Unicaja

Culpables

  • El día después de la humillante derrota ante el Prokom se solventa con reuniones en Los Guindos y el Carpena, sin dimisiones como pidió el público y con amenaza de sanciones para los jugadores

El Carpena bajó el pulgar el miércoles. Pidió dimisiones, sin especificar. Unos miraban al palco, otros al banquillo, alguno a la pista. Todos tienen su parte de culpa en este desastre en el que se ha convertido la temporada 2009/10. Fuera de la Copa, con el futuro negro en el Top 16, a un triunfo de la zona de play off, no hay nada a lo que asirse para creer en un final feliz.

Lo peor es que estamos en febrero, el ecuador de la temporada. Quedan, por lo menos, tres meses y medio de competición. Pueden ser un infierno si esto no mejora. Ha habido repuntes, momentos en los que creer, pero los desplomes destierran los síntomas de mejoría. Vienen ahora tres partidos consecutivos en casa. El Carpena comienza a convertirse en un solar, las gradas se van despoblando en un proceso iniciado ya alguna temporada atrás. Hay un hartazgo que no se disimula y que no beneficia a nadie.

El día después de la debacle se saldó con reuniones en Los Guindos y el Palacio, la escena del crimen donde el equipo volvió a ejercitarse, entre la cúpula directiva, técnicos y jugadores. A estos, a los que en su día se sacó a la palestra para expiar los pecados por una hiriente derrota en Santiago de Compostela, se les dijo que se aplicarán sanciones económicas por bajo rendimiento. Ahora no, dicen, pero los jugadores saben que las habrá. 

No hubo ninguna dimisión, como exigía el público. Ni tampoco destituciones. Se sigue mandando el mensaje plano y conciliador, personificado en el director general, Berdi Pérez. “Esto siempre se soluciona ganando partidos. Es lo más importante. Entiendo a la gente que se manifestó, pero lo que hay que hacer es ganar. Por supuesto que seguimos confiando en Aíto. No es que haya tenido un éxito puntual, es que es un hombre de dilatada experiencia. El entrenador jamás ha dicho que no confía en los jugadores. No me consta que tenga diferencias con la plantilla”, aseguró en los micrófonos de Punto Radio. Nada nuevo bajo el sol, aunque las consecuencias del terremoto polaco aún no se pueden cuantificar.

Entrenador

Aíto ya no es intocable, no ha optimizado al grupo

Pocas dudas generó la llegada de Aíto García Reneses a Málaga. Siguiendo la senda iniciada con Bozidar Maljkovic y continuada con Sergio Scariolo, se apostó por el veterano y laureadísimo técnico madrileño. Acaso, había quien le recordaba aquella final de ACB en la temporada 1994/95 en la que su Barcelona y un entonces modesto Unicaja vivieron una cruenta batalla. La ovación que recibió en el Trofeo La Pollinica despejó cualquier duda. Málaga olvidaba. Más allá de sus incontables títulos, gustaba su impecable trabajo con el Joventut, al que devolvió a la gran élite, arriesgando y dando confianza a dos talentos de época como Rudy y Ricky.

Un primer año que esta temporada está convirtiendo en excepcional, entonces se calificó de bueno, ha dado paso a un segundo nefasto. En febrero ya se puede calificar así, salvo una deseada escalada monumental. Aíto no ha optimizado, ni de lejos, los recursos de una plantilla, cierto es, empobrecida respecto a la temporada anterior. Ha habido muchas lesiones, es innegable. Pero hay unos niveles mínimos a los que no se puede descender. El discurso de las ausencias y las lesiones ha caducado ya. Pocos jugadores han mejorado, siquiera igualado, su rendimiento respecto al que ofrecieron en sus equipos de procedencia. La confianza mutua se ha resquebrajado. Cada ataque estático del equipo es una visita al dentista. Un dolor.

“No tenemos una buena concentración e intensidad”, decía Aíto tras el bochorno ante el Prokom, aludiendo a la ausencia de una pretemporada completa que impidió adquirir tales hábitos. Es tarea del entrenador inculcar tales valores a una plantilla, tener capacidad de improvisación para alterar el plan, si lo hay, para que funcione. Y no ha sido capaz de conseguirlo. Aíto era intocable a comienzos de esta temporada, bien entrada la misma a pesar de los malos resultados. Pero ya no lo es. El club barajó despedirle, pero cuesta mucho dinero, más de un millón y medio de euros pues le queda un año más de contrato. “Nunca entierren a Aíto. En Badalona perdimos nueve partidos seguidos y acabó saliendo a hombros”, dice una persona que colaboró estrechamente con él en la Penya. Hay quien aún cree en él, aunque en el club cada vez menos. Sus conferencias de prensa en Vitoria o en Madrid han desconcertado muchísimo.

Plantilla

Por debajo de las expectativas, falta calidad y personalidad

La plantilla no se puede ir de rositas en este despropósito. La actuación colectiva ante el Prokom debería sonrojar a quien tenga orgullo y amor propio. “No lo entendemos y somos los más afectados”, es el mensaje que le dieron a los mandamases del club cuando lo requirieron. No lo pareció sobre la pista. La actitud de no pocos jugadores fue indigna. El desacierto fue indecoroso para un equipo profesional. No sólo en el tiro, que tiene tela el porcentaje, sino en otras facetas.

