente por su supuesto apoyo a las redes talibanes y por la teoría de la "profundidad estratégica", según la cual Islamabad busca ampliar su influencia en Afganistán apoyando a los grupos pastunes, también presentes en su territorio.

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