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Reyes desata la locura

  • Más de 200 sevillistas recibieron al utrerano en Santa Justa, donde llegó a las 17:20 tras resolver su salida del Atlético · La firma del contrato se certificó a las 20:30

Si al anhelado regreso por parte de la afición sevillista de un futbolista tan querido como Reyes se le une el culebrón en el que se convirtió su desvinculación del Atlético de Madrid, entre otras cosas por un comportamiento que casi rozó la extorsión por parte de la entidad madrileña, el resultado no es otro que el ambiente que se vio ayer a las 17:20 en la estación de Santa Justa, en la que más de 200 sevillistas aclamaron al utrerano a su regreso. 

No hubo tiempo ni siquiera para declaraciones, ya que Reyes fue escoltado por las fuerzas de seguridad hacia un coche que rápidamente sacó al utrerano de la estación. El vicepresidente, José Castro, y el secretario técnico Víctor Orta fueron los representantes de la entidad nervionense que recibieron al utrerano a su llegada, marchándose también con rapidez de la zona mientras los aficionados coreaban el nombre de Reyes, mostraban camisetas con el dorsal 21 (número que presumiblemente portará Reyes) e incluso, se le dedicaban cánticos poco cariñosos al Atlético de Madrid. Reyes pasaba por el estadio a las 20:30 para firmar su contrato. 

Desde el martes 8 de noviembre, en el que en este periódico se daban a conocer los detalles de la primera toma de contacto entre Reyes y el Sevilla, hasta ayer que por fin el utrerano pisó suelo sevillano, el culebrón se fue dilatando en el tiempo e intensificándose en las últimas fechas, sobre todo, por las negociaciones para que Reyes se desvinculara del Atlético, ya que entre la entidad madrileña y el Sevilla el acuerdo era total, al igual que entre el jugador y el Sevilla. 

El último episodio de un serial que rozó el esperpento tuvo lugar ayer. Mariano Aguilar, representante del futbolista, le comunicó la noche del miércoles que se le esperaba en la mañana de ayer en el Vicente Calderón para firmar su desvinculación. Sin embargo, en la mañana de ayer Reyes recibió la indicación de ir a entrenar junto a sus compañeros, ya que el representante del jugador temía una maniobra de última hora por parte de Miguel Ángel Gil Marín para apretar un poco más las tuercas y que el jugador perdonara aún más dinero. El resultado fue que Reyes se ejercitó en solitario en el gimnasio, y que su partida, que se esperaba en el AVE de las 12:00, se retrasara hasta las 15:00, llegando el futbolista con la hora justa a la estación de Atocha para coger el tren. 

Al final, cuando se empezaba a temer que la cuerda se rompiera por la tensión a la que se le estaba sometiendo, el drama se convirtió en película con final feliz. Ocho inviernos después de que Reyes pusiera rumbo al Arsenal, con lágrimas en los ojos, para solventar los problemas económicos del club -algún aficionado recordaba en Santa Justa que el utrerano tiene gran parte de culpa de que el Sevilla siga disputando sus partidos en el Ramón Sánchez-Pizjuán en lugar de en la Cartuja-, el utrerano regresa a su casa. Marcelino ya tiene el refuerzo esperado desde verano. Un refuerzo con mayúsculas.

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