El inolvidable filial de Antonio Tapia tiene a la mayoría de sus integrantes desperdigados por el fútbol profesional. Y bastantes en la élite. Dos de ellos, Juan Rodríguez y Diego Castro, hicieron carrera y dejaron huella en Deportivo y Sporting, sus destinos tras su periplo blanquiazul . El pasado verano cerraron esa bonita etapa para inaugurar una nueva juntos en el Getafe. Y por ahora, en el plano individual, la suerte sonríe sólo al gallego.

Ambos llegan con roles opuestos a su enésimo reencuentro con La Rosaleda. Diego Castro fue, el pasado lunes, el artífice de la primera victoria liguera de los azulones. Una sobrecarga le había impedido iniciar el campeonato con sus compañeros. Tras minutos de refresco entre semana en el campo del Espanyol, agarró la titularidad en el Betis. Jugando apostado en la banda izquierda y con libertad para irse al ataque, como se hizo indispensable en Gijón.

La historia es negra para Juan Rodríguez. El punto de inflexión fue el derbi menor de la comunidad de Madrid, ante el Rayo. Naufraga 0-1 el conjunto getafense en la primera mitad, sin ideas en la medular. Luis García no dudó en sentar al malagueño en busca de soluciones. Le gustó el recurso de Rubén Pérez y desde entonces es indiscutible junto a Lacen en el doble pivote. Hasta entonces, todos los minutos habían sido del ex centrocampista blanquiazul. Uno llegará pasado mañana como amenaza, el otro a la sombra.