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Fiesta verde envuelta en una atmósfera mágica

  • Vibrante El Carpena se vistió de gala para recibir a un Madrid que se vio superado por un ambiente que recordó tiempos pasados Acertados Gabriel y Haislip reaparecieron dando muy buenas sensaciones

No es una visita la del Real Madrid de aquellas que causan indiferencia y provocan un ambiente frío. Ni mucho menos. La leyenda de club más laureado del baloncesto continental sigue provocando expectación allá donde va. La historia escrita por los Ferrándiz, Luyk, Brabender, Corbalán, Sabonis, Petrovic y compañía tiene ahora continuidad en un equipo con menos estrellas, pero igual de efectivo.

Es el sello que el neófito Joan Plaza ha conseguido imprimir en poco más de un año. Pocos destacan y todos aportan. Un bloque cohesionado que ha conseguido hacer olvidar los años de penurias vividas en la Casa Blanca en los últimos años hasta que la temporada pasada llegaron una Liga ACB y una Copa ULEB. Los Bullock, Reyes y compañía han devuelto a los blancos al estatus perdido, aunque ayer sólo fueron una sombra del equipo serio y ordenado que acostumbran. Y eso se nota. Hacía muchos meses, quizás desde la serie de cuartos de final de la Euroliga contra el Barcelona, que no se veían colas en la taquilla del Palacio para conseguir algunas de las pocas entradas puestas a la venta. Y mucho tiempo también desde que las gradas no estaban engalanadas con una bandera gigante con los colores verde y morado. Diez minutos antes del encuentro el aforo estaba completo, algo inusual también, y el ruido se apoderó del ambiente desde instantes antes del salto inicial para no abandonar ya el recinto cajista hasta hora y media después.

Estaba claro que el de ayer no era un partido más, y no sólo por lo que había en juego. Y la afición malagueña lo disfrutó creando un ambiente espectacular. De los que ponen la piel de gallina. Como el vivido en aquella eliminatoria de semifinales con el DKV o en la serie europea con el Barcelona.

German y haislip

El encuentro contaba con el aliciente de poder ver el regreso de los lesionados German Gabriel y Marcus Haislip. Se sacrificó la presencia de ambos en Estambul para ultimar su puesta a punto de cara al partido de ayer. Y el plan salió a pedir de boca.

Ambos comparecieron en el encuentro con la segunda unidad. Scariolo tiró de sus otros tres pívots antes de darles entrada, algo que quizás se produjo antes de tiempo al cargarse Santiago y Ndong con dos y tres faltas personales respectivamente mediada la primera mitad. El ala-pívot malagueño entró a falta de 17 segundos para la conclusión del primer cuarto. Y su aparición fue una declaración de intenciones. Jugó un pick and roll con Cabezas y lanzó un triple para cerrar el cuarto. El tiro no entró, pero el error no amilano a Gabriel, que completó un segundo cuarto excepcional: once puntos, con 3/5 en triples, para marcharse al vestuario siendo el máximo anotador del encuentro.

El norteamericano no le fue a la zaga. Entró a falta de seis minutos para el descanso tras la tercera de Ndong y un minuto después inauguraba su cuenta tras capturar un rebote ofensivo. Después, un triple y un tiro exterior. Entre el estadounidense y el malagueño anotaron 10 de los últimos 12 puntos del Unicaja antes del descanso y propiciaron que la renta se estirase hasta los 16 de ventaja. Fueron la llave que abrió la caja de Pandora para el Madrid.

En la segunda parte, el regreso de ambos al parqué se produjo con el partido ya totalmente de cara, con mención especial para el de Tennessee. Salió en los últimos instantes del tercer cuarto en los siguientes diez minutos demostró de lo que es capaz después de haber estado dos semanas sin jugar. La inexplicable antideportiva que le señalaron los árbitros le encendió: triple, dos canastas de dos y un tapón estratosférico que mandó el balón a la grada. Se marchó con cinco faltas y rentabilizando al máximo su presencia en la pista: 14 puntos en 15 minutos. Gabriel no volvió a anotar. Pero no hizo falta. La fiesta ya estaba montada.

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