victoria abón. presidenta del ateneo de málaga

"En la Málaga cultural todos quieren sobresalir y ya empezamos a chocar"

  • La primera mujer al frente de la institución presenta un proyecto de continuidad aunque con novedades significativas como una Vocalía Feminista y el empeño en restaurar el Aula Picasso

Victoria Abón, profesora de Fotografía en la Escuela de San Telmo, recibe a Málaga Hoy en la sede del Ateneo de Málaga y pronto aparece en la conversación una jugosa confluencia vital, ya que la antigua Escuela de Bellas Artes de San Telmo tuvo su sede hasta los años 70 precisamente aquí, en el edificio que construyó la Compañía de Jesús en el siglo XVII junto a la iglesia del Santo Cristo de la Salud. En el último proceso abierto para la renovación de la Presidencia del Ateneo la suya fue la única candidatura presentada, con lo que Abón, hasta hace sólo unos días vocal de Videocreación, se convirtió recientemente en la primera mujer que preside la entidad en su medio siglo de historia. Aunque explica su proyecto en clave de continuidad, sus ideas, su estilo y las puertas que parece dispuesta a abrir anuncian nuevos tiempos. Con veintisiete vocalías (que en gran medida siguen bajo los mismos responsables, si bien tampoco faltan incorporaciones significativas como la nueva Vocalía Feminista), además de ocho colaboradores y varias extensiones, la nave que le corresponde guiar no es precisamente pequeña.

-El lema de su candidatura reza En la vanguardia del pensamiento y la cultura. Pero, ¿de qué hablamos exactamente cuando hablamos de vanguardia?

-Ese lema es en realidad una definición del Ateneo, porque ahí es justo donde ha estado siempre, en la vanguardia. Y me parecía oportuno añadir el pensamiento porque existe una idea de la cultura muy extendida que atiende únicamente a actividades como conciertos y exposiciones, pero no al hecho de pararse a pensar. Nuestra candidatura entraña un nuevo proyecto, pero a su vez también es en gran medida un proyecto de continuidad respecto a lo desarrollado por mi predecesor, Diego Rodríguez Vargas; y queríamos afianzar precisamente la idea de esa posición de vanguardia.

-¿Exigía esa misma posición de vanguardia una atención expresa al feminismo?

-La idea de incluir esta vocalía ya la propuso hace algún tiempo Maribel Roldán, que ha sido nuestra vocal de Asuntos Jurídicos hasta la pasada legislatura. Aunque ya tenía previsto no continuar, Maribel insistía en que una vocalía así era necesaria para tratar los asuntos relacionados con el género y la igualdad. Yo me comprometí con ella a crear esa vocalía y después, en el debate con las compañeras, decidimos llamarla Vocalía Feminista. Y optamos por este nombre porque entendíamos que términos como los de género e igualdad estaban ya, digamos, excesivamente normalizados y hasta politizados. Es decir, es tan habitual recurrir a estos conceptos que casi dan ganas de dar la igualdad por conseguida, pero no, nada más lejos de la realidad, queda mucho camino por recorrer aún. Así que vimos la necesidad de romper con este léxico ya en cierta parte trasnochado y optar por el término feminista, directamente, para llamar la atención y llevar la cuestión a otro sitio menos acomodado. En relación con el feminismo, es cierto que se han dado algunos pasos, pero son todavía insuficientes en asuntos como la igualdad laboral y salarial, el cuidado de los hijos, las nuevas masculinidades, la violencia de género y sobre todo la educación, donde parece que hay un retroceso hacia un machismo soterrado que parte desde la infancia. Todo esto lo trabajaremos en la nueva vocalía.

-¿Da por sentado que habrá una buena aceptación?

-Sí, creo que sí, porque hay una necesidad. Te diría incluso que una exigencia, por más que haya gente preguntándose si todavía a estas alturas hay que seguir hablando de feminismo. Proponemos una Vocalía Feminista porque consideramos que por supuesto que hay que hablar de feminismo, pero desde una óptica actual. Ya no nos sirven los feminismos trasnochados de los años 70, necesitamos dirigir una mirada feminista a la sociedad del siglo XXI. Hay que recuperar esa vocación. Además, esta vocalía va a ser transversal y va a trabajar de la mano de otras áreas del Ateneo para crear una oferta cultural amplia, que podrá traducirse en exposiciones, conferencias, talleres y otras muchas propuestas.

-¿Tiene previsto contar con la colaboración de otras instituciones para reforzar este impulso?

-Sí, el Ateneo trabaja con otras instituciones desde hace años y, dado que nuestro proyecto es de continuidad, vamos a mantener esto apostando por nuevos ámbitos en los que reforzar estos lazos como el feminismo. Con la Universidad, como es habitual, queremos desarrollar iniciativas conjuntas de manera amplia. En el terreno educativo también vamos a introducir novedades: además de nuestra vocalía de Educación, hemos creado la vocalía de Pedagogía para que ambas, sin dejar de colaborar, desarrollen líneas de trabajo diferentes sobre feminismo y otras cuestiones. El próximo día 27, de hecho, acogeremos un seminario de educación dirigido a docentes y familias y esperamos extraer de aquí conclusiones valiosas.

-¿Qué es lo más difícil de presidir una institución como el Ateneo?

