EL alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, insinuó ayer la existencia de una nueva teoría de la conspiración cuando aludió a "la casualidad" que supone que la Fiscalía mueva los papeles relacionados con las presuntas irregularidades en la gestión de la concejal Teresa Porras, "justo en vísperas de las elecciones autonómicas", rizando el rizo al recordar que el PSOE planteó estas cuestiones justo antes de las elecciones locales y10 meses después, el fiscal vuelve a poner sobre el tapete el asunto en puertas de otro proceso electoral.

Es evidente que la velada acusación del regidor, aunque pudiera parecer un mero recurso dentro de una campaña electoral que se calienta por momentos, adquiere especial gravedad en la boca del alcalde, que para hacer honor a su fama de hombre exquisito y prudente, debería haber pensado dos veces sus palabras o, quizá mejor, poner en conocimiento de la Justicia la existencia de un presunto delito de prevaricación.

De cualquier modo, se abre un caso más dentro de las ya demasiado habituales teorías de la conspiración, imaginadas por políticos que siguen a rajatabla el manual que recomienda, al menos de cara a la galería, mostrar un profundo respeto hacia las actuaciones judiciales, pero que se convierte en papel mojado cuando es al interfecto al que le tocan los lereles.

En el plano político, la respuesta a las insinuaciones de De la Torre le llegó a través de la portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Málaga, María Gámez, quien entre otras cosas, calificó de "inadmisible que todo un senador cuestione el estado de derecho". Al tiempo, que le recomendó que ponga en marcha la comisión de control de las contrataciones menores del Ayuntamiento de Málaga, "como le hemos solicitado".

Pero la representante socialista hizo, además, un presagio que puede pintar mal para la edil protagonista de las presuntas nuevas irregularidades detectadas en el Consistorio. Gámez dijo que "lo que parece cada día más claro es que De la Torre ha ligado su suerte y su futuro al de Teresa Porras". Puede parecer exagerada la afirmación de la portavoz socialista, pero lo que es un hecho cierto es que cada vez que ha emergido a la luz alguna presunta irregularidad en el entorno de la Casona del Parque y el alcalde ha salido, al menos en principio, en defensa de la gestión de los miembros de su equipo, el implicado ha terminado conjugando el verbo dimitir. Es el caso, por ejemplo, de los exconcejales Manuel Marmolejo y Manuel Díaz, quienes optaron por abandonar la actividad política municipal al ser relacionados con la que se ha convertido en espinosa cuestión de las contrataciones desde distintas áreas del Consistorio de la capital malagueña. Una auténtica caja de bombas.

De cualquier manera, las casualidades detectadas por De la Torre van a seguir siendo motivo de controversia ya que, por otra parte, el alcalde ha demostrado en, al menos, otra ocasión en público su desconfianza en el sistema judicial. No hace muchos meses, que el presidente de la Corporación malagueña, en sesión plenaria, puso en tela de juicio al magistrado del Tribunal Supremo que intervino en el recurso de la sentencia del llamado caso Garabato. Entonces dijo que el ponente de la Sala de lo Civil "no se enteró de la cuestión", por lo que decidió pedir el amparo del Tribunal Constitucional.