Los partidos

Crónica de un sueño

  • Estuvieron 16 jornadas en zona de Champions y 13 en la de Europa League. La chilena de Baptista y la derrota en Anoeta en el tiempo de descuento, cara y cruz de un año blanquiazul repleto de contrastes

Fue un parto primerizo de Champions. El 28 de agosto Europa estaba en la mente de todos; hoy yace a buen recaudo en cada retina malaguista. Nueve meses esperando un día para que las únicas lágrimas fueran de alegría. El Málaga no siempre navegó por el calendario a velocidad de crucero, pero la orilla europea no dejó de contemplarse. Tras 13 jornadas en puestos de Europa League y 15 en la Liga de Campeones, contra el Sporting se alcanzó el mayor de los sueños.

Inicio entre zarandeos

El estreno liguero, postergado una semana por la huelga de futbolista, fue una bofetada de realidad. Había devorado el verano el Málaga con grandes resultados y momentos de brillantez ante el Feyenoord, en De Kuip, o el Sporting de Lisboa, a la postre finalista de la Europa League. Nada que ver con el arranque en el Pizjuán, donde se evidenció que había mucho por ensamblar. El aviso envolvía el primer desaguisado del año: la discusión de Apoño y Manuel Pellegrini en el vestuario, revelada semanas después. Pellegrini apartó al malagueño y aplicó un parche poco natural, Duda como medio centro. Hasta la jornada 5, cerrada en la sexta posición, no se notó porque Cazorla asumió el mando del equipo y se construyó una fortaleza en torno a Caballero. Tres tantos consiguió el asturiano, cuatro partidos y medio sin encajar estuvo el ex arquero del Elche. Con más goles que fútbol, el Málaga daba vueltas por las posiciones nobles.

Chilena maldita

La racha de Caballero se detuvo en 479 minutos de cerrojo, la mejor de un portero blanquiazul en la historia. Aunque lo memorable de esa noche, ante el Getafe, lo encerró uno de los mejores goles de la historia, la chilena de Baptista. Por su bella ejecución, por culminar una remontada en el alargue y por colocar al Málaga líder durante medio día. Ese instante de gloria, no obstante, se convirtió en la antesala de dos maldiciones: la del brasileño, quien ya no jugaría más por una extraña lesión en el pie derecho, y la secuencia de tres derrotas seguidas (Levante, Real Madrid, Rayo). Desaparecieron la seguridad de la zaga, acuciada en la mala gestión de las acciones a balón parado, y la inspiración ante el gol. Más de 300 minutos sumaron los de Pellegrini sin marcar, lo cual evidenció más aún el bajón en el rendimiento de piezas clave como Cazorla o Van Nistelrooy. Además, se recrudecieron las críticas hacia Mathijsen, Eliseu o Duda, con un mal rendimiento en posiciones clave del juego. Lo único positivo: se recondujo la situación de Apoño, de nuevo titular.

Emerge isco entre cambios

El palmillero se reivindicó marcando el penalti que devolvió la senda de las victorias ante el Espanyol. Pocos lo celebraron con él, muchos no querían que lo chutara; la brecha en el vestuario salía a la luz. Ese Málaga tenía un nuevo aire. El técnico enrocó a Eliseu por Monreal, retrasó a Cazorla ante el naufragio de Duda, Rondón relevó a un Van Nistelrooy casi en barbecho. Entonces la estrella de Isco, intermitente hasta ese momento, ganó en intensidad. Se hizo más importante en el juego, marcó goles decisivos (Racing y Villarreal) y se erigió como el mejor asistente. Joaquín, precisamente tras su nuevo regreso al Benito Villamarín, sufrió la primera de sus roturas musculares. Gracias al equilibrio continuo de Caballero bajo palos y de Toulalan en la medular, más o menos se mantenía la estabilidad en la zona alta de la tabla.

Decepciones continuas

El tramo final de la primera vuelta trajo resultados que hicieron tambalear el proyecto de Pellegrini. Hasta la décima plaza llegó a bajar el equipo, su peor momento tras la primera jornada. Muy dolorosas fueron las derrotas de Anoeta (3-2) y El Molinón (2-1), ambas en la prolongación. Hasta dos tantos en el alargue le endosó la Real Sociedad a un Málaga que acusaba preocupantes tramos de desconexión mental. Contra un Sporting en descenso y muy limitado, se le fue un partido de alarmante falta de intensidad. Chirriaba más que nunca la idea del Ingeniero, incapaz de hacer evolucionar el juego de los suyos. En dos choques vitales por la Liga de Campeones, Valencia y Atlético de Madrid, únicamente se embolsó un punto. Llegaron a zarandear a los ché en Mestalla, pero Soldado tuvo el gol del que tanto adolecía el equipo en esta fase de la Liga. Con un Simeone de estreno, los rojiblancos tejieron un muro en La Rosaleda, donde volaban dos puntos por segunda semana consecutiva. Antes se los había llevado el sorprendente Osasuna, que solo chutó una vez en el partido. Cuatro goles de Messi (1-4) añadieron más leña. Sin la fortaleza en casa y sin espíritu fuera, Europa se alejaba. Joaquín y Apoño recayeron. El primero en su rotura fibrilar, el segundo en su comportamiento. Volvió a enfrentarse a Pellegrini y Cousillas tras el choque contra el Atlético y ahí se acabó su etapa blanquiazul.

