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"No hay ningún plan B para el Tratado de Lisboa porque no tiene que haberlo"

  • El máximo responsable del Ejecutivo comunitario en España considera inaceptable reabrir la negociación del texto pero asegura que las exigencias del presidente checo, Vaclav Klaus, no impedirán su entrada en vigor

-¿Qué solución ve ante el obstáculo de la República Checa a ratificar el Tratado de Lisboa?

-Hay que esperar al Consejo Europeo de mañana y el viernes, pero la solución pasa por no reabrir los tratados ni la negociación, sino efectuar una declaración en el Consejo en la que se diga que la futura inserción de la Carta de Derechos Fundamentales en el Tratado de Lisboa no implica ninguna extensión de competencias y que la situación con respecto a los Sudetes continuará exactamente como hasta ahora.

-¿Considera que la UE debe ceder a las condiciones checas con tal de que el texto entre en vigor a final de año?

-Es inaceptable reabrir ahora las negociaciones porque eso sería condenar al Tratado de Lisboa. Es una excusa meramente formal desde el punto de vista jurídico pero, políticamente, hay que cerrar ese absceso mediante una declaración en el Consejo Europeo confirmando que esa carta no implicará ninguna extensión de las competencias de la Unión.

-¿Qué pasaría si finalmente el presidente Klaus no firma el Tratado? ¿Existe un plan B?

-La República Checa ha terminado el procedimiento de ratificación, como los otros 26 estados miembro. En este momento hay dos estados que, habiendo terminado el proceso, no han hecho el depósito del instrumento (la carta que confirma su finalización): Irlanda y la República Checa. En ésta aún queda pendiente la resolución del Tribunal Constitucional sobre la constitucionalidad del Tratado, prevista para el martes. En el momento en que el Constitucional dictamine, como esperamos, favorablemente, pues ya lo hizo en primavera, y cuando el Consejo Europeo confirme que nada cambiará, no puedo imaginar que Klaus no firme. Sería una ruptura del concepto de confianza que liga a los estados con la UE. No hay plan B porque no tiene que haber plan B.

-¿Qué escenario contempla si los conservadores británicos ganasen las elecciones, convocasen un referéndum sobre el Tratado y la población lo rechazase? ¿Supondría la crisis más grave de la UE desde su nacimiento?

-Primero, tendrían que ganar las elecciones y, después, habrá que ver cómo se declina en su programa electoral este referéndum. Si éste consiste en pedir al pueblo británico salirse del Tratado de Lisboa, el artículo 50 establece la retirada de un Estado. El escenario de la marcha británica de la UE sería catastrófico, para ellos y para la Unión, y estoy convencido de que no va a ser el caso, pues si salen de Lisboa, salen con todas las consecuencias. No creo que esto sea de interés ni de la Unión ni del pueblo británico. Otra cosa es que se pregunte sobre una renegociación del Tratado, que, como cualquier otro Estado miembro, puede solicitarla.

-¿Cuál es su valoración del sí irlandés en su segundo referéndum y cómo es posible que en 15 meses la opinión de los irlandeses haya variado tanto?

-La opinión de los irlandeses ha variado por dos parámetros: el más visible es que han obtenido satisfacción en sus preocupaciones, satisfacción sobre obviedades. La UE nunca va a legislar en materia de aborto o metiéndose en la noción de familia, eso no la ocupa en su quehacer cotidiano y está fuera de sus competencias. Ha mantenido la condición de un comisario por Estado miembro, y muchos estados habrán brindado por ello. Pero hay otra parte más interesante: la patronal financió la campaña institucional por el sí; las asociaciones de agricultores pidieron el sí, y los sindicatos; los partidos que pidieron el no, Libertas y Sinn Fein, se estrellaron en las elecciones al Parlamento europeo. El pueblo entendió que su voto tenía consecuencias; el primero fue casi gratis: con un voto negativo podrían renegociar las condiciones para hacer una segunda consulta con garantías suplementarias en asuntos internos, algo en lo que había precedentes. Ahora, el pueblo irlandés era consciente de que la UE no se iba a paralizar si Irlanda decía que no.

-Acaba de publicarse un informe sobre las candidaturas a ingresar en la UE. Aunque hay consenso sobre Croacia y Macedonia, las opiniones están más enconadas sobre Serbia y Turquía. ¿Observa usted en un horizonte cercano una UE de 30 o 31 países?

-El informe de la Comisión es muy claro. Croacia va a terminar sus negociaciones sobre la adhesión en 2010 y parece que estará en la UE a más tardar en 2012. Al mismo tiempo estará Islandia. Su ventaja es que, como miembro del espacio económico europeo y la zona Schengen, dos tercios del acervo comunitario se aplican ya y la negociación será mucho más corta. En 2012, a más tardar, seremos 29. Luego hay dos estados con los que se negocia o se va a empezar a negociar formalmente: Turquía y la República Yugoslava de Macedonia. De aquí a 2015 hay tiempo físico para empezar las negociaciones, pero no puedo garantizar cuál será el tiempo político. Las negociaciones con Turquía serán muy complicadas porque hablamos de un país que sería el más poblado de la UE, con una base sociológica muy diferente del resto de la UE y que lleva sus fronteras hasta Oriente Próximo. El desafío estratégico es mucho mayor que con cualquier otra ampliación precedente. Con respecto a Macedonia, la dificultades cuantitativamente serán mucho menores, pero hay aspectos cualitativos importantes: la disputa con Grecia, la discusión de una estrategia balcánica, su repercusión sobre Serbia o Bosnia... Hasta ahora, en la UE han ingresado las partes más enraizadas en Europa de la ex Yugoslavia, Croacia y Eslovenia.

-¿Que opina sobre la polémica en torno la reelección de Barroso al frente de la Comisión y en especial sobre la división del voto de los socialistas europeos?

-El presidente Barroso fue designado por unanimidad por el Consejo Europeo y obtuvo el voto favorable más amplio logrado hasta ahora por un presidente de la Comisión Europea. Los debates en la Eurocámara tuvieron legitimidad pero hoy son historia. Los socialistas españoles asumieron una postura coherente, estratégica, explicando que en tiempos de crisis y ante la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, hacía falta continuidad y ésta se podía garantizar a nivel institucional manteniendo a Barroso.

-¿Cuáles son las prioridades de la Presidencia española de turno?

-Las prioridades estratégicas serán marcar el ritmo en la aplicación del Tratado de Lisboa, liderar el plan de salir de la crisis económica a nivel europeo y liderar la postura europea en el seguimiento a la conferencia de Copenhague contra el cambio climático.

-Se habla de Tony Blair, Jan-Peter Balkenende, Felipe González y otros políticos para ser el primer presidente de la UE. ¿Qué perfil debería tener el candidato ideal?

-El que dicen los artículos 15-16 del Tratado de la UE: alguien que dirija la sesión del Consejo Europeo, que pueda imponerse por su conocimiento sobre los 27, que coordine los datos del Consejo Europeo en las actividades diarias del consejo de ministros y que represente a la UE en los grandes foros de política exterior. Tony Blair, Felipe González, Guy Verhofstadt y Jan-Peter Balkenende son líderes políticos del más alto nivel en la historia actual de la UE.

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