Falta calidad y personalidad, es el diagnóstico sobre la plantilla que se hace en el propio club. Teóricamente, sería culpa de los que la confeccionaron. Pero en el vestuario del Carpena conviven campeones del mundo, internacionales con sus selecciones, jugadores con dilatada experiencia en la NBA, gente con teórica ambición por crecer y recorrido que en algunos casos no sólo no han progresado, sino también involucionado. Es lo más preocupante. Se hicieron algunos contratos a largo plazo. Freeland, Printezis, Blanco y Rubio llegaron para al menos tres años. De los dos primeros no se duda de su potencial, aunque se les pide más continuidad. Blanco apenas ha tenido continuidad con las lesiones y Rubio está técnicamente fuera de la rotación porque ha dejado ver sus limitaciones en pocos meses.

De los veteranos, Welsch y Jiménez sostuvieron como pudieron al equipo en los primeros meses, pero no son primeros espadas sobre los que cimentar un proyecto y han acusado el cansancio. Berni quiere, pero no puede porque el físico no le llega. Archibald ensarta partidos decentes una vez abandonadas las lesiones y Cook alterna exhibiciones con ataques de locura. Un total de 19 jugadores han vestido la camiseta del Unicaja esta temporada y en breve se le sumará a esta cuenta Gomis. Lo mejor que ha hecho Aíto esta temporada es hacer debutar a Lima y Freire y darles minutos. Ellos deben ser parte de la reconstrucción del equipo y en el haber del técnico madrileño quedará.

Dirección general y deportiva

Un mal diseño, palos de ciego y un futuro muy incierto

Berdi Pérez aterrizó en el verano de 2007 en Málaga. Venía a cubrir un hueco que Sergio Scariolo creía por rellenar, el de un director general que sirviera de enlace con la caja, con el consejo. La cúpula lo vio con buenos ojos. Llegó avalado por su trabajo en Las Palmas como responsable deportivo. Trajo de Estados Unidos a jugadores que después han hecho carrera en Europa. “Mis labores se centrarán en coordinar todas las áreas del club, deportiva, administrativa y comercial, que están dirigidas por grandes profesionales. Me estoy subiendo a un coche que ya está en marcha, y con buena marcha, y vengo a coordinar y a maximizar los aspectos que se puedan”, aseveró en su presentación. A tenor de la visto, el coche ha pasado de largo.

En poco ha mejorado el Unicaja en este trienio. Deportivamente, se ha empobrecido. Es verdad que los recursos económicos no son los mismos, pero de la “optimización” que hablaba en su presentación en sociedad poco resto existe. Este año concluye su contrato con el Unicaja y no será renovado. La confianza en él dentro del club ha desaparecido. La plantilla diseñada se ha revelado desequilibrada. 19 jugadores han vestido la camiseta verde ya esta temporada. Se han dado palos de ciego, con temporeros que no han resultado. Se apostó por jugadores jóvenes, interesantes a priori. El resultado inmediato ha sido nulo. La marcha de Carlos Cabezas, más allá de la pérdida de un referente, supuso que la plantilla quedara coja por el asunto de los cupos. Con 11 millones de euros a disposición se podía hacer algo más.

La labor de Berdi Pérez se ha solapado con la de Juanma Rodríguez, director deportivo desde que el club empezara a crecer aceleradamente, allá cuando el subcampeonato del 95. Rodríguez también acaba contrato esta temporada y su continuidad está en el alambre. Su responsabilidad en la confección de la plantilla es evidente.

Consejo de administración

Elección deficiente de los responsables e inacción

El consejo de administración es el responsable último de la situación. Compuesto por cinco personas, ayer hubo reunión entre ellos. Hubo quien no pudo asistir por motivos laborales, pero estuvo presente por vía telefónica. Los cargos son de confianza de la caja. Francisco de Paula Molina es el presidente, Juan José Navarro el vicepresidente, José Manuel Domínguez el secretario y Ángel Fernández Noriega y Sebastián Morales, consejeros.

 

Reprochar a la caja algo es complicado cuando todos los logros que se han conseguido en el mundo de la canasta en esta ciudad se deben a su apoyo y solvencia económica. Varios de los consejeros ostentan cargos importantes en la entidad financiera y en este periodo de crisis, de encaje de bolillos económico y de fusiones bancarias que van a cambiar el rumbo, son requeridos para labores más altas.

Pero también el consejo tiene su cuota de responsabilidad en esta situación. Aunque sea por la deficiente elección de los responsables. Se admite que la contratación de Berdi Pérez no ha dado el resultado que se esperaba en un inicio. Los diferentes entrenadores que han pasado por este equipo en los últimos años han reprochado la lentitud de reflejos y los trámites que debe pasar cualquier operación, que han impedido algunos fichajes de campanillas por demora en las gestiones.

Son las peculiaridades de una entidad que, a cambio, ofrece una estabilidad económica que es la envidia de la práctica totalidad de los clubes europeos. Con esas supuestas trabas, este club ha ascendido hasta casi el cielo, se ha codeado con la élite y no ha dejado de progresar. Es cuestión de todos conseguir retomar un camino que se ha torcido. Y, quizá lo más importante, reconquistar a una afición desencantada. El objetivo final de la inversión es vender buena imagen. Y la que se ofrece ahora es mala, muy mala.

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