Dos caras dentro y fuera

Llegó la redención en el momento más oportuno, ante un rival directo. Con buenos momentos de juego y Weligton en el once en busca de mayor consistencia, se inauguró otra fase imparable en casa. Cayeron también Mallorca (3-1) y Zaragoza (5-1), a pesar de que se adelantaron. Con La Rosaleda entregada al fútbol total de Toulalan y los chispazos de Isco, Rondón se desperezó y empuñó la causa del gol. Una vez más, los malos resultados a domicilio empañaron la reacción. Los despistes en Granada y Athletic salieron muy caros. Otra vez en suelo vasco se sufrió una derrota extrañísima. Tras completar sus mejores 45 minutos a domicilio, en apenas cuatro recibió tres tantos que mantenían al equipo haciendo la goma entre los puestos europeos y la zona media. Demichelis, sancionado con dos partidos por su roja en Granada, dejó de ser el niño mimado de Pellegrini y tuvo que conformarse con salir en los segundos tiempos.

Velocidad de crucero

El Getafe volvió a sufrir en sus carnes otro vendaval del Málaga, otra remontada. Fue el primer partido que volteó Pellegrini con sus variaciones desde el banquillo. El equipo se fue 1-0 al descanso en otra tarde de poca intensidad. Con Joaquín y Eliseu como revulsivos y luego apuntalados por Demichelis en la zona medular para liberar a Cazorla, sus pupilos se desataron. Tres goles, a cual mejor, reforzaron sobremanera la fe del equipo, que empezó a ser otro fuera de casa. Cazorla tuvo un punto de inflexión días antes, en el partido con la Selección en La Rosaleda. Conectó con su mejor versión y se dedicó a hacer grandes goles. El de vaselina en el Coliseum y, sobre todo, su falta en la prolongación en el Bernabéu. Había sido coto vedado para todos los equipos de la Liga menos para el Barcelona. El Málaga mereció mejor suerte al descanso (1-0) y aguantó vivo en la segunda hasta que ese tanto del asturiano descorchó la euforia en la ciudad. Si allí empató por resistencia, al Levante le ganó con paciencia (1-0), al Rayo en un huracán de fútbol y al Espanyol por casta en cinco minutos extemporáneos mágicos (1-2). Los de Pellegrini habían alcanzado velocidad de crucero y aunaban resultados y fútbol. Cinco victorias y un empate para un momento tan dulce que hasta quedaron en segundo plano las lesiones de Joaquín, Toulalan y Caballero, éstos dos ya fuera de combate hasta el final. La Europa League estaba casi en el bolsillo, a siete puntos de distancia.

Flaquea y pierde el colchón

Con Demichelis convertido en un káiser en la medular, una dupla de zurdos dando seguridad al eje, una acertada rotación entre Jesús Gámez y Sergio Sánchez para ser lateral y el entrenador acertando con todas sus determinaciones, el Málaga alcanzaba el cénit, la tercera plaza. Y defendía su escaño con dos visitas consecutivas y a priori fáciles a La Rosaleda, Betis y Racing. Ante los verdiblancos sufrió un accidente de puntería (0-2) enmendado luego frente a un flojísimo rival (3-0). Pero, con el calendario más favorable, se bajó el pistón. Culminando seis días con tres partidos, llegaron los varapalos de Villarreal (2-1) y Real Sociedad (1-1). Los amarillos remontaron en una noche aciaga de los porteros, primero Kameni, penalti y expulsión, y luego Rubén, al que otra vez le tocó salir hecho un flan. Los donostiarras estuvieron todo un tiempo con diez, aunque sobrevivieron a la mala mirilla de Seba Fernández y Rondón y dejaron a un Málaga de nuevo en la cuarta plaza y lamentando un tanto mal anulado a Demichelis en el alargue. De rematar el pase a la Champions se pasaba a un colchón de tres puntos con un calendario de aúpa.

Confirmación con suspense

Osasuna, Valencia, Barcelona y Atlético de Madrid asustaban a los agoreros. El Málaga no terminó de dar la talla pero fue manteniendo su puesto de privilegio. Liderado por Cazorla, supo igualar en Pamplona (1-1) un encuentro que se llevó a los méritos y se quedó a un gol de enjugar el average con el Valencia para soñar con la cuarta plaza. Al menos el testarazo de Camacho trajo serenidad. Entre ambos partidos, cuatro tiros a los postes evitaron mejor botín. El desconcierto de Turienzo Álvarez con sus dos penaltis en el Camp Nou, donde los suplentes de Pellegrini se reivindicaron, quedó mitigado por los tropiezos ajenos. Un millar de aficionados soñó con ser de Champions en el Calderón tras una brillante primera mitad. Más despistes y fallos arbitrales acabaron en remontada local (2-1). Por suerte, quedaba la bala de la última jornada, ante un estadio entregado, con Rondón batiendo al gigante Juan Pablo.  

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