Málaga

Enroque en la Casona del Parque

  • El alcalde de Málaga abre un debate sobre su sucesión y concluye que quiere sucederse a sí mismo De la Torre quiere mostrar su faceta de dirigente preocupado por los desfavorecidos

EL alcalde de Málaga acaba de enrocarse, pero en una interpretación libre del movimiento habitual en el ajedrez. Es cierto que ha sido una jugada defensiva, pero no lo ha hecho para proteger al rey, que se supone es Elías Bendodo, sino más bien para todo lo contrario: dejarlo a la intemperie porque entiende que era el monarca el que amenazaba a su propia torre. A no ser que el munícipe, en su fuero interno, en realidad piense que la única corona real en Málaga la lleva él.

"Sólo vale para ser alcalde". La opinión es de una persona que lo conoce profundamente desde hace años. Con esta premisa, hay que descartar que Francisco de la Torre haya pensado por un momento en que ha llegado la hora de colgar las botas y disfrutar de su jubilación en el Senado, que espera se prolongue todo lo posible. No. Así que sus declaraciones de la pasada semana en las que aseguró que en verano tomará la decisión de presentarse a la reelección, si la salud le acompaña y el público se lo pide, son mera formalidad, si se encuentra como hasta ahora. No parece que a estas alturas en esta materia haga caso de las recomendaciones de su señora, Rosa Francia, como tampoco de su consejo desde Onda Cero de que evite que los plenos se eternicen con las mociones más variopintas. Su único papel político admitido públicamente es el de ayudante técnico con el barreño.

Distinto fue su segunda andanada. Él no aceptará ganarle la Alcaldía al PP para entregársela a Bendodo, el único delfín que le ha sobrevivido. La otra alternativa lógica es la de Damián Caneda, pero si sospechase que pudiera darse esa posibilidad entonces moriría con las botas puestas. El alcalde es un hombre que cree en conspiraciones y las ataja a la más mínima sospecha. Fulminó a Joaquín Ramírez, cuando figuró de número 2 en su lista, pero dedujo que el entonces presidente provincial del PP maniobraba para sustituirle a la mínima oportunidad. Ahora los tambores de la Avenida de Andalucía, la sede popular, mandan las mismas señales.

Quizá el convulso paso por la UCD ha convertido al alcalde de Málaga en un experto en detectar intrigas. Lo que sí hizo fue agotar toda su paciencia respecto a los partidos políticos y casi le secó sus ahorros, con las deudas que tuvo que pagar tras la desaparición de aquel conglomerado de la Transición. Si pudiera militaría en un partido unipersonal, como candidato. O, quién sabe, si su declaración obedece a que estaba cerca el 23-F y escuchó ruidos civiles de sables y reaccionó. Justo cuando Bendodo está en otras batallas con Juan Manuel Moreno Bonilla.

El caso es que De la Torre sigue moviendo ficha. Tras la subida del agua y otras decisiones impopulares, ha resuelto mostrar su perfil más social, y el Ayuntamiento comprará un puñado de pisos para familias pobres. Lo dice el estribillo de la murga Los de la torre: "En esta ciudad no hay quien mueva al De la Torre".

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