Cultura

Complicidad y afecto en el aniversario

Concierto especial XX Aniversario. Teatro Cervantes. Fecha: 18 de febrero. Programa: 'Graal', de F. J. Martín Jaime; 'Romanza andaluza para violín y orquesta, Op. 22, nº1' y 'Aires gitanos para violín y orquesta, Op.20', de P. Sarasate; 'El sombrero de tres picos. Suite II' de M. de Falla; y 'Bolero', de M. Ravel. Intérpretes: Orquesta Filarmónica de Málaga. Director titular: Edmon Colomer. Solista: Andrea Sestakova (violín). Aforo: Cerca de mil personas (lleno).

"Parece mentira que llevemos veinte años ya viniendo a escuchar a la orquesta". Quien decía esto era una señora sentada a mi espalda en el patio de butacas, al parecer, asidua a las funciones de la Filarmónica desde sus comienzos, y que, como en esas ocasiones en que uno se encuentra a los hijos de los amigos que no ve hace tiempo hechos unos auténticos hombrecitos, estaba experimentando, entre lo sorprendente del descubrimiento y la lucidez a que obliga la inapelabilidad de los hechos, el inexorable paso del tiempo.

Efectivamente, la OFM celebra su vigésimo aniversario por estas fechas, y como tal celebración se pensaron los conciertos de este fin de semana; para el deleite de todos, intérpretes y público, que disfrutaron del espíritu festivo en que se desenvolvió este merecido homenaje.

El concierto abrió con el estreno absoluto de Graal, del malagueño Martín Jaime. Una composición extensa, que, respondiendo a un planteamiento dodecafónico sin dogmatismos, tiene algo más que reminiscencias post-románticas en el tratamiento de las cuerdas -muy mahlerianas- y los metales. Y también en su discurso filosófico: un alegato contra la mediocridad que estimula a emprender una épica búsqueda personal del propio héroe. Dejarse caer hoy día con una obra de esta factura y estas connotaciones no deja de ser un ejercicio de libertad creativa y valentía digno de elogio. Y aunque "no es una música pensada para gustar", según el propio Martín Jaime, Graal gustó y mucho, porque, antes que nada, es una pieza bellísima.

A partir de aquí, se sucedieron las referencias a temas populares españoles y específicamente andaluces en las obras de Sarasate y Falla, que provocaron entre orquesta y público la complicidad de una identidad compartida. Además, las piezas para violín y orquesta del compositor navarro contaron como solista con Andrea Sestakova, concertino de la OFM desde su fundación. Edmon Colomer, de un modo inteligente y generoso, puso a la orquesta poco menos que al servicio del lucimiento de una Sestakova que supo aprovecharlo. Los cariñosos aplausos con que fue despedida su estupenda actuación evidenciaron el afecto y el reconocimiento del público malagueño a toda una trayectoria; los mismos que quiso transmitir con su gran ovación final a toda la orquesta cuando esta interpretó el Bolero de Ravel.

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