Salvador Pendón

"Soy visceral; eso me aporta valor en algunas cosas pero me resta en otras"

  • El presidente de la Diputación encara la recta final de su gestión, de la que ensalza el Plan de Concertación · Sobre su carácter cita una copla de Meneses: "El que me quiera que me siga, el que no, con Dios se quede"

Tras 24 años como responsable político local, Salvador Pendón pone sus miras en su próximo destino, aún incierto. El dirigente socialista admite que su temperamento le ha podido pasar factura en algunas ocasiones y aboga por que todos los partidos creen un código de conducta al que ajustarse con el fin de paliar el descrédito que la actividad genera entre los ciudadanos.

 

-Usted anunció finales de diciembre que abandonaba la política local. Pasados cinco meses, ¿qué sensaciones tiene?

 

-De normalidad. Cuando alguien dedica un tiempo prolongado a una activad, cambiar trae consigo un sentimiento de melancolía, de incertidumbre, pero estaba convencido de que debía fijar un punto de inflexión en mi actividad política y estaba de que no iba a concurrir más en candidaturas a las elecciones locales.

 

-¿Qué le llevó a tomar la decisión?

 

-El miércoles pasado tuve el último Pleno en el Ayuntamiento de Ardales y me despedía tras 24 años como concejal, veinte de ellos de alcalde; he sido cuatro años diputado en la oposición, cuatro vicepresidente y ocho presidente. A nivel orgánico he sido secretario de Política Municipal de las ejecutivas provincial y regional, he sido presidente de la Comisión de Diputaciones en la FEMP. Poco me queda por hacer en este ámbito y creo que la experiencia que he adquirido puede servir para desarrollar otra actividad si mi partido lo entiende procedente. 

 

-Dijo usted: "Estoy seguro de que mi partido no va a permitir que me quede en casa".

 

-Es lo que han dicho hasta ahora los responsables de mi partido. Pero les he dicho que hasta el 23 de mayo no quiero hablar de esto. No quiero que se anteponga la ubicación de Salvador Pendón a lo que verdaderamente es importante, que es ganar las elecciones. Habrá tiempo para ver lo que pasa con Salvador Pendón.

 

-No me va a decir dónde le gustaría actuar…

 

-No estoy aquí para elegir lo que me guste, sino para trabajar en lo que la organización política a la que pertenezco entienda procedente. Lógicamente habrá cosas que me gustan y otras que no, pero no importa tanto el gusto como las capacidades que pueda tener uno. Puede estar seguro de que no voy a aceptar nunca algo para lo que entienda que no estoy capacitado. Salvada esa excepción, estaré encantado. Y estaré igual de encantando si lo que procede es que vuelva a la escuela.

 

-¿No tendría ningún problema e regresar a la escuela?

 

-Ninguno. Afortunadamente desde hace 27 años tengo mi plaza en propiedad en el centro de Infantil y Primaria Sagrado Corazón de Ardales y no tendría problema alguno en volver a la enseñanza. Este tipo de cosas hay que verlas con absoluta normalidad. Interiorizo con normalidad tanto el proseguir en una actividad política distinta a la que ejerzo ahora como regresar a mi puesto de trabajo. No voy a forzar la maquina para que prevalezca una de esas dos circunstancias.

 

-De usted se ha dicho que ha ostentado mucho poder en el PSOE y se le ponía a la cabeza del clan de los catetos. ¿Se siente cateto?

 

-Quienes catalogan tan a la ligera y con términos tan despiadados a las diferentes sensibilidades en un partido lo hacen con la idea de herir a la sensibilidad con la que no concuerda su opinión. En un momento determinado al clan de los catetos se oponía el clan de los togados. Un día, con algún compañero, intentando evaluar si esa definición era justa o injusta, vimos que en el clan de los catetos había como tres veces mas abogados que en el de los togados. He procurado siempre tener responsabilidades en el partido representando a los compañeros y a la totalidad.

 

-¿Qué es lo que más daño le ha hecho en política? 

