Flamenco | Estreno de El Choro

El Choro quema sus ataduras en su último espectáculo ‘Prender. Un acto de combustión’

  • El último trabajo del bailaor onubense, que se estrenó el pasado domingo en el Festival Azul de Marsella, ha contado con el acompañamiento en la dirección de Rocío Molina y el espacio escénico del artista plástico Ernesto Artillo.

El Choro, junto a Francisco Roca y Jesús Corbacho, en uno de los últimos ensayos celebrados en La Aceitera.

El Choro, junto a Francisco Roca y Jesús Corbacho, en uno de los últimos ensayos celebrados en La Aceitera. / Gema Galán

Antonio Molina El Choro (Huelva, 1985), ha sido siempre un ejemplo de baile ortodoxo y varonil. Y lo sigue siendo, pero el onubense es también un artista inquieto e hijo de su generación por lo que, casi desde su llegada a Sevilla, becado por la Fundación Cristina Heeren (tras ganar el II Certamen de Flamenco Joven de Huelva, auspiciado por esta), no ha dejado de experimentar.

Y lo ha hecho, no solo con el flamenco, buscando nuevas formas a partir del baile clásico y visceral que lo caracteriza, fruto de sus raíces familiares, sino con él mismo y con su propia identidad, así como con su capacidad para desprenderse de sus corsés y afrontar otras facetas de su personalidad artística. “En cada espectáculo he tratado de descubrir algo de mí mismo”, confiesa el bailaor.

Ese afán por experimentar ha ido unido siempre a su gusto por compartir. Algo que, por suerte, caracteriza a las nuevas generaciones de bailaores y bailaoras y que, en su caso, lo ha llevado a embarcarse sin miedo en aventuras tan diferentes como la de Kahlo Caló que dirigiera un jovencísimo Rafael Estévez en 2008 sobre la vida de la pintora mexicana o, por citar la más reciente, su participación en el espectáculo de Ana Morales Peculiar.

Su baile ha estado presente en compañías tan relevantes como las de Eva Yerbabuena o Manuela Carrasco, y también en recitales de guitarristas como Vicente Amigo o cantaores como Miguel Poveda. Pero Antonio Molina tiene muy claro que quiere situase en la primera línea del baile flamenco y que pretende seguir adelante con su compañía, con la que diera un relevante salto de cualidad en 2016 con el espectáculo Aviso: Bailes jitanos, dirigido por Rafael Estévez y Valeriano Paños.

En este trabajo, el artista ampliaba su espectro -bailando desde las ‘Chuflas Gitanas’ de Garrido de Jerez hasta las zarabandas afroamericanas que interpretaban los gitanos en la Venta de Caparrós allá por 1781-, así como sus capacidades para afrontarlo.

Desde ese momento, El Choro no ha parado de buscar formas y contenidos con los que, sin perder el estilo que lo caracteriza, liberarse cada vez más de sus ataduras artísticas y personales.

En ese camino se insertan trabajos como Gelem, estrenado en 2018 en el Festival de Jerez con la dirección de Manuel Liñán, #SiDiosKiere, estrenada en el mismo festival en 2022 con la dirección escénica de Juan Dolores Caballero y este último trabajo, en el que quiere quemar, aunque solo sea metafóricamente, sus últimas servidumbres para surgir, más libre y espontáneo, de las cenizas.

Eso explica el extraño título con que ha bautizado a su espectáculo: Prender. Un acto de combustión.

Al igual que sus deseos de renovación, El Choro tiene muy claros sus límites; de ahí que siempre acuda a algún compañero o compañera, o a algún profesional más experto que él en la dirección de escena.

En esta ocasión ha buscado la complicidad de su amiga y compañera, además de primerísima figura, Rocío Molina, que lo acogió en La Aceitera, el fértil centro de creación y residencias que mantiene en pleno campo, en el término municipal de Bollullos de la Mitación (Sevilla).

Los intérpretes del espectáculo junto a Rocío Molina y Ernesto Artillo (a la derecha). Los intérpretes del espectáculo junto a Rocío Molina y Ernesto Artillo (a la derecha).

Los intérpretes del espectáculo junto a Rocío Molina y Ernesto Artillo (a la derecha). / Gema Galán

En ese espacio, donde la pasada semana se llevó a cabo un ensayo abierto para los medios, Molina ha acompañado al Choro durante el proceso de creación, aunque sin asumir, aclara, la responsabilidad completa de la dirección escénica.“Su mirada externa me ha permitido conocerme mejor y darme cuenta de las ataduras y los prejuicios que he asumido por mi condición de bailaor y de gitano y, al mismo tiempo, ser consciente de la alegría que me proporciona el flamenco. Ha sido un proceso muy bonito y también divertido, porque ella siempre te explica las cosas para que las entiendas y para que te sientas bien”, dice el bailaor respecto a la sabia aportación de Rocío Molina.

En Prender. Un acto de combustión, que también ha tenido una residencia técnica en el teatro de Arahal, el escenario aparece lleno de globos y de neumáticos, que atraviesan una y otra vez el escenario y sirven de asiento para los músicos, En el centro, un coche despiezado que acabará calcinado. Un espacio escénico concebido por otro de los colaboradores de este espectáculo, el artista plástico y diseñador de moda Ernesto Artillo.

Una escenografía original y nada caprichosa ya que, según cuenta el artista, “yo me he cridado en el barrio del Torrejón de Huelva, y allí siempre había algún coche quemado y neumáticos sueltos. Durante el proceso, Ernesto no paraba de pedirme fotos de mi barrio y de mi niñez…”

Otro de los activos del espectáculo es el ‘equipo’ formado por el bailaor y sus músicos, Jesús Corbacho (su fiel compañero en tantos espectáculos) al cante, Francisco Vinuesa a la guitarra y Francisco Roca a los vientos.

Este elenco ha permitido, en primer lugar, ofrecer un flamenco de gran calidad en el escenario, con músicas originales y ritmos como la alegría, la seguiriya, el garrotín o esos fandangos imprescindibles para todo artista onubense. Pero también le ha permitido al artista expresar la complicidad de un grupo de amigos: su tácito entendimiento en las conversaciones, sus ganas de juego y, por encima de todo, su amor por el fútbol. No es extraño, pues, que los cuatro vistan camisetas de cuatro equipos diferentes.

“A mí siempre me ha encantado el fútbol -confiesa el bailaor-, colecciono camisetas y ensayo con ellas, aunque antes nunca me hubiera atrevido a bailar en público con una de ellas. Pero este nuevo Choro que ha renacido del fuego es mucho más libre. Es uno que se permite hablar con sus amigos en escena -y ha sido muy curioso para mí observar cómo en mi manera de hablar surgen gestos de mi padre, de mi tío, de mi barrio- o cantar un tema de Estopa” .

Prender. Un acto de combustión tuvo su estreno absoluto el pasado domingo día 14, con un enorme éxito, en Francia, concretamente en el Festival Azul de Marsella. Desde ahí comenzará una gira por teatros nacionales e internacionales entre los que se encuentran el Festival Flamenco Esh de Luxemburgo, la Suma Flamenca de Madrid o el Gran Teatro de Huelva. Ojalá venga pronto por esta ciudad.

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