L Violencia en los colegios

"Lo peor no fueron los insultos, sino que me escupió en la cara"

  • Profesores y maestros de los centros educativos de Málaga se enfrentan a insultos, amenazas y agresiones físicas · "Hijo de puta, te voy a arrancar los ojos" es sólo uno de las frases que deben escuchar

Cuando la directora de un centro educativo de Málaga tuvo que hablar en el juicio, explicó el sentimiento de muchos de los docentes que son agredidos física o psicológicamente por padres o alumnos. "Lo peor no fueron los insultos, sino que me escupió en la cara, sentir un salivazo de otra persona bajando por tu cara", contó la mujer. Ella había denunciado a la madre de una alumna que, además de escupirle, intentó agredir a otra profesora porque creía que no hacía el suficiente caso a su hija en clase.

Se trata de sólo un ejemplo del trato vejatorio que sufren muchos profesores y maestros en el colegio por parte de sus alumnos o los familiares de estos. El pasado curso los casos más graves se duplicaron, llegando hasta 40. Y un total de más de 1.200 docentes denunciaron tener algún problema al respecto en toda Andalucía, según los datos del servicio CCOO Te Escucha (un teléfono al que los docentes pueden acudir para recibir asesoramiento legal o ayuda psicológica o simplemente explicar su problema). Aunque los datos no se facilitan por provincias, Málaga es la que lidera el número de denuncias, algo que Comisiones Obreras achaca a su mayor presencia respecto a otros sindicatos en Educación.

A otro docente lo que le dolió no fue el amago de agresión, sino las formas con las que le trató un padre. "Hijo de puta, te voy a arrancar los ojos, no sirves para nada", le dijo al profesor. Las amenazas de muerte también son un hecho al que se tienen que enfrentar en ocasiones los responsables educativos. "Tienes que empezar a temer por tu vida", le dijo una madre al director del colegio donde estudiaba su hijo porque éste había perdido su chaquetón. "A éste le queda poco de vida", subrayó a una profesora que se encontró por el pasillo tras discutir con el director en su despacho.

Otro padre de un estudiante tenía muy claro que la enseñanza actual no debe servir para nada: "He tenido muchos profesores y todos eran buenos. Los de ahora sois inútiles. Las maestras sólo sirven para enseñar las piernas y los maestros para otra cosa que yo me sé". Los comentarios machistas son también bastante habituales por parte de los varones, sobre todo si la docente a la que van dirigidos tiene más responsabilidad. "Las mujeres no deberían dirigir un colegio. Las directoras tendrían que estar en casa fregando los platos", gritó un padre a una directora de un instituto.

En otros casos, son los padres los que denuncian a los maestros por cualquier aspecto relativo a la educación de sus hijos. E incluso hay un padre que ha llevado a los juzgados a los docentes de sus hijos en 23 ocasiones. "Pero hemos solicitado que el Ministerio Fiscal testimonie contra él por denuncia falsa", añaden en Comisiones Obreras.

A las agresiones psicológicas, insultos o injurias "de todo tipo", según explican los responsables del servicio CCOO Te Escucha, se unen las físicas. Son menos frecuentes, pero ocurren. Tanto, que actualmente hay 17 casos en los tribunales pendientes de juicio. Al conocido caso del IES Torre del Prado donde el hermano de un alumno expulsado atacó de manera "brutal" al director del centro educativo, se unen otros muchos anónimos y "otros que no se llegan a conocer", a pesar de que los colegios e institutos están obligados a informar a la Junta de estos incidentes bajo la amenaza de sanción.

"A una maestra la agarraron del pelo mientras atendía a una madre a través de una ventanilla de secretaría. Si no llega a actuar un compañero, le podrían haber hecho mucho daño", explican en los servicios jurídicos de Comisiones Obreras. A otra aún le ronda por la cabeza la humillación que sufrió al ser arrastrada por el comedor escolar de su colegio mientras una madre la cogía de los pelos. De hecho, hay quien ha estado más de un año de baja en distintas etapas al no poder superar los zarandeos, insultos y amenazas que recibió de un padre.

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