Málaga

De profesión, ingeniera

  • Las mujeres aún son minoría en algunas ingenierías, pero sus buenos expedientes académicos se están reflejando en el mercado laboral

  • Falta, aseguran, mayor visibilidad

Raquel Serrano, Paula García, Alba Berlanga y Aida Auñón, en la Escuela de Ingenierías Industriales.

Raquel Serrano, Paula García, Alba Berlanga y Aida Auñón, en la Escuela de Ingenierías Industriales. / fotografías: javier albiñana

Son jóvenes, inteligentes, trabajadoras y tienen mucho talento. Son mujeres que hace algunos años decidieron estudiar una carrera universitaria en la que estaban en minoría. No les importó. Jamás consideraron que su género fuera una limitación para conseguir sus propósitos. Se sintieron apoyadas por sus familias, por profesores y compañeros, aunque a veces tuvieran que escuchar algún que otro comentario sexista. Nunca se les mostró de pequeñas que las féminas, al igual que los hombres, también podían ser ingenieras industriales, ingenieras mecánicas o expertas en sistemas inteligentes en energía y transportes. Pero ellas, que ya están inmersas en el mercado laboral, desecharon estereotipos para continuar hacia adelante con una profesión que les apasiona. El relevo generacional en las ingenierías del país también lo van a firmar ellas.

"Hay que pensar que si quieres puedes, no hay más, a cada cual se le da bien lo suyo pero se trata de una cuestión personal y no relacionada con el género", considera Aida Auñón, graduada en Ingeniería Mecánica, máster en Ingeniería Industrial y que trabaja actualmente Acerinox. Ella siempre lo tuvo claro desde pequeña, sostiene, y relata que le gustaba mucho la tecnología, las ciencias, los temas como la energía renovable. "Mi padre es ingeniero y trabaja en la Universidad, así que le pedí que me asesorara. Me dijo que Mecánica era muy versátil y que tocaba un poco de todo", comenta. En su clase empezaron una decena de alumnas frente a unos 80 alumnos. "Sinceramente no sé por qué estos estudios no atraen a más mujeres, quizás una causa sea que la sociedad no enseña que hay mujeres en este mundo, somos pocas pero menos se ven", estima Auñón. Pero esta joven apunta una clave positiva. "En las ingenierías cada vez se mira más el currículum y menos el nombre", añade.

Los roles profesionales asignados desde la niñez dificultan que la mujer elija más estos estudios

Para Alba Berlanga, que estudió Ingeniería Mecánica en su Córdoba natal y en la UMA está acabando el máster de Sistemas Inteligentes en Energía y Transportes, "hay que cuestionar la feminidad y la masculinidad, a mí me pueden gustar cosas que tradicionalmente le han gustado a un hombre y no por ello soy menos femenina, encasillar la forma de ser en masculino y femenino me parece muy básico", dice. Y sostiene que en la escuela no se fomenta la profesión de ingeniero, menos aún la de ingeniera. "En el colegio me llevaron de excursión a la Facultad de Veterinaria y por eso de pequeña quería ser veterinaria. Se deberían de fomentar más las ingenierías, las visitas a las escuelas politécnicas, al campus tecnológico, desde niñas podrían tener ese referente como posible", apunta e indica que ya en el Bachillerato de la rama tecnológica quedaron media docena de compañeras. "En la carrera la proporción fue brutal, cuatro o cinco mujeres y 120 hombres", señala. Sin embargo, de esos 120 tan sólo 30 varones terminaron sus estudios en los años correspondientes y ellas lo hicieron las cuatro. Alba asegura no haberse sentido discriminada por su condición de mujer ni en sus estudios ni ahora que trabaja en Endesa como técnica gestor.

En el laboratorio del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Málaga, Paula García es la única mujer de la plantilla de investigadores. En alguna clase del grado en Tecnologías Industriales y luego del máster en Ingeniería Industrial ha estado sola. Sin embargo, asegura que "no he notado ninguna discriminación en ese sentido, aunque sí he tenido que escuchar comentarios del tipo "tú como eres chica seguro que te aprueban". Mi grupo ha sido mayoritario de chicos y he tenido apoyo y ayuda cuando lo he necesitado, igual que ellos por mi parte, no me han visto menos que ellos, siempre hemos compartido conocimientos". Que los puestos directivos los ocupen en su mayoría hombres repercute mucho en la escasa visibilidad de la mujer, cree Paula García. Ella teme que cuando termine su doctorado y se enfrente a la empresa privada tenga que representar un papel autoritario y poco amable parta que sus decisiones sean respetadas en un mundo bastante masculinizado. "Algún compañero me ha comentado que en empresas conocidas la mujer tiene que mantener un carácter de persona borde en el trabajo si quiere hacerse valorar igual que un hombre, si quieres ganar autoridad y responsabilidades te tienes que poner una fachada", dice.

Raquel Serrano, que además de graduada en Diseño Industrial es empresaria, sabe muy bien los escollos que hay que salvar por el camino. "Cuando voy a buscar herramientas para mi negocio con mi pareja aunque pregunte yo las respuestas y explicaciones se las dan a él. No quiero que me afecte el machismo, me río de él, pero ante esas situaciones piensas lo mucho que queda todavía por hacer", apunta Raquel y subraya que además de ser mujer, su cara aniñada ha hecho que algunos le preguntasen si su empresa era un trabajo de la carrera. "Hay que marcar a veces unas pautas de seriedad para poder tratar con los clientes", añade. Considera esta joven de 28 años que las ingenierías requieren "cualidades de la persona y no del género" y que lo importante es "que te guste, que te motive la carrera y que la hayas elegido tú, que no haya sido impuesta". Si a eso se le añade constancia en el estudio el éxito está asegurado.

"Es más una cuestión de notas, cuando entras en unos estudios lo haces por tu expediente, no porque seas un hombre o una mujer, sino porque te lo has currado y tienes una nota mejor que otra persona", señala Raquel Serrano y detalla Aida Auñón que, además, en las pruebas de acceso a la universidad "tu examen ni siquiera lleva nombre". Si eso ocurre en los estudios, en el mundo laboral también se tienen en cuenta otras cosas y la maternidad aún es un freno para muchas profesionales. "A una amiga nuestra con 24 años le preguntaron en una entrevista de trabajo si quería ser madre y si se iba a casar, eso a un chico nunca se le preguntarían", relata Paula García. Para Raquel Serrano la "mayor discriminación es que la mujer tenga cuatro meses de baja tras tener un hijo y el hombre uno, si el hombre tuviese lo mismo que la mujer no habría ningún problema, serían iguales". Ella que ahora tiene la posibilidad de ser empleadora asegura que "voy a contratar a la persona más cualificada y que se esfuerce más, sea del género que sea".

Aida Auñón mira el futuro con optimismo. "Me de la sensación de que las chicas estudiamos más, terminamos la carrera antes, estamos más comprometidas, y eso lo están viendo las empresas, los curriculum lo demuestran". Y Alba Berlanga apunta que en su empresa hay mujeres en puestos de responsabilidad, ejemplos de valor para las que vienen detrás. "Es muy importante que no enfoquemos el machismo, que si alguna vez lo encontramos por el camino intentemos ser indiferentes y tirar hacia adelante sin darte por aludida", subraya Raquel Serrano. Para ella será el trabajo el que hable por sí solo si es bueno, así que "no seamos nosotras las que nos pongamos límites".

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