La Encuesta de Población Activa que publicó ayer el Instituto Nacional de Estadística (INE) relativa al cuarto trimestre del año pasado arroja más sombras que luces en el mercado laboral malagueño. Hay una fuerte disminución del paro, tanto trimestral como anual, pero no se debe a un repunte económico sino a una gran merma de la población activa. De hecho, ahora hay 10.400 personas menos trabajando que hace un año, lo cual no es motivo precisamente para la alegría. La tasa de paro, además, solo cae unas décimas y se mantiene en el 25%, casi siete puntos más que la media nacional.

Esta encuesta, considerada por los expertos como el análisis más fiable para conocer el comportamiento del empleo en el país, juega con varios parámetros. Publica la población mayor de 16 años con ganas de trabajar, al que denomina activos, y, dentro de ese colectivo, están los que efectivamente trabajan (ocupados) y los que están en el desempleo (parados). La suma de ocupados y parados da la población activa. En los años de bonanza, el volumen de parados crecía en Málaga, pero se debía a que había cada vez más activos atraídos por la posibilidad de encontrar un trabajo y el mercado laboral malagueño era incapaz de absorberlos a todos. Ahora está ocurriendo el fenómeno contrario. Hay menos parados, pero porque la población activa cayó en picado en el último trimestre del año pasado, denotando una cierta incertidumbre.

Málaga cerró el 2016 con 760.200 activos, 23.700 menos que en el tercer trimestre y el volumen más bajo desde el segundo trimestre de 2011. De esos activos, 570.100 estaban ocupados en el cuarto trimestre en la provincia,15.800 menos que en verano y 10.400 menos que hace un año. Hay que remontarse al primer trimestre de 2015 para encontrar menos trabajadores. La merma interanual se ha producido en el sector servicios y en la agricultura, mientras que sí ha habido un importante tirón en la industria y la construcción.

Los parados del cuarto trimestre fueron, por tanto, 190.100. Si solo se analiza el número de desempleados se obtendría un resultado satisfactorio, ya que el paro descendió en 7.900 personas respecto al verano -que suele ser el mejor trimestre del año para el empleo- y en 24.400 respecto a diciembre de 2015. Desde el verano de 2009 la EPA no registraba menos parados en la provincia. Si se compara el número de parados con los activos se obtiene la tasa de paro, que en Málaga fue en el cuarto trimestre del 25%, es decir, una de cada cuatro personas activas están desempleadas. Esa tasa se está reduciendo, pero a paso lento. Solo un 0,26% respecto al verano y casi dos puntos sobre el año pasado. Málaga sigue siendo una de las provincias españolas con mayor tasa de paro y está lejos del 18,6% de media nacional.

En la vida todo es relativo. Tener una tasa de paro general -la de los jóvenes es mayor- del 25% puede parecer positivo si se compara con el 36,6% que se llegó a alcanzar en el primer trimestre de 2013 y es deprimente si se hace la comparativa con el verano de 2005, cuando consiguió bajar del 10% hasta situarse en el 9,8%. Será difícil volver a estar en la horquilla del 10 al 15% que Málaga tuvo entre 2004 y 2007, coincidiendo con el boom inmobiliario, pero la provincia sí necesita, al menos, estar como la media nacional. Es complicado porque la economía malagueña es cíclica, depende en exceso del sector servicios y porque es un imán para la población activa, aunque sea para contrataciones temporales, como demuestra el hecho de que Málaga es de las pocas provincias españolas que tienen un saldo migratorio exterior e interior positivo.