Cultura

La soledad y la errancia

Publicado en 1933, cuatro años antes que El niño perdido (Periférica, 2011), Una puerta que nunca encontré es un relato extraordinario, hermosísimo, en el que volvemos a encontrar la intensidad lírica, la transparencia y el fondo autobiográfico que caracterizan toda la obra de Thomas Wolfe. "Mi vida, más que la vida de cualquiera que haya conocido, ha transcurrido en medio de la soledad y la errancia. Por qué o cómo llegó a ocurrir es algo que nunca he sabido. Pero así son las cosas". En cualquier otro escritor, el pasaje sonaría acaso demasiado patético, pero la melancolía de Wolfe, su incurable desarraigo encierran siempre -aun cuando se propone evocar los "tiempos oscuros"- una verdad profunda, luminosa, reveladora.

Como en El niño perdido, aunque aquí el discurso del narrador no se centra en la historia del hermano muerto, la narración se presenta dividida en cuatro capítulos, fechados en octubre de 1931, 1923 y 1926, y en abril de 1928. No es una secuencia ordenada, porque el relato no se compone de hechos sino de impresiones. Cuatro momentos en la vida de un hombre que murió demasiado pronto, pero se aplicó desde muy joven a recrear los años irreparables en un estilo personalísimo donde conviven la descripción minuciosa y las reflexiones sobre el tiempo, la identidad, la memoria. La vida miserable -pero no exenta de belleza- de los arrabales de Brooklyn, la vuelta a los escenarios familiares en los que resulta intolerable la ausencia del padre, la sensación de extrañamiento durante una estancia en Inglaterra o la observación de los camioneros ocupados en una tarea de dimensiones épicas, tales son los motivos desarrollados por Wolfe en páginas memorables que describen los años de formación, el descubrimiento de la ciudad cuando representaba una inmensa promesa o el modo en que la naturaleza, alma del mundo, se transforma con la llegada de las estaciones. Prosista elegiaco de estirpe proustiana, Thomas Wolfe es uno de los grandes poetas de América.

Thomas Wolfe. Trad. Juan Sebastián Cárdenas. Periférica. Cáceres, 2012. 104 páginas. 15,50 euros

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