La vida vista

Félix Ruiz / Cardador /

Cansados

NOS vemos en las urnas. No por gusto, sino por puñetera obligación. El 26 de junio, aniversario de boda de mis padres que los pobrecitos míos nada tienen que ver en esta guerra pero que en ella se verán. Y en ella también nos veremos. Yo, que conste en acta, volveré a votar lo que voté, con persistencia de bobo, contumaz. Aunque también existe la posibilidad de que me levante ese bonito domingo veraniego y me largue a la piscina sin siquiera depositar mi papelito en las urnas.

Quiero decir que hasta uno, que parte de su obligación laboral consiste en estar al día de lo que ocurre en la política, también se haya cansado, hasta las mismas narices, ofuscado porque estos tipos no hayan sido capaces de ponerse de acuerdo bajo las instrucciones me parece que bien claras que los españoles les dimos. Lo que ahora viene, al menos, espero en que no sea una campaña al uso sino un pasaje breve. Porque ya no hay razón para ello: hoy todo es viejo y cualquier mensaje que se mande sonará a manido, a cosa a dicha. Ni siquiera Podemos y Ciudadanos, que en las anteriores elecciones le aportaban a la cosa un toque de novedad, comparecen siendo otra cosa que miembros de la santísima cofradía de la vieja política, esa, tan sillonera, que no entiende que incluso entre hermanos pensamos muy diferente pero que no por eso dejamos de ponernos de acuerdo.

Y además, intuyo, vendrán los resultados y dirán medio que lo mismo. O sea, que ni habrá una mayoría absoluta clara para PP y C's ni la habrá tampoco para PSOE y Podemos por la vía izquierda. Algo variará la cosa, de acuerdo, pero cómo pensar en un vuelco si la mayoría de las personas con las que hablo de estos asuntos están decididas a votar lo mismo que votaron. Miserias, porque miserias son, de una España que hundida en el desencanto parece condenada a vivir en un bucle melancólico tan propicio para nuestro carácter y que sólo beneficia a nuestros enemigos, que por haberlos los hay aunque algún simple en su simpleza piense que no. Tan sólo consuela pensar que para después de verano, tras esta pantomima, tendremos al fin Gobierno porque a los partidos no les quedará otra que entenderse aunque el recuento les diga que lo que es lo que hay. En ello al menos confío, sufridor como tantos, aburrido, miembro de la hermandad que vota sin sueño alguno pero que aún así sueña con un mañana mejor. Candor de uno, injustificable, pero candor que huele raro en los tiempos de Rivera, Sánchez, Iglesias y Rajoy. Menuda tropa.

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