Málaga

La vuelta a lo ecológico

  • La demanda de productos más saludables está animando cada vez más a agricultores a optar por un cultivo libre de pesticidas. Hay mil productores en la provincia.

Hasta hace relativamente pocos años los productos ecológicos parecían cosa de unos cuantos obsesionados con la vida saludable y el respeto por el medio ambiente. A pequeños pasos, la mentalidad del consumidor va cambiando a la hora de elegir frutos de la huerta cultivados libres de sustancias químicas y, lo más importante, es que cada vez son más los agricultores que deciden traspasar la línea de la agricultura convencional en pro de la nueva tendencia que no es más que la vuelta al cultivo de antaño, al de toda la vida.

Desechar los productos fitosanitarios y volver a la agricultura de siempre son las opciones por las que se están decantando muchos agricultores malagueños que buscan en lo ecológico una forma de distinguirse para hacerse hueco en un mercado tan competitivo y la manera de evadir la estrepitosa caída de los precios de los productos del campo. Ya son cerca de mil productores solo en la provincia de Málaga.

José Carlos Varela, socio de Asaja Málaga y uno de los miembros de la cooperativa Bioalgarrobo dedicada a la producción ecológica junto a otros siete agricultores de la zona, es uno de los que decidió dar el paso hace unos seis años y contagió a sus vecinos de finca para que hicieran lo mismo. "Pensé en lo económico, pero también en hacer una agricultura diferente que me satisfaciera por hacer un producto completamente natural", apuntó.

A día de hoy este grupo de agricultores emprendedores ya producen 2 millones de kilos al año entre productos hortofrutícolas y una menor cantidad de subtropicales. Sin embargo, sí reconoció que cuando empezaron "había mejores expectativas que ahora".

Su precio es lo único que todavía hace que el consumidor, sobre todo el nacional y dado la actual coyuntura económica, no termine de apostar del todo por los productos ecológicos. Pero la realidad es que la diferencia de precio con los productos de la agricultura tradicional cada vez se van equiparando más, pese a que cultivar bajo los estrictos criterios ecológicos sigue teniendo mayores costes. Depende del tipo de cultivo, pero de forma genérica este tipo de productos suelen ser entre un 15 y un 20% más caros en el mercado. Aún así, Víctor Pérez, gerente de Finca La Reja, dedicada al cultivo ecológico del olivar desde 1998 cuando apenas había nadie en la provincia que apostara por este tipo de agricultura, aseguró que el producto final "sigue siendo más vendible y tiene más hueco en el mercado porque no hay tanta competencia".

Es al menos el caso del aceite que producen en esta finca de Bobadilla y que en abril recibió el premio al Mejor Aceite de España que otorga el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Por su experiencia, Pérez señaló que el producto ecológico está "más valorado por el consumidor maduro que busca algo más cuando compra como el respeto por el medio ambiente y que sea más sano para la salud".

Esta mentalidad a la hora de comprar todavía cuesta que cale en España. En el caso de Finca La Reja, como en el de la mayoría de los productores malagueños, los principales clientes de sus productos están fuera. Alemania es el mayor importador de la huerta ecológica de la provincia, aunque también otros como Francia u Holanda. A estos países europeos se destina prácticamente el 90% y sólo un 10% se queda en territorio nacional.

La tendencia verde se consolida fuera de España y la compraventa de productos ecológicos es una realidad creciente, que va situando a Málaga poco a poco como un referente en la producción de fruta ecológica fuera de las fronteras. Desde la provincia, se comercializan 200.000 kilos de almendra (descascarada), cerca de 700.000 kilos anuales de aguacates, 15.000 toneladas de cítricos y, al menos, 1.000 toneladas de mango ecológico. Francisco Huércano, también socio de Asaja y un agricultor de Campanillas visionario de lo ecológico desde hace 15 años, se lamenta de que "la triste realidad es que el consumidor nacional no valora lo ecológico", aunque no le desalienta este hecho y asegura que "me arrepiento en absoluto de haber apostado por esta agricultura que sigue siendo a día de hoy más rentable y beneficiosa que la convencional".

No cree, sin embargo, que se haya descubierto nada nuevo con esta forma de cultivar la tierra. "En definitiva lo que se ha hecho es volver a la tradición de siempre pero de forma industrial, a como se ha cultivado toda la vida". En su finca todo es natural. El abonado en la explotación se hace con estiércol de vaca compostado, enmiendas húmicas y quelato de hierro fundamentalmente. El estiércol se compra en fresco y el proceso de compostaje se hace allí mismo para lo que se almacena y se voltea durante un tiempo con la intención de incorporar unos 40 kilos cada tres años a cada árbol.

Las plagas también las combate con tratamientos de aceite y un producto de origen biológico que da buenos resultados en el control de la mosca de la fruta. "Si no usas productos químicos, aunque a corto plazo son más baratos y eficaces, a la larga los efectos son peores porque terminan matando también a los insectos beneficiosos que controlan naturalmente a los otros", explicó.

Esa mayor dedicación y también el hecho de que la producción en ecológico sea en torno a un tercio inferior a la convencional hacen que la apuesta por esta agricultura sea más una cuestión de "filosofía de vida y de futuro". Así lo piensa Javier Braun, otro socio de Asaja que gestiona una finca familiar de subtropicales en la Axarquía, que señaló que es "un trabajo duro por las exigencias que tiene que no siempre tiene la rentabilidad que uno espera".

Salvo excepciones, la principal ventaja de estos cultivos es su mayor salida al mercado y el mejor precio del producto con respecto al convencional. Luis Méndez, ingeniero agrónomo y técnico del sector ecológico de Asaja Málaga, explicó que además las beneficiosas ayudas al sector constituyen un incentivo para los agricultores que apuestan por este tipo de agricultura.

Es una apuesta de futuro en un mercado en el que los productos más sanos y sostenibles están de moda. Lo curioso es que sean considerados productos elitistas, casi de gourmet, cuando vienen de la huerta de toda la vida.

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