Cultura

Rocío Molina lleva a la Bienal de Sevilla la nostalgia de su 'Oro viejo'

  • La bailaora malagueña presenta mañana un nuevo montaje que bucea en la vejez

Remueve el pasado, selecciona sus capítulos más gráficos y baila sobre ellos. Rocío Molina (Málaga, 1984) investiga antes de crear y, en esta ocasión, ha recurrido a la nostalgia de quienes han vivido para contar. Oro viejo da nombre al nuevo espectáculo de la bailaora malagueña que mañana estrena la XV Bienal de Flamenco de Sevilla tras haber elegido la "tranquilidad, silencio y distancia" de Cádiz para su gestación, expresó la artista.

Para su creación, Rocío Molina (residente en Madrid) realizó un trabajo previo de campo con reportajes a ancianos que le relataron su experiencia de vida en relación al amor y la soledad. En resultado es una producción que cuenta con música original y grabaciones de flamenco tradicional para lo que Rocío Molina ha buceado en músicas ya existentes. El sonido en directo sobre el escenario corre a cargo del guitarrista y principal componente de la compañía, Paco Cruz. A él se le suma la segunda guitarra de Rafael Rodríguez, la percusión de Sergio Martínez, la voz de Rosario Guerrero La Tremendita y la colaboración al saxo de Jorge Pardo.

Al baile, acompañan a Molina dos jóvenes bailaores, Eduardo Guerrero y Moisés Navarro y la colaboración especial de Laura Rozalén, con la que ya trabajó en Turquesa como el limón.

La música es otro contrapunto de comparación y matices entre el flamenco antiguo, representado por grabaciones de época y la composición actual a cargo de Paco Cruz y Rafael Cabeza.

A pesar de su juventud, Rocío Molina (Málaga, 1984) cuenta en su haber con más de media docena de espectáculos, ya sea en participaciones como el montaje Mujeres (Premio de la Crítica del pasado Festival de Jerez) o en obras presentadas por su propia compañía. Antes de graduarse con matrícula de honor en el Real Conservatorio de Danza de Madrid (2002), ya había firmado una coreografía para 4 Estaciones de la bailaora María Pagés y, en el año 2003, debutaba en solitario dentro del U.S.A. Flamenco Festival.

Pero fue dos años después cuando, tras haber presentado su primera obra, Entre paredes, resultó elegida por la Agencia Andaluza del Flamenco para protagonizar el espectáculo El eterno retorno, basada en textos de Nieztsche. Estrenada en la primera Bienal Málaga en Flamenco, el trabajo igualmente se llevó al X Festival de Jerez (2006), donde su danza de bailarina de caja de música, entre otras intervenciones, cosechó los mayores aplausos. Ese mismo año estrenó en Madrid en pequeño formato Turquesa como el limón, que aún suena en la agenda de los programadores.

A la cita jerezana volvería en 2007 con Almario, para luego regresar a su casa natal participación en la segunda bienal malagueña con Por el decir de la gente representada en la Colegiata de Antequera.

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