Málaga

Los etarras del coche-bomba en Las Pirámides se niegan a declarar

  • Andoni Otegi ha acusado a la Audiencia Nacional de proteger "la presión que está siendo ejectuada en el País Vasco"

Uno de los dos primeros miembros de ETA juzgados en la Audiencia Nacional tras el anuncio del cese definitivo de la violencia hecho por la banda ha dicho que "son tiempos en los que esto (el conflicto) se tiene que solucionar", pero no ha reconocido al tribunal ni ha contestado al fiscal. 

 

"La Audiencia, hasta ahora, está protegiendo la presión que está siendo ejecutada en el País Vasco. Por eso, como son tiempos en los que esto se tiene que solucionar, no reconozco al tribunal", dijo Andoni Otegi al inicio de su declaración en el juicio que se sigue contra él y su compañero del comando Argala Oscar Zelarain por poner un coche-bomba frente al hotel Las Pirámides de Fuengirola. 

 

El primero en declarar ante la sección primera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional ha sido Zelarain, que al igual que su compañero se ha negado a responder a las preguntas de las partes porque, según ha dicho, no da "ninguna licitud a este juicio". 

 

Ambos han expresado su intención de no declarar cuando el fiscal Miguel Ángel Carballo, que pide para cada uno 146 años de cárcel y que indemnicen a los seis heridos en el atentado con casi 100.000 euros, les ha preguntado si pertenecían "a la banda criminal y asesina ETA" y si habían sido condenados por ello. 

 

Según el fiscal, para cometer el atentado los acusados -que ya fueron condenados a 18 años y 3 meses de prisión por poner un coche-bomba en Marbella- robaron un vehículo y cambiaron las placas de matrícula dos días antes del atentado, que se produjo el 21 de junio de 2002, tras lo que colocaron el artefacto con 67,5 kilos de explosivo en su interior. 

 

Zelarain, alias Peio, y Otegi, alias Iosu, aparcaron el coche frente al comedor del hotel Las Pirámides "con la intención de causar el mayor número de muertes posibles dado lo concurrido de la zona en tales fechas". 

 

Alrededor de las 06:30 del día 21 se recibieron tres llamadas alertando de la colocación de un coche-bomba que iba a explotar a las siete de la mañana, tras lo que se personaron en la zona agentes de policía que establecieron el oportuno cordón de seguridad y desalojaron los establecimientos más próximos ya que no daba tiempo a que los artificieros desactivaran la bomba. 

 

La explosión causó heridas a seis personas y provocó desperfectos materiales en vehículos, inmuebles cercanos y mobiliario urbano en un radio de 150 metros causados por la onda expansiva. 

 

Durante la vista oral, que concluye hoy, ha testificado el instructor de las diligencias, que aseguró que cuando acudieron al lugar de los hechos "parecía un escenario de guerra", mientras que otro agente ha confirmado que aparecieron restos del coche-bomba en la playa próxima al hotel, que "estaba a unos 120 metros". 

 

También declaró una de las heridas en el atentado, que recordó que "entró un trozo del coche por la ventana" de su habitación y que a su hija, que estaba en el baño, "se le cayó el techo encima". 

 

El fiscal Carballo imputa a los acusados un delito de estragos terroristas, seis de tentativa de asesinato, uno de falsedad de documento y uno de robo de vehículo.

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