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Para Samu sí había más trenes

  • Su agónico gol del triunfo ante el Betis es otro capítulo extraordinario en su vida Con 14 años probó en el Chelsea de Mourinho y en el Glasgow Rangers

El fútbol engloba una bipolar moraleja para los que pelean el sueño de la gloria: son muchos los trenes que parten con destino a la fama, pero suelen parar sólo una vez en el andén de los jugadores. Por eso hay que ser muy consciente de que, cuando llega, el vagón no se puede escapar. La historia de Samu, no obstante, contradice la costumbre. El delantero es un canterano atípico: con 14 años tuvo dos oportunidades internacionales de las que sólo unos privilegiados podían disponer entonces y le llegó la oportunidad del primer equipo del Málaga a los 23. Al borde del inicio de Liga, cuando no podía bajar al filial por su edad y estaba más fuera que dentro, el club le hizo un contrato profesional. Y días después debutó en Mestalla. Su estrella es muy peculiar.

Samu jamás olvidará la piña que se le acostó encima cuando a los 93 minutos metió el primer gol profesional de su vida. Para firmar una victoria más que necesaria, con La Rosaleda entregada a él. "El día más feliz de mi vida", contaba con la voz y con su mirada brillante ya casi en la madrugada del lunes. Desde entonces hasta el mediodía de ayer no paró de retuitear todos los mensajes de apoyo que recibía en su perfil de Twitter.

Ahora para muchos es Samuel, pero siempre fue Samu, aquel espigado y adelantado a su tiempo talento. Jugaba en zona atacante en el PTV Conejitos, como mediapunta. Ajeno a sus peripecias en campos de albero, José Antonio Reyes fichaba en diciembre de 2004 por el Arsenal. El sevillano abría una puerta desconocida para los andaluces. Así que los dirigentes británicos volcaron sus ojos al sur de Europa. Uno de ellos, Steve, tenía buenos informes del prometedor cadete y le granjeó una prueba en el Glasgow Rangers. Allí estuvo dos semanas tomando contacto con el mundo profesional. Sin embargo, el Chelsea, entonces dirigido por José Mourinho en su primera etapa, jugó sus cartas hábilmente para anular el compromiso adquirido con los protestantes y poner rumbo a Londres. George Gray fue el emisario artífice, que convenció a un Samu que se sentía muy solo en Glasgow y asustado por el clima y la comida en Escocia. Londres parecía que iba a cambiar su sino. Con 14 se entrenaba con el filial, era vecino de Terry y Makelele y Jose Mourinho tuvo un guiño especial con él: le permitía a diario, mientras estuvo a prueba, comer con los miembros del primer equipo, un privilegio del que sus compañeros no gozaban. El rosario de parabienes y vanidoso proyecto de Roman Abramovich tampoco terminó de seducir a un futbolista que continuó priorizando en su balanza la cercanía de los suyos.

A partir de ahí, el globo de Samu pareció pincharse. Enrolado en el Dos Hermanas San Andrés se asomó por la Primera Andaluza, luego llegó a la Tercera como miembro del Alhaurino. Sin embargo, toda la gran progresión que prometía pareció desvanecerse. Fichar para el filial del Málaga le volvió a poner en el camino hacia el sueño que siempre quiso, pero nunca agarró la continuidad. Manuel Pellegrini tiró de él para varios entrenamientos con el primer equipo; el que fuera director deportivo en la época dorada, Antonio Fernández, lo tenía como ojito derecho. Pero tuvo que desmantelarse el equipo de la Champions para que de nuevo se le viera en el andén. El futuro del malagueño de La Luz vuelve a ser una decisión en sus manos.

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