Crítica 'Eva Van End'

Europa disfuncional

Eva Van End. Comedia negra, Holanda, 2012, 92 min. Dirección: Michiel Ten Horn. Guión: Anne Barnhoorn. Fotografía: Jasper Wolf. Música: Djurre de Haan. Intérpretes: Jacqueline Blom, Freerk Bos, Frans de Wit, Abe Dijkman, Flip Filz, Rafael Gareisen, Ton Kas, Giam Kwee, Vivian Dierickx.

La Eva Van End del título es una adolescente holandesa de familia de clase media tópicamente disfuncional, bajita, regordeta, feucha, callada y con gafas, que se nos parece demasiado a aquella Dawn de Bienvenidos a la casa de muñecas (1995) en la que Todd Solondz diseccionaba con innegable mala leche, incorrección política y humor negro a la familia suburbial blanca norteamericana.

Estamos, por tanto, en un territorio conocido de deformación grotesca y caricatura, por más que, en este caso, la variante social holandesa, con su supuesto bienestar multicultural por bandera, sea el objeto de la sátira ligeramente envenenada en la que la llegada ocasional de un estudiante de intercambio alemán a la casa sirve de catalizador para los conflictos.

A mitad de camino entre aquella sequedad de Solondz y el aire minimalista y pop de Wes Anderson, reverso cómico de la también holandesa Borgman que tuvimos la oportunidad de ver por aquí el año pasado, Eva Van End disecciona las relaciones familiares y desenmascara a cada uno de sus miembros con la dosis justa de sarcasmo compasivo, reconduciendo en todo caso las pequeñas tragedias cotidianas (la iniciación o el conflicto sexual, la frustración adulta, el angst adolescente) hacia el territorio del humor y la comprensión de sus disfuncionales criaturas.

Nos quedamos, eso sí, con una inquietante escena para el recuerdo: la caída de una estrella fluorescente en la frente de Eva después de que su invitado ario alemán le haya hecho el amor medio dormido y de aquella manera.

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