Llegó en verano, pero fue inscrito el último día del mercado de invierno. Jordi Pablo Ripollés está cada día más cerca de vestirse de nuevo la elástica albiceleste. La última que vez que lo hizo fue en el estadio Ciudad de Valencia, en el que cayó gravemente lesionado de la rodilla por culpa de un mal apoyo. Precisamente apoyo es el que ha encontrado ahora para terminar de dejar atrás su rotura de ligamentos. El de su familia, compañeros y componentes del servicio médico del Málaga siempre lo ha tenido. Ahora verse con el dorsal 21 de su propiedad le da el empujón de moral casi definitivo. "He estado en un túnel y ya estoy viendo la luz", dijo ayer en la Ser.

Al de Vinaroz no le pilló por sorpresa que el club le diera de alta porque era algo previamente acordado, pero sí le invita a pensar que ya queda menos para el sueño de regresar y consumar su debut en partido oficial como jugador del Málaga. "En mi contrato estaba reflejado que tenían que darme la ficha ahora en enero y estoy muy contento. Mi lesión va bien y de aquí a poco seguramente entrenaré con el equipo", explicó el jugador, a quien los plazos médicos le recomiendan seguir entrenándose en solitario hasta la próxima semana o la otra, echa prevista para que se pruebe dentro del grupo: "Me falta poco, creo que en dos o tres semanas empezaré con el equipo y a ver cómo va todo, aunque no quiero ponerme un plazo".

Ahora que ha recorrido el tramo más complicado de su lesión, no quiere prisas que puedan derivar en un retraso más de su reincorporación: "Tengo muchísimas ganas de ayudar a mis compañeros en el campo, pero esta es una lesión muy larga, muy jodida, y poco a poco habrá que ir viendo cómo va la rodilla. En función de cómo vaya respondiendo, iré haciendo cosas".

Jordi Pablo fue muy explícito al hablar de sus sensaciones cada domingo: "Lo paso mal cada fin de semana viendo al equipo por la tele o en La Rosaleda. Estoy ansioso por entrar en el equipo, porque si no juegas, es jodido".