-Uno de los principales retos es el de mantenerse a flote económicamente, conservar los patrocinios y los socios que nos ayudan a seguir adelante con las actividades. Contamos con un equipo extraordinario de personas muy voluntariosas y con altas capacidades en sus respectivos terrenos, así que el trabajo, que no deja de ser mucho, se hace más sencillo. De hecho, si tuve el valor de presentar una candidatura fue porque sabía que en la directiva iba a contar con unos compañeros muy comprometidos con el Ateneo. Alguien tenía que dar el paso, pero cualquiera de ellos podría haber aspirado a la Presidencia. Sin un grupo capaz de ir así, todos a una, no habría manera de organizar tantas actividades. Los socios proponen iniciativas muy diversas, de muy distinta índole, y procuramos darle espacio a todas con una exigencia de calidad. Y precisamente la calidad es una cuestión en la que queremos incidir, recogiendo el testigo de la labor de Diego Rodríguez y de manera absolutamente independiente. Siempre decimos que aquí cabe todo el mundo, pero no nos casamos con nadie.

-¿Le preocupa el relevo generacional de la institución?

-Es verdad que esa preocupación existe, no tanto por parte de la junta directiva, donde ha habido ya un relevo importante, sino entre los mismos ateneístas, de los que hay un porcentaje bastante alto de edad muy mayor. Nos encontramos con que los jóvenes son en gran parte reacios a hacerse socios, pero la verdad es que es algo normal dado que todas nuestras actividades son de puertas abiertas, no tienes que hacerte socio para asistir a ellas. Ser ateneísta es casi una cuestión de amor al arte, somos algo parecido a una ONG cultural porque ofrecemos todo lo que hacemos a la ciudadanía en general. Esto es algo que desde el principio lo tienen asimilado los socios sin ningún problema, y por otra parte va a ser difícil que jóvenes con poco poder adquisitivo se hagan ateneístas. Pero aumentar el número de socios sigue siendo una de nuestras prioridades. Por eso queremos convencer a los jóvenes de que aquí cuentan con espacios idóneos para trabajar en todas las disciplinas artísticas y culturales. Un ejemplo es el Espacio Frank Rebajes, que ha tenido una aceptación plena entre jóvenes artistas. Todavía tenemos que ganarnos a más jóvenes, pero en los últimos años se han dado avances muy importante con la incorporación de creadores y proyectos que han llamado la atención de muchos. Vamos por el buen camino.

-Su proyecto apuesta por la recuperación del Aula Picasso, ¿lo cree factible a medio plazo?

-En el Ateneo venimos barajando esa idea desde hace ya tiempo, pero queremos hacer avances importantes para su restauración. No queremos, eso sí, recuperar el aula únicamente para integrarla en la ruta picassiana turística, sino como un aula de trabajo, como un centro de creación artística. El problema es que la restauración exige una inversión cuantiosa y además el edificio no es nuestro, hay algunos problemas que tenemos que resolver antes.

-En principio, la iniciativa debería resultar atractiva a posibles patrocinadores. ¿Podría funcionar aquí una línea de financiación público-privada?

-Ha habido intentos, pero no han cuajado. No es raro que cuando se sientan en la misma mesa agentes públicos y privados empiecen a chocar. Es difícil ceder en la búsqueda de protagonismo. Pero vamos a seguir luchando por ello.

-¿Qué opinión le merece la marca de la Málaga cultural?

-Lo que pienso es que como sigamos así, vamos a morir de éxito. Creo que nos pasa un poco lo mismo, todo el mundo quiere sobresalir y al final empezamos a chocar. Ahora tenemos, por ejemplo, que los museos ya no son sólo museos, son también auditorios, cines, salas de teatro y de conciertos, espacios para conferencias de los más diversos asuntos y otras muchas cosas. Creo que hay demasiados contrapuntos. Deberíamos trabajar más al unísono y, en mi opinión, dar más protagonismo al tejido local. En Málaga hay mucho talento en cualquier ámbito de la cultura y el pensamiento, pero seguimos prefiriendo lo que viene de fuera. Demasiadas veces es Málaga más madrastra que madre, sobre todo desde las instituciones, que seguramente con la intención de lograr una proyección internacional de la ciudad han prestado toda la atención a lo que podían traer aquí de otros sitios sin darse cuenta de que los creadores malagueños se estaban quedando a menudo en el olvido.

-¿La mejor alternativa es entonces un mayor localismo?

-No, el localismo no es bueno. No lo comparto. Pero sí creo que podemos aspirar a una proyección nacional, internacional incluso, como ciudad cultural dando prioridad al tejido creativo malagueño. Es una cuestión de imaginación. Pero también aquí podemos aprender de los creadores, por ejemplo en cuanto a autogestión y a la hora de unir esfuerzos para lograr objetivos comunes. Vivimos un momento cultural muy interesante gracias al talento que Málaga es capaz de generar y es una lástima que sigamos con la mirada puesta en otros sitios. No hay que renunciar a nada, por supuesto, pero sí hay que hacer una apuesta mayor por nuestra propia cultura.

-¿Qué novedad le gustaría ver materializada bajo su mandato?

-Pues el Aula Picasso, sin duda. Su transformación en un espacio de creación sería un respaldo no sólo para el Ateneo, también para Málaga. ¿Cuántos artistas de todo el mundo querrían venir a trabajar aquí, donde Picasso recibió sus primeras lecciones? También espero que salgan adelante nuevas actividades, como el Ateneo en Familia, con actividades para niños y grandes incluso en los fines de semana. Espero que funcione.

-¿Es el Ateneo entonces la mejor vacuna contra la excesiva dependencia del turismo que acusa la cultura en Málaga?

-Eso espero. Creo que en muchos sentidos le estamos quitando Málaga a los malagueños. Ya sólo el hecho de que los propios malagueños dejen de vivir en el centro supone la destrucción de muchos logros que se habían conseguido con mucho trabajo. Mientras tanto, lo que se ofrece al turismo es una cultura para ir de paso, meramente contemplativa, que no ahonda ni arraiga. Y es triste que no haya alternativas para vivir la cultura de manera más intensa. Es evidente que Málaga vive del turismo y que por tanto hay que cuidarlo, pero hay que ver de qué manera podemos convivir todos.

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