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Javier Navas

La botella y la Feria

EN el urticante Diccionario del diablo de Ambrose Bierce, el dios Baco es definido así: "Cómoda deidad inventada por los antiguos como excusa para emborracharse". Entre nosotros Baco ha sido reemplazado por la Feria de agosto (ya nos ha prevenido el Papa contra la secularización).

La definición se adapta estupendamente a los botellones, que en fiestas vuelven a arrasar Málaga. La Feria no es un pretexto para "beber" sino para "emborracharse"; una carrera con meta en el coma etílico parece una forma muy poco efectiva de "socializarse", pese a que, según sus defensores, conversar y hacer amigos es el primer objetivo del botellón. Puede que la cogorza sea el comienzo de una gran amistad, pero no justifica los cascos y las bolsas, los orines y el vocerío incansable. Habría que hacer una estadística sobre los vecinos del centro histórico y qué fecha escogen para irse de vacaciones bien lejos.

El Ayuntamiento resiste lo que puede, con campañas informativas y con multas. Como concesión, el Cortijo de Torres se convirtió en pista autorizada para hacer eses. Hubo en principio intención de suprimirlo… y, en cambio, este año se amplió: casi duplicó su tamaño desde la Feria de 2010 (de 4.000 metros cuadrados a 7.500). Dónde iba el Ayuntamiento a meter tanto niño. El espacio habilitado contaba con excusados y contenedores de residuos, que se llenaban muy pronto (los contenedores; a saber lo que tardarían en llenarse los excusados). Además, el alcohol se expande, como los gases. Aparte del corral del Cortijo, los bebedores intentaron recuperar la Plaza de la Merced, que está en obras y especialmente frágil, y tomaron los alrededores de Císter. El concejal de Seguridad explicó que el problema excede la intervención de la policía y que lo que hace falta es civismo. Es decir, no es asunto suyo y que el curso que viene la maestra se apañe.

El concejal de IU, Pedro Moreno Brenes, señala que la gente a la que se le ha pasado la edad para botellones está desertando. La Feria del centro ya no es para las familias y sabe Dios lo que acabará pasando con el Real. Atribuye al despiporre alcohólico el motivo por el que los padres no quieren bajar con sus niños. El paseo consistiría en sortear vidrios rotos y charcos de color y densidad sospechosas. Moreno Brenes quiere que destaquen las "señas de identidad malagueñas". Tristemente, el botellón se ha convertido en una de esas señas de identidad. Que lo autoricen en el Cortijo de Torres, con más o menos remilgos, es darle fuerza de ley. Esta vez parece que la televisión ha enfocado más a Lloret de Mar, pero los últimos años el desmadre de la Feria de Málaga ha sido trending topic en muchas cadenas: la noticia más magreada.

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