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El látigo de Sandro

  • El Málaga confirma su permanencia otro año con otro homenaje al gol del canario, con dos grandes zarpazos ante Ochoa

  • El equipo salió decidido como no se veía a domicilio

Luis Muñoz abraza a Sandro después de hacer el canario su primer tanto de la noche.

Luis Muñoz abraza a Sandro después de hacer el canario su primer tanto de la noche. / fotografías: miguel ángel molina / efe

Ha disfrutado el Málaga moderno de goleadores de alto nivel y números importantes. Cada uno con su estilo. La elegancia de Dely Valdés. El arrebato de Darío Silva. La ejecución aérea de Salva. La pillería de Juanmi. Será un milagro retener en verano a Sandro, a este Sandro con esta cláusula. Así que conviene disfrutarle en estas jornadas finales por si son una despedida. En el álbum de fotos del canario se recordará su látigo. Esa pierna derecha con la que besa redes y fulmina porteros. Ayer dos de ellos, soberbios, certeros y oportunos, tumbaron al Granada. Le sale el hambre por los ojos, en cada galopada. Si quedaran más jornadas, montaría al equipo en su lomo e iría corriendo a llevarlo a Europa. Qué futbolista.

Sigue tirando listones. Ayer, aterrizando en la docena de goles, firmó su primer doblete liguero -sí lo logró en Copa del Rey-. Sus ganas son la potencia con la que dispara: obús al primer toque en un balón suelto, sentencia con un tiro cruzado que le rompió el retrovisor a Ochoa. Es como esos niños que juegan sin fin en la calle y desoyen la llamada materna para volver a casa.

Hay que remontarse a Pedro Bazán para ver un chutador como lo es el canario

Estaba prohibido el champán para celebrar una permanencia que debió saber a lucha por cotas mayores. Pero es bienvenida la bandera de Sandro como conmemoración de que ayer se consiguiera matemáticamente la salvación. Porque si algo se puede festejar este año es de disfrutar a un futbolista como él, que rima condiciones con actitud; que es tan francotirador como carterista de área. Formalmente queda inaugurado un crowdfunding emocional para convencer al exbarcelonista de que se quede, al menos otro año. Quedan cuatro partidos para que vayan de la mano sus ganas de más y el chantaje que le va a hacer la afición para que obvie la caravana de ofertas que ya le están presentando.

Sandro, él es el némesis de una noche que regó de lágrimas Granada. Más allá del inminente descenso, eso es precisamente lo que infunden sus jugadores. El equipo rojiblanco dio pena en todas sus líneas, ayer agravada por la falta de fe que destila el plantel por contraste a la amalgama de movimientos desaforados de su cuarto entrenador, Tony Adams, en la parcela técnica. Granada ha perdido la categoría y la identidad.

Ese funeral fue campo abierto para el Málaga, que salió a divertirse a domicilio como hacía tiempo que no ocurría. Entre ellos Luis. No sorprende su descaro, es uno de los rasgos de su trayectoria, pero ilusiona y refresca el futuro su papel protagonista de improvisado lateral, porque Míchel le dará bastantes chances a poco que mantenga ese nivel. Keko intentó rehabilitarse también siendo profundo como pocas veces -aunque de nuevo sin éxito en la finalización-. Y con Sandro mandando y dominando desde el primer al último minuto. El reto de Míchel es ser valiente y constante también lejos de La Rosaleda; y el de ayer, pese al bajo nivel del rival, debe ser un acicate anímico para que los suyos se atrevan a ser importantes la próxima temporada.

Llegó, llegó y llegó el Málaga, pero Ochoa apenas trabajó ante un zurdazo de Camacho y un derechazo de Recio, que sigue creciendo y se motivó en su segunda casa. Durante el intermedio se confirmó que el equipo sumará su décima campaña en la élite y en la segunda parte lo festejó Sandro. Nada más salir, desde la frontal disparó un balón suelto que salió a gol como si fuera el martillo de Thor. Hacía tiempo que no se veía un chutador como él. Es más, hay que remontarse a los demoledores zarpazos de Pedro Bazán, más de medio siglo atrás, para ver a alguien que case potencia y precisión de esa manera.

El gol reventó las costuras del Granada y serenó al Málaga, que puso más énfasis en firmar otro importante cero en el marcador que el tanto de la sentencia. Sin mucho sudor, lo consiguió. Pero a Míchel le quedaba otro interruptor en el banquillo. Ontiveros, apenas unos minutos suyos rellenaron la corriente del duelo. Justo lo que necesitaba Sandro para otro zarpazo. Lo encontró el marbellí en el área y zas, gol. Tembló la red, lloró Granada, cantó Málaga. Sandro, rey de permanencias y de latigazos. Qué futbolista.

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