Después de una larga trayectoria que comenzó a principios de los años 90, una sala pública -en este caso el Centro Cultural Provincial- se ha rendido a la imaginación creativa y la calidad técnica de Cristina Cañamero. Nacida en Campillos (1970), pero afincada en Córdoba desde hace unos años, la artista vuelve a la ciudad con la muestra Viaje al fin de la noche / Intimidad, una compilación de su obra más reciente que se divide en dos proyectos muy diferenciados. La espectacularidad del gran formato, con inquietantes figuras en negativo repletas de erotismo, tiene su hilo conductor con los dibujos "aparentemente ingenuos" de la siguiente sala. El universo onírico de esta artista se despliega en toda su dimensión.

La mayoría de las obras que se pueden ver en la muestra, que se inauguró ayer y estará abierta hasta el 7 de marzo, son inéditas. Aunque Cañamero ya estaba trabajando en la serie Viaje al fin de la noche, la mitad de las obras las creó para este proyecto concreto. La inspiración partió desde un libro de Céline "que me impactó", comenta la artista. Entre el éxtasis y la pesadilla deambulan personajes "que no terminan de entregarse" realizados con pintura blanca sobre tela azul a partir de fotografías sacadas de internet que ha pasado a negativo para trabajar sobre ellas, dándole "un aspecto onírico".

Intimidad pertenece, sin embargo, a un ámbito más cercano. "Ahí está mi mundo, mis influencias literarias, mi música, los cuentos...", asegura Cañamero. Pero estas obras de pequeño formato con el dibujo como base principal no son tan inocentes como parecen. La ironía planea sobre cada pieza, en la que "también aparecen detalles inquietantes". Es frente a estos cuadros donde la artista malagueña se siente plenamente cómoda.

En ambos espacios el dibujo es un elemento principal, como lo ha sido a lo largo de toda su trayectoria, un camino que continúa en fértil exploración.