 

-Se puede imaginar lo que he tenido que escuchar y, seguramente, lo que yo también habré dicho. En política todos incurrimos en comportamientos que no debieran ser… Quienes nos dedicamos a ella hemos contribuido a que sufra cierto descrédito entre los ciudadanos. Deberíamos reflexionar para ver en qué hemos fallado. Aunque a veces esa valoración negativa es injusta porque se extiende a la totalidad de los políticos. Nadie reniega de los fontaneros porque uno cobre mucho dinero y deje un grifo goteando. Deberíamos hacer un esfuerzo porque la política es absolutamente necesaria, algo que se ve en esta situación de crisis. Deberíamos establecer entre todos un código de conducta al que ajustarnos de la manera mas rigurosa posible.

 

-Pero no me dice cuál es el momento que más le ha dañado…

 

-Hay una situación que no hace mucho sucedió y me dejó marcado para mucho tiempo y lo hará siempre que guarde memoria y es que desde un medio de comunicación se intentó enfrentarme a la dirección regional de mi partido de manera injusta, informando de algo que no había sucedido. Cuando he tenido la necesidad de manifestar mi ubicación en el ámbito interno del partido o mi opinión lo he hecho sin empacho alguno, pero se tergiversan los hechos y se traslada una información que no es cierta que ayuda a desubicarme dentro del partido.

 

-Usted dijo que no estaba en política para dormir y callar. Le pido que no calle. ¿Se ha sentido defraudado con los dirigentes de su partido?

 

-Esa pregunta que me hace es en términos absolutos. En un momento determinado puede que haya entendido que el tratamiento que se me daba no era el adecuado y probablemente yo tampoco estaba teniendo el comportamiento adecuado. Trato de establecer un equilibrio, porque las culpas y los éxitos se reparten. El militante que tenga la actitud de dar por bueno cualquier pronunciamiento, flaco favor le hace al partido y a la sociedad. Hay que tener una actitud de disciplina crítica. La disciplina no puede identificarse nunca con sumisión; la disciplina es un valor, la sumisión, un descrédito.

 

-¿Su temperamento le ha podido pasar factura en estos años?

 

-No soy persona que tenga fácil disimular su manera de ser; soy visceral, con carácter general. Eso me aporta un componente de valor en determinadas circunstancias pero me resta en otras. Soy como soy. Hay una copla que canta José Meneses que dice: "El que quiera que me siga y el que no, con Dios se quede". Hay que comprarme como soy, a estas alturas es difícil cambiar. Aunque no soy tan excesivamente visceral ni tranquilo en exceso, trato de que haya un equilibrio. De todas formas, también en las valoraciones que se hacen de mis excesos de temperamento me he sentido mal tratado, porque se han trasladado hechos que no eran ciertos. Eso sí me ha dolido mucho. Algún día lo voy a descubrir, no me iré de la vida pública permitiendo que algún medio de comunicación y algunos sindicatos amarillos hayan difundido que yo falté al respeto a un guardia civil en Álora, porque es absolutamente falso.

 

-De estos ocho años como presidente de Diputación, ¿cuál es su asignatura pendiente?

 

-La tragedia que advierto en la gente de manera más descarnada es la falta de empleo. Mientras haya un malagueño que quiera trabajar y no pueda hacerlo será mi frustración en política.

 

-Y ¿qué hito destacaría?

 

-No haré mención a lo que es habitual, como arreglar carreteras. Al frente de todo, el proceso de concertación, porque es en toda la historia de Diputación la acción de más marcado carácter político y que más abunda en la competencia de colaborar con los ayuntamientos. Hemos incrementado la cantidad que se destina a los ayuntamientos de manera exponencial en los últimos años.

 

-Pasará a la historia como el presidente de Diputación que creó la primera gestora en España por la disolución de un ayuntamiento, el de Marbella.

 

-No había doctrina alguna, no estaba contemplado cómo había que constituirla por la disolución de una corporación local. En nueve días, coincidiendo con la Semana Santa, pusimos de acuerdo a todas las formaciones, redactamos el reglamento y marcamos doctrina. Algunos decían que la manera de constituir una gestora por disolución de un ayuntamiento se iba a llamar doctrina Pendón. Fue una tarea de ingeniería política, porque no había nada y se hizo por la colaboración del PSOE y el PP. 

