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De realidades y sensaciones

  • El Sevilla mantiene su tren de récord, con 4 derrotas y 56 puntos en 26 jornadas, todo un hito

  • Vitoria marca una parada en un ciclo exitoso con síntomas de fatiga

Jorge Sampaoli se dispone a lanzar el balón con su zurda.

Jorge Sampaoli se dispone a lanzar el balón con su zurda. / raúl caro / efe

Bajón físico, fatiga mental, excesiva distracción, falta de reflejos del entrenador... El empate en Vitoria ha propiciado una serie de análisis que tratan de explicar por qué el Sevilla no fue capaz de amarrar un triunfo que le habría dado la posibilidad de seguir dando lumbre a su quimérico sueño, el de pelear con los dos gigantes del fútbol español por la Liga. Es lugar común en el fútbol que se pase de lo blanco al negro en un santiamén y también es característico de la percepción bipolar de esta ciudad. De la euforia a la depresión apenas media un mal despeje, un centro venenoso y un mal gesto del portero. Para destacar la realidad sobre la sensación no hay nada como acudir a los fríos números.

Con datos objetivos, el Sevilla continúa marcando un tren de récord. Otra jornada más se quedó sin perder y esto ya es digno de destacar en un equipo que va deshojando el calendario y sigue sumando: 56 puntos en 26 jornadas, seis puntos más a estas alturas que en las mejores campañas de su historia, por ejemplo, la 45-46 en la que ganó la Liga, o en la 06-07, la temporada moderna que sigue siendo la referencia del cénit del Sevilla... hasta ahora.

Jamás había sumado 17 triunfos el equipo nervionense en 26 citas ligueras. En las susodichas campañas llevaba 15 a estas alturas, como en la 08-09, la última vez que terminó tercero, que es el puesto que ahora luce, y el objetivo más alto que se había planteado el club a principios del actual ejercicio. Lo de pelear por la Liga vino mucho después, a tenor de ese ritmo que ha acercado tanto al Sevilla a los dos colosos que era imposible mirar para otro lado.

Hay otro dato que evidencia el temporadón que está realizando el equipo de Sampaoli. Sólo en una ocasión había perdido 4 partidos a estas alturas, en aquella campaña 45-46 en la que, con menos victorias y más empates, estaba situado primero, una posición en la que terminaría para proclamarse campeón con aquel recordado empate en Las Corts ante el Barcelona. El actual Sevilla sólo ha doblado la rodilla cuatro veces: en San Mamés, ante el Barcelona, en Granada y en Cornellá. El resto son los 17 triunfos nunca alcanzados y cinco empates.

Precisamente la derrota con el Espanyol marca un importante jalón en el camino de este Sevilla, que justo antes de aquella aciaga tarde en la que el penalti y la expulsión de Pareja marcaron el partido desde el minuto 2 había concatenado la mejor racha liguera, con cinco triunfos seguidos desde Vigo: 0-3 al Celta, 4-1 al Málaga, 0-4 a la Real Sociedad, 2-1 al Madrid y 3-4 al Osasuna.

Puede decirse que hay un antes y un después de Cornellá, puesto que el Sevilla no se ha comportado igual desde entonces. De ahí que ahora que se quedado ¡a cuatro puntos del líder y a tres del segundo! queden más en evidencia algunas señales que venía dando el equipo, sea fatiga mental o física, o sea una suma de ambas.

En el último ciclo exitoso cerrado en Vitoria, el Sevilla ha ganado todos sus partidos por la mínima, salvo uno. Tras el empate en casa ante el Villarreal, el equipo de Sampaoli venció a domicilio en Las Palmas (0-1) y Heliópolis (1-2) y ganó en casa ante Eibar (2-0) y Athletic (1-0). En medio también superó al Leicester City por la mínima (2-1) en un partido cuyo desenlace ajustado puede haber descentrado más de la cuenta a técnicos y jugadores. Pero uniendo ambos ciclos, desde la anterior derrota en Granada, el Sevilla acumula 12 encuentros en los que sumó 9 triunfos, dos empates y la derrota de Cornellá: 29 de 36 puntos. Un ritmo altísimo que sólo pueden igualar o superar... los dos colosos del fútbol español.

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