unicaja | panathinaikos · EL RIVAL

Continuidad con retoques

  • Obradovic cumple una década en Atenas con el propósito de recuperar el trono continental · Las llegadas de Pekovic y Fotsis equilibran su juego interior y exterior

En la trituradora de nombres y personas que es el mundo del deporte, Zeljko Obradovic significa una excepción. Que un entrenador permanezca 10 años en el mismo equipo es sinónimo de que las cosas salen bien. No es el Panathinaikos un club fácil porque las exigencias son máximas. Pepe Sánchez cuenta acerca de su experiencia de un año en Atenas que rara vez vivió mayores presiones. Pero Obradovic ha podido con todo el entorno hasta convertirse en un poder fáctico en el Panathinaikos. Los hermanos Giannakopoulos, farmacéuticos de fortuna, miman al hombre que les ha permitido tiranizar en el presente siglo la competición griega y que permite que luzcan tres Euroligas más en el OAKA.

El duro revés de la temporada pasada, cuando el Partizan apeó en la última jornada del Top 16 al Panathinaikos, ha propiciado ciertos retoques. A estas alturas de temporada, el equipo de Obradovic acumula cinco derrotas. Dos en la liga griega ante rivales inferiores (Maroussi y Panellinios) y tres en Euroliga (dos ante el Barcelona y una más en Siena). No es normal pero, como dice Aíto, "no tenían prisa por estar bien hasta ahora". Los rasgos de la filosofía de Obradovic (seis títulos de Euroliga, tres en Atenas y uno con Partizan, Joventut y Real Madrid) permanecen inalterables. Si acaso se ha equilibrado más el juego interior con el exterior con las adiciones de Pekovic y Fotsis. En cualquier caso, un bloque amplísimo y muy potente en todas las posiciones. El PAO (acrónimo del nombre completo Panathinaikos Athlitikos Omilos, cuya traducción sería algo así como el Club Atlético Panateniense) se declara listo para la batalla en Málaga.

bases

La concentración de talento en esta posición es soberbia. Diamantidis es la manija del equipo. Obradovic le tiene en cancha 28 minutos por partido, cinco más que el siguiente. La defensa y el ataque comienzan en él, en su gran mano izquierda. El complemento es nada menos que Sarunas Jasikevicius, el jugador mejor pagado del equipo. Pese a esta fabulosa cabina de dirección, hay veces en las que el juego ateniense se atasca en demasía. Obradovic suele recurrir a emplear a varios bajitos de manera simultánea.

escoltas y aleros

Spanoulis y Nicholas redondean el perímetro titular. El primero es más penetrador y el segundo más tirador. También son complementarios. De Nicholas se esperaba algo más, pero su producción anotadora ha descendido notablemente (5,2 puntos en 22 minutos por encuentro). El serbio Kecman les da refresco, al igual que Perperoglou, uno de los representantes de la nueva ola griega. Un interesante tres y medio. Hatzivrettas parece postergado cada vez más, aunque sus minutos suelen aumentar cuando hay cosas en juego. De cualquier forma, Diamantidis y Jasikevicius suelen coincidir en pista en los finales apretados, por lo que la rotación mengua.

juego interior

Las incorporaciones de Pekovic y Fotsis redondea las proximidades de la canasta. Miden lo mismo, pero uno es un interior puro y el otro un dechado de cualidades técnicas y físicas, capaz de acabar dentro y fuera y lanzar desde un rango interminable. La lesión de Tsartsaris reduce la rotación en los puestos interiores, donde Batiste ejerce desde hace varias temporadas su poderío. No hay pareja más devastadora que la que forman él y Pekovic en el continente. Incontenibles a dos metros del aro. El joven Sakota, de la escuela de Fotsis, alterna con el gran capitán, Fragiskos Alvertis. Juega poco este año. Obradovic le reserva para la Final Four.

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