 

-Usted fue uno de los pocos que salió en defensa de los alcaldes de la Axarquía imputados por irregularidades urbanísticas. ¿Por qué?

 

-En el trato judicial no se hacía diferenciación entre las situaciones claras de irregularidad administrativa y aquellas que podían sospecharse encubrían corrupción. Siempre dije que cuando se sospechase de actuaciones delictivas debían perseguirse y sancionarse con la máxima crudeza, pero cuando hubiese acciones que podían repararse por la vía administrativa que se hiciese por ahí. No puede tener el mismo trato judicial una persona que se demuestra incurrió en corrupción que otra que lo que hizo fue dar una licencia sin cumplir determinados requisitos que se pueden reparar. Así lo demuestra que la Junta elabore un decreto para adaptar a la LOUA muchas construcciones irregulares.

 

-¿Le parece bien?

 

-Sí, haciéndolo bien. Y quienes cometieron irregularidad bien está que no sean juzgados por la vía penal, pero la vía administrativa tiene que exigirles las obligaciones económicas necesarias para reparar el daño causado, y si no es reparable, habrá que restituir el territorio.

 

-¿Qué me dice del jeque?

 

-El trato de los propietarios del Málaga con nosotros es cordial. Como ferviente defensor del Málaga creo que han mostrado voluntad de hacer un equipo competitivo, porque han puesto dinero suficiente. Y estoy convencido de que este año nos vamos a salvar.

 

-¿No teme que igual que han venido se marchen?

 

-Esa aprensión existirá siempre porque culturalmente tenemos aprensión al extranjero, pero es algo muy primario. No debemos hacer predeterminaciones. Hasta ahora no hay motivos para sospechar que se van a ir.

 

-¿Usted está de acuerdo con vender La Rosaleda?

 

-Nos hicieron llegar una propuesta esquemática sobre la que no se puede tomar una decisión. Les manifesté la actitud favorable de Diputación respecto a que la ciudad disponga de un estadio capaz de albergar grandes eventos, pero tiene que ser un proyecto bien cimentado; para adoptar una decisión tiene que ser sobre una base firme.

 

-Llegó a decir que el señor Mourinho era un payaso...

 

-Me excedí, aunque había ofendido de manera innecesaria al Málaga. Es fruto de un comportamiento de alguien que parece que no tiene muy claro cuáles deben ser las reglas, sobre todo cuando trabaja en un ámbito que puede ser una extraordinaria escuela de valores para la juventud o una escuela de perversiones si se dan mensajes negativos. Me excedí en la expresión.

 

-Y de María Gámez, ¿qué me dice?

 

-Estoy seguro de que va a ser la próxima alcaldesa de Málaga. Aunque los socialistas lo tenemos muy difícil porque asumimos el desgaste de estar al frente de muchas administraciones en la situación de crisis más aguda que se ha vivido nunca en este país, con decisiones que sabemos van a redundar en la pérdida de votos. Pero creo que a última hora, cuando los ciudadanos reflexionen, verán cuál es el comportamiento de cada uno: el PSOE, antepone medidas necesarias al éxito electoral, y el PP, juega a que cuanto peor vaya la cosa, mejor le irá.

 

-¿No le llama la atención que, según las encuestas, al alcalde no le afecten los escándalos que ha sufrido en este mandato?

 

-Su periódico daba una muestra el otro día en la que llamaba la atención el alto nivel de votantes que aún no se ha decidido. El equipo de gobierno puede presentar una gestión más bien cortita en las actuaciones y francamente desfavorable en lo que tiene que ver con el comportamiento de muchos de sus miembros. Un concejal que dimite por favorecer a un familiar; otro que no dimite porque parece que aquí se aguanta todo, a pesar de incurrir en irregulares en las acciones sobre las que tiene capacidad de gobierno; otras irregularidades se intentan tapar poniendo contra las cuerdas a un periodista. Se traslada la imagen de un gobierno donde los concejales van a su bola. El alcalde tiene incapacidad para coordinar el equipo de gobierno y se advierte el fin del ciclo político en el Ayuntamiento.

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