Después de soportar lesiones de todo tipo, recaídas inverosímiles y fatalidad para tres carreras deportivas, Alfonso Sánchez Delgado (Jaén, 1987) vuelve a sentirse realizado en una pista de baloncesto. Parte importante de culpa de las tres victorias consecutivas del Clínicas Rincón la tiene el escolta criado en Marbella, que en Oviedo anotó 28 puntos (6/7 en triples) y lideró junto a Ricardo Guillén el valiosísimo triunfo en El Pumarín (80-83).

-En baloncesto de élite siempre destacó por sus cualidades defensivas. ¿Se ha vuelto un anotador en su madurez?

-No, no. Simplemente intento coger las ventajas que genera Richi [Guillén]. Todas las defensas se centran con él y los exteriores tenemos más huecos, menos responsabilidad a la hora de encarar el aro. Estamos liberados, si se seleccionan bien los tiros hay más probabilidades de éxito.

-No metía 28 puntos en un partido desde...

-Desde que era junior en el Unicaja, seguro. Después no.

-Los 28 no fueron casualidad. Metió 20 en la victoria ante el Prat.

-Se han dado dos partidos en los que he tenido que tomar más protagonismo para crear ventajas con Richi y he aprovechado para finalizar. Hice 20 contra el Prat porque tenía que atacar agresivo el pick and roll y Richi atrae mucho. El Oviedo zoneaba, circulamos bien la bola y encontramos tiros liberados. 15/27 en triples hicimos. Con la falta de Mo [Soluade] también cogí más responsabilidad. Me entraron los tres primeros y...

-La lesión de su muñeca de tiro le obligó a cambiarlo bastante. ¿Empieza a recoger sus frutos?

-Siempre intento asimilarlo a cuando tienes unas zapatillas nuevas y tienes que amoldarte a ellas y ellas a ti. Tenía un rango de movimiento en la muñeca y tiraba de una forma. Ahora tengo que lanzar de otra. A base de entrenamiento y horas he acostumbrado a mis manos, dentro de limitaciones. El dolor que tengo cada vez que boto lo he convertido en rutina. Cualquier jugador tira mejor con el paso del tiempo. Más tiras, más seguro estás.

-En la derrota ante Ourense se tocó fondo. ¿Qué tecla han tocado para esta reacción?

-La lluvia de derrotas nos pegó un bofetón para abrir los ojos. Estábamos en el pozo, pero lo teníamos de cara para demostrar que somos buenos jugadores. Tenemos una oportunidad increíble, en un club que igual no valoramos. Fuimos a Mallorca pensando en un mes de diciembre de locura. Jugamos más responsables, pacientes, con criterio, con inteligencia y consiguiendo por fin que nuestros ataques pasen por Ricardo. Él genera una ventaja, decidiendo cara al aro o pasando. Siempre.

-Usted y Guillén tiran del carro. ¿Cómo es jugar con él?

-Ricardo es de esos jugadores que hacen que el baloncesto parezca algo sencillo. Es muy determinante. He jugado con muchos jugadores buenos, pero con él siento un especial feeling, nos entendemos con mirarnos. Él te lo hace todo más fácil, te aconseja. Su carácter es increíble para competir, siempre tiene hambre y siempre quiere más. Y los balones que pasan por sus manos te dan 50% de éxito.

-¿Han zarandeado a los jóvenes de alguna forma para que reaccionen?

-Cuando eres joven no te das cuentas de dónde estás, quién eres y lo que tienes delante. Han tenido que pasar seis semanas para darnos cuenta de la importancia de los partidos, de cada uno. Hablamos y dijimos que si en diciembre no nos poníamos las pilas iba a ser difícil afrontar el resto de la temporada con una losa tan pesada. Ahora podemos competir. A ver si acabamos el año con 5 o 6 victorias. Y habría que esperar una segunda vuelta aún mejor con más rodaje.

-¿Se puso de acuerdo con su amigos Vasileiadis para la explosión anotadora?

-Pues no (risas). Vino a vernos contra el Prat y después fuimos a comernos una pizza. Pero no fue planeado, salió así improvisado.