Cultura

Herta Müller recibe el Nobel por dar voz a los "desposeídos" de la Europa del Este

  • 'En tierras bajas' y 'El hombre es un gran faisán...', sus obras disponibles en España

Herta Müller, escritora rumana nacida en 1953 en el seno de una familia de la minoría alemana, es la ganadora del Premio Nobel de Literatura 2009, en reconocimiento a una obra que es "concentración de la poesía y la franqueza" y que "describe el paisaje de los desposeídos", según destacó la Academia Sueca.

Desde muy pronto, Müller trató de tender puentes entre las dos culturas a las que pertenecía, como le ocurrió a Paul Celan. "Todavía no llegó a mi cabeza [el premio]. Necesito tiempo para asimilarlo", dijo ayer la autora en Berlín, donde reside. Casi asustada al abrirse paso en una sala demasiado pequeña para la multitud de periodistas que la esperan, esta escritora "fabulosa" y dotada de un "sentido del lenguaje extraordinario" -como la define su traductor al español, Miguel Sáenz- se unió ayer al grupo de Thomas Mann, Heinrich Böll o Günter Grass, otros alemanes que recibieron este galardón.

"Está bien, es lindo, pero no va a cambiarme en nada. Mi necesidad interna es escribir. A eso me puedo aferrar, lo demás es un añadido", declaró Müller, a la que preguntaron en su comparecencia ante los medios si la decisión de otorgar este premio a una alemana de Rumanía era una señal política. En su voz se oyó una débil respiración y cierto tono fúnebre al hablar de los 20 años de la caída del Muro de Berlín y el final del comunismo en Europa Oriental.

"No sé si el premio tiene que ver con esos aniversarios -dijo-. Pero todo lo que he escrito tiene que ver con que tuve que vivir 30 años bajo una dictadura. Para la gente que ha vivido en las dictaduras las cosas no terminan cuando cambian los tiempos; tuve amigos que murieron y la caída de la dictadura no los revivió", añadió dijo la escritora, para quien "toda la literatura tiene que ver con las cosas que han hecho daño a las personas".

Müller llegó a Alemania en 1987 y por primera vez, recordó ayer, tuvo la sensación de que podía respirar. Pero tuvo que esperar hasta 1989, cuando cayó el régimen rumano, para dejar de sentirse amenazada. De ahí que Müller, que se define como prosista alemana en la medida en que escribe en alemán y nunca ha escrito en rumano, afirme: "Creo que este país (Alemania) me salvó". La plana mayor de la política alemana se apresuró a destacar el valor simbólico de este Nobel. "Es una señal maravillosa que justo ahora, 20 años después de la caída del Muro", se haya distinguido una literatura de "excelente calidad" enriquecida "con una experiencia que habla de dictadura, opresión y miedo pero también de un valor increíble", dijo la canciller, Angela Merkel.

Müller estudió Filología Germánica y Filología Rumana simultáneamente, tratando de profundizar los conocimientos de las dos literaturas a las que sentía que pertenecía. Entró en conflicto con la Rumanía del dictador Nicolai Ceaucescu, donde perdió su primer trabajo -traductora en una fábrica de máquinas- por negarse a colaborar con su servicio secreto.

Tan sólo dos libros suyos están disponibles (lo que no significa que sea fácil encontrarlos, al menos hasta este momento) en España: En tierras bajas y El hombre es un gran faisán en el mundo (ambos en Siruela). Otros dos que vieron la luz, pero que llevan tiempo descatalogados, son La bestia del corazón, que publicó Mondadori en 1997 por Mondadori, y La piel del zorro, editado un año antes por Plaza & Janés. Su obra refleja la voluntad de supervivencia en un régimen totalitario, aunque, según señala la crítica literaria alemana Cecilia Dreymüller en su ensayo Incisiones, no suele escribir "acerca del adoctrinamiento o la persecución política, sino sobre la sistemática destrucción de las relaciones humanas del Estado totalitario".

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