El Quinqué

El cotarro, en estado de alboroto

  • En Los Arcos firmarían gustosamente el resultado de las autonómicas de 2008, cuando los populares ya les mojaron la oreja y obtuvieron un escaño más. Martel se atrevió ayer a calificar su gestión con notable alto, pero no supo vender su mayor presencia institucional

LA prevista firma del decreto de disolución del Parlamento de Andalucía, que ayer plasmó el presidente de la Junta, José Antonio Griñán, abre un intenso periodo en la actividad política que deberá conducir a la cita con las urnas del próximo domingo 25 de marzo y que pondrá el colofón a un año electoral caracterizado por la gran ola azul, que lo inundó todo, y que ahora tratará de llegar al Palacio de San Telmo, lo que pondría fin a una larga hegemonía socialista, cuyos representantes se muestran dispuestos a defender su feudo casa por casa. En el caso de la provincia de Málaga la lucha puede ser aún más encarnizada, teniendo en cuenta que en los pasados comicios autonómicos de marzo de 2008 el Partido Popular ya le mojó la oreja al PSOE, al que venció por un puñado de votos, concretamente 3.163, lo que le otorgó 8 diputados frente a los 7 del Partido Socialista y un único escaño para Izquierda Unida.

Una relación de fuerzas que, posiblemente firmarían ahora mismo los responsables de Los Arcos, a la vista de que la diferencia entre ambas formaciones fue de 124.177 votos en las municipales de mayo y de, nada menos que 130.425 sufragios en las elecciones generales. Como figura en el decreto de convocatoria de esta nueva cita con las urnas, Málaga deberá elegir un parlamentario regional más que en la anterior, 17 en lugar de 16, debido al incremento de población, lo que aún da mayor importancia a los resultados provinciales, que además se celebran, como en el resto de la comunidad, en solitario, no bajo el paraguas de las generales, hecho que no se producía desde 1990. Un escenario que históricamente va en perjuicio de la participación. Siempre que las andaluzas se convocaron en solitario se produjo bastante menor asistencia de ciudadanos ante las urnas que cuando se celebraron de forma conjunta con otros procesos electorales.

El inicio oficial de la ya larga precampaña electoral coincidía con el balance que hacía público, rodeada de todos los delegados provinciales, la representante de la Junta de Andalucía en Málaga, Remedios Martel, que se atrevió a autocalificar su gestión y la de sus compañeros con un notable alto. En realidad la delegada del Gobierno andaluz en Málaga presentó una minuciosa relación del trabajo realizado por la Junta en Málaga, que ha sido intenso, pero olvidó dar explicaciones precisas de los incumplimientos, algunos clamorosos, que sólo justificó por la dureza de la pertinaz, aunque también socorrida, crisis económica. Tampoco quiso, o supo, vender uno de sus principales logros personales en estos años de su permanencia en el Palacio de la Alameda. El innegable incremento de la presencia institucional de la Junta en Málaga.

Como muestra de lo que está por venir y como prueba de que el cotarro se encuentra en estado de alboroto, también desde Izquierda Unida, su diputado malagueño, Alberto Garzón, saludaba la convocatoria electoral acusando a Mariano Rajoy de ser como "el pirómano que se mete a bombero", ya que, a su juicio sus política económicas están contribuyendo a aumentar el desempleo y la recesión. Garzón llamó la atención sobre la "situación dramática" que se vive en Málaga, donde se destruyen una media diaria de 150 puestos de trabajo. Por su parte, el coordinador provincial de IU, José Antonio Castro, hacía una reflexión pública sobre la necesidad de que en la etapa que se inicie tras el 25-M deba caracterizarse por dos elementos: "Un Parlamento sin mayorías absolutas y unas cuentas públicas que realmente lo